La fotografía de los cuerpos sin vida de Oscar Alberto Martínez y Angie Valeria, su hija de 23 meses, tras intentar atravesar el río Bravo ha dado la vuelta al mundo. Crece el debate en torno a la agenda migratoria de Trump.
A más de 1.600 km de la orilla del río donde los cuerpos de su hijo y su nieta fueron recuperados, Rosa Ramírez lloró.
En su casa en San Martín, El Salvador, Ramírez se aferró a lo que dijo que eran algunos de los juguetes favoritos de Angie Valeria: una muñeca y un mono morado de peluche con un corazón.
La devastadora foto de Angie Valeria, de 23 meses, y su padre, Oscar Alberto Martínez, flotando en el Río Bravo, es un sombrío recordatorio de las duras realidades en la frontera sur de los Estados Unidos. Sacude a los espectadores de todo el mundo.
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La imagen muestra un final trágico para un viaje desgarrador.
Ramírez dijo a los reporteros de Canal 33, afiliado de CNN, cómo comenzó ese viaje.
Meses antes de que las corrientes del río cobraran sus vidas, y meses antes de que el obturador de una fotógrafa capturara la imagen dramática de su muerte, Ramírez dijo que trató de convencer a su hijo y a su familia de que no hicieran el peligroso viaje al norte.
“Como madre, no quieres que tus hijos estén tan lejos. Pero la idea de irse se había metido en sus cabezas”.
Óscar había estado trabajando como cocinero en una pizzería mientras la familia vivía con ella en San Martín, un municipio en el centro de El Salvador, al este de la capital del país.
Querían tener su propia casa, dijo Ramírez. Eso, dijo ella, fue lo que los motivó.
Rosa Ramírez llora mientras les muestra a los periodistas los juguetes de su nieta Angie Valeria en su casa en San Martín, El Salvador, el martes.
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Ramírez le dijo a CNN en Español que la muerte de su hijo y su nieta la ha cambiado para siempre. Ella se está volcando a Dios y la religión en busca de fortaleza.
“Nada puede llenar este vacío”, dijo. “Pero al menos esto me da fuerzas para hacer frente”.
José Martínez dijo que había hablado por teléfono con su hijo unos días antes, el viernes.
“Ya había estado en México por unos días, y todo había ido maravillosamente”, dijo Martínez.
Pero en realidad, las condiciones en Matamoros, México, la ciudad fronteriza donde la familia había estado esperando para presentarse en un puerto de entrada de Estados Unidos y buscar asilo, eran más difíciles, según
La Jornada, el periódico mexicano que informó por primera vez la historia de las muertes del padre y la hija.
A fines de mayo, más de 2.000 migrantes esperaban “en condiciones de hambre y hacinamiento” allí para buscar asilo en puertos donde, según La Jornada, los agentes de EE.UU. concedían un promedio de tres citas por semana.
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Tania Vanessa Ávalos, esposa de Óscar y madre de Angie Valeria, le dijo al periódico que su familia se había vuelto cada vez más desesperada a medida que las temperaturas alcanzaban los 43 °C. Habían estado en un campamento de migrantes en Matamoros desde el domingo, dijo el periódico, citando a Ávalos.
José Martínez había hablado con su hijo Óscar solo unos días antes.
Fue entonces cuando Óscar tomó una decisión fatídica. En lugar de esperar más, cruzarían el río hacia Estados Unidos.
“Óscar Alberto tomó a Valeria en sus brazos y entró en el agua; nadó hacia el otro lado y llegó a tierra firme, donde dejó a su hija. Inmediatamente después, regresó y se dirigió a Tania”, dijo La Jornada.
“Sin embargo, en un instante se dio cuenta de que la niña, después de ver que se estaba alejando, se arrojó al agua. Óscar Alberto regresó y logró agarrar a la niña, pero una fuerte corriente los arrastró y los hundió”.
En declaraciones a los reporteros en El Salvador —mientras intentaban comprender las noticias devastadoras—, Rosa Ramírez y José Martínez contaron lo que habían oído sobre la tragedia.
Ramírez dijo que su hijo murió mientras intentaba salvar la vida de su hija.
Laura Diaz Zúñiga, Rafael Romo, Ana Melgar y Merlin Delcid de CNN contribuyeron a este reportaje.