Alberto Larraín, académico de la Universidad Autónoma y profesional de la fundación Procultura, conversó con CNN Chile sobre los factores que han conllevado al deterioro de esta problemática y de que forma se podría trabajar mejor en la recuperación de la crisis.
A través del último estudio Ipsos, denominado Un Año del COVID-19, se dio cuenta que Chile es el segundo país con la peor situación de salud mental en relación a los países involucrados en el muestreo.
En conversación con CNN Chile, Alberto Larraín, académico de la Universidad Autónoma y psiquiatra de la fundación Procultura, explicó los motivos del preocupante resultado y cómo el país se ha desenvuelto en medio de una problemática de larga data.
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En relación al reciente estudio -y otros que sitúan al país en el top de su ranking- advirtió que “es un estudio de 31 países. Para que la gente lo tenga bastante claro, hace un par de años salió un estudio en 24 que medía salud mental de los niños menores de 16 años y nosotros éramos el peor“.
Larraín recalcó la importancia de controlar la salud mentar sobre todo en la situación contingente, haciendo eco de lo que otros organismos internacionales han sugerido con respecto a la actualidad: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido súper enfática en señalar que esta no es una pandemia, sino que son dos que están dadas por el virus y la salud mental y que esta ultima sería más persistente en el tiempo. Podría generar incluso mayores estragos económicos y sociales que el mismo virus”.
También explicó tres factores importantes que según la OMS y la Organización Mundial de la Salud empeoran aún más el problema. La primera tiene que ver con que el discurso los actores locales que debiesen estar unificados, cosa que en el caso de Chile no pasa. “Nosotros cada vez que tomamos una medida tenemos voces disonantes y eso genera más angustia a al población“, comenta.
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La segunda tiene que ver con que la pandemia no se debe transformar en un nuevo espacio de inequidad, es decir, que la población no perciba que la posibilidad de vivir o tener un buen pasar de la pandemia sea relativa a la situación socioeconómica. “Hoy sabemos que en Chile uno de los factores de riesgo más importante, por ejemplo, para fallecer, es la situación de pobreza y eso se nota bastante respecto a cómo se distribuyen las muertes entre las comunas pobres y ricas del país“. En tercer lugar criticó que “a más de un año de la pandemia, no tenemos ni siquiera una campaña radial que le explique a la gente cómo se debe cuidar o eventualmente incluso cuáles son los canales por lo que puede acceder a mejor atención”.
Respecto a la atención, fue categórico y mantuvo que “la cobertura en Chile ha sido un desastre desde antes de la pandemia, nosotros tenemos una cobertura en torno al 20% y eso quiere decir que nosotros antes del estallido social teníamos aproximadamente 3,8 millones de personas enfermas y lográbamos atender a menos de un millón“.
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Ante la consulta de si los planes del Gobierno para combatir la situación en pandemia han logrado subsanar los vacíos también fue crítico: “El Gobierno generó un plan presidencial el segundo semestre, me tocó participar. Lo bueno que tuvo tiene que ver con que salud mental fue una de las pocas partidas que no disminuyó su presupuesto, logramos un incremento de $18 mil millones“, aunque aseguró que el presupuesto mínimo de salud mental que exige la OMS es de un 5% del total de salud, “nosotros gastamos 2,2%, es decir, estamos en menos de la mitad. Hubo un aumento pero este se diluye en relación a la contingencia sanitaria“, dijo.
El especialista destacó tres medidas para conllevar de mejor forma la crisis mental: “La primera tiene que ver con garantizar la atención a salud mental al personal sanitario, que las cifras muestran que podrían tener entre un 70% y 90% de estrés postraumático; La segunda tiene que ver con acompañar a las personas que hayan enfrentado el fallecimiento de algún familiar y finalmente, la arista que tiene relación con la capacidad de generar canales de manera transparente para poder contener a la población.
Para concluir, Alveal llamó a no minimizar situaciones y sugirió pedir ayuda profesional. “Si usted sospecha que usted podría requerir ayuda, lo más probable es que la requiera. En general nosotros tenemos un nivel de aguante muchísimo mas grande que lo que debería existir. La recomendación es que ojalá las personas que se sientan sobrepasadas y que estén llorando espontáneamente y no lo puedan controlar, quienes estén con cuadros de angustia que le imposibilite trabajar día a día o que incluso le den crisis de pánico o empiecen con ideas de querer desaparecer o francamente de querer morir, se acerquen a pedir ayuda”, finaliza.