Paulsen por veto a Paulina de Allende-Salazar: “Que la reacción del medio sea expulsarla (…) es un acto de hipocresía enorme”
Por Fernando Paulsen
10.04.2023 / 00:31
{"multiple":false,"video":{"key":"cz1PljETwhC","duration":"00:02:15","type":"video","download":""}}
En su minuto de confianza, el panelista de Tolerancia Cero señaló: "Ojalá los olímpicos de la pureza verbal en público, que han hecho gárgaras con el caso de Paulina, cuando se escuchen decir "paco" la próxima vez, se sujeten rápidamente la cabeza, para que no se les caiga de pura vergüenza".
La diferencia entre el error y la voluntad radica en que el error se corrige, luego de disculpas, si fuera necesario, mientras que la conducta intencionada -aunque sea errada- se justifica, se repite y se defiende.
En periodismo esto es clásico. Hubo un periodo -afortunadamente pasado- que incluso se enseñaba en las escuelas de periodismo que jamás se debía admitir un error editorial. Las cartas al director en esa época, que apuntaban a errores del medio, eran respondidas con un cliché: “este medio ratifica lo publicado“. Punto.
Eso afortunadamente ha cambiado considerablemente, y el error periodístico hoy tiende a reconocerse y corregirse.
Cuando una periodista reconoce su error y ofrece disculpas -me ha tocado hacerlo varias veces- es razonable que quién se sintió ofendido siga afectado un tiempo, aunque hay notables muestras de aceptación de excusas periodísticas por parte de personas, empresas e instituciones.
Pero que la reacción del medio sea expulsar a quien cometió y reconoció y pidió disculpas por el error cometido, es un acto de hipocresía enorme. Mucho más si se trata de un guarismo que -ya que estamos en semana santa- valdría hacer la pregunta de Jesús: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
Conozco a Paulina de Allende-Salazar, fui su jefe en La Red y seguí después atentamente su carrera en Informe Especial. Su error verbal y su reconocimiento inmediato, en el clima crispado de hoy, fue utilizado por moros y cristianos para razones de contingencia. Su dislate se utilizó para guerrilla política y blanqueo de imagen de terceros.
En el camino, se van a seguir cometiendo errores en la coloquialidad y el trabajo de todos. Ojalá los olímpicos de la pureza verbal en público, que han hecho gárgaras con el caso de Paulina, cuando se escuchen decir “paco” la próxima vez, se sujeten rápidamente la cabeza, para que no se les caiga de pura vergüenza.