Marta Maurás visitó uno de los campamentos más impactantes de Bangladesh, donde la población de rohinyás alcanzaban el millón en una pequeña zona desértica, luego del desplazamiento impulsado por los birmanos.
El término genocidio surgió en 1948 como concepto de violación a los derechos humanos, durante el proceso posterior al que vivieron aproximadamente 11 millones de judíos, gitanos y otros grupos étnicos, sociales e ideológicos a manos de la Alemania nazi.
Se describe como “el intento de destruir total o en parte un grupo nacional, étnico o racial“, según la Organización de Naciones Unidas.
Este término ha sido utilizado hoy a la luz de lo que ocurre en Myanmar, luego que el Ejército tomara el poder tras detener a la líder Aung San Suu Kyi y otros líderes políticos, con acusaciones de fraude que terminaron en un golpe de Estado.
Dentro de este problema político y militar que se ha iniciado en la nación del sudeste asiático está también la crisis que viven algunas etnias no reconocidas por Myanmar y que sufren la peor parte del actuar de las fuerzas armadas birmanas.
Marta Maurás es socióloga. Ha sido embajadora de Chile en Ginebra, presidenta del Consejo de la Organización Internacional de las Migraciones, directora regional de Unicef para América Latina y actualmente lidera el Foro Permanente de Política Exterior.
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Participando de los diversos organismos internacionales, la socióloga visitó lugares cuya extrema pobreza era latente, pero ninguno se comparaba a lo que vio en 2019 en Bangladesh.
“En una pequeña playa con muchos montículos de arena y dunas había un millón de personas. No había visto nunca tanto niño desnudo en mi vida. He trabajado en África, Pakistán, Colombia, en muchas partes del mundo muy pobres con campamentos de refugiados, y esta era la peor situación“, cuenta.
En temas de educación, por ejemplo, Marta explica que entre Bangladesh y Myanmar aún no logran acordar un currículum para los rohinyás, pues ambas naciones los consideran ajenos a sus territorios.
Los rohinyás son un grupo étnico musulmán de Myanmar que desde 2017 ha sido objeto de una “limpieza étnica”, según Naciones Unidas. Esto ha derivado en que buscaran refugio en Bangladesh, algo que este país tampoco ha querido abordar.
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Los roces con los birmanos tendrían su origen en la mayoría budista que compone Myanmar. “Es un país mayoritariamente budista, a pesar que tienen 135-137 etnias diferentes. Algunas de las cuales están todavía en guerra. Hay conflictos armados en los ocho estados grandes de Myanmar hasta el día de hoy. Entonces, en parte se explica porque hay una población mayoritariamente budista, que es la base de Aung San Suu Kyi”, asegura.
Asimismo, el hecho de que Myanmar sea una especie de puerta de entrada desde el Océano Índico hacia toda Asia, incluyendo India, Tailandia, Laos, China y Rusia. “Esto es importante de considerar, porque ha sido territorio de todos y de todos los birmanos militares aislacionistas, desde prácticamente los ’40 cuando sale el imperio japonés”, añade Maurás.
Ahora bien, la socióloga sostiene que “no se puede hablar de genocidio aún” en el caso de Myanmar, pero que de todas formas “hay una acusación contra Birmania y Aung San Suu Kyi en la Corte Penal Internacional debido a esto”.
“La comunidad internacional tiene que reaccionar. Lastimosamente el Consejo de Seguridad rechazó hoy la posibilidad de que se hagan sanciones contra Myanmar en este momento. Sin embargo, Myanmar es un país riquísimos en recursos naturales”, concluye Marta Maurás.