Con información de CNN

Australia planea matar dos millones de gatos salvajes

Por CNN Chile

26.04.2019 / 14:26

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Sacrificarlos o dejarlos libres es el debate que mantiene enfrentado a los ambientalistas en Oceanía, donde la cantidad de gatos callejeros y domésticos han puesto en peligro a varias especies nativas. Algunas ciudades incluso han considerado prohibir totalmente la tenencia de los felinos como mascota.


Son lindos, peludos y, a la vez, el enemigo público número uno en Australia. 

El país está en guerra… con los gatos salvajes. Para el 2020, el gobierno quiere matar a dos millones de gatos que vagan libres por su territorio, una gran porción del total de la población de salvajes que, se estima, está entre 2 y 6 millones. 

En algunas áreas en Australia han ido incluso más lejos. En Queensland, hay incluso un consejo que ofrece una recompensa de US $7 por cada pelaje de gato salvaje, lo cual ha sido duramente criticado y tildado como “cruel” por Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA).

No obstante, el problema no es exclusivo de Australia. En Nueva Zelandia, país vecino, un prominente medioambientalista ha propuesto un futuro “libre de gatos”, tanto con los domésticos como con los salvajes siendo controlados o sacrificados.

Entonces, ¿por qué odian tanto a los gatos?

Gatos asesinos

La respuesta es simple: los gatos, especialmente los salvajes, son asesinos. 

Se cree que el primer gato que habría llegado a Australia lo hizo en algún punto del siglo XVII. Desde entonces, el número se ha disparado, con una población que hoy se estima cubre el 99,8% del país. 

Mientras los gatos salvajes pertenecen a la misma especia que los gatos domésticos, los salvajes viven en la intemperie donde son forzados a cazar para sobrevivir.

Una rara betongia excavadora se esconde bajo un tronco hueco cerca del río Cygnet en Isla Canguro. La especie ha quedado en peligro de extinción en Australia por culpa de lobos y gatos salvajes.

Desde que fueron introducidos por colonos europeos, los gatos salvajes han llevado a un estimado de 20 especies a la extinción, aseguró Gregory Andrews, comisionado nacional de especies amenazadas al Sydney Morning Herald. De acuerdo al experto, esto hace que los gatos salvajes sean la amenaza individual más grande para las especies nativas australianas.

Y eso es significante en el país, una nación isleña que fue separada del resto del mundo por cientos de años. Hoy se estima que un 80% de los mamíferos y un 45% de las aves no pueden ser encontrados en ninguna otro hábitat salvaje en la Tierra.

Para los gatos, las especies nativas son una caza fácil. Se cree que estos felinos matan más de 1 millón de aves nativas y 1,7 millones de reptiles en Australia cada día, aseguró a CNN un vocero del Departamento de Medioambiente y Energía de Australia, citando estudios científicos.

Algunas de las otras especies bajo amenaza de los gatos incluyen al Conilurus penicillatus, una especie de roedor que el gobierno califica como “vulnerable”, y el Isoodon auratus, o bandicut dorado.

“No estamos sacrificando gatos por el gusto de hacerlo, y no lo estamos haciéndolo porque los odiamos”

“Tenemos que hacer elecciones para salvar a los animales que amamos, y aquellos que nos definen como nación”, aseguró Andrews.

Críticas poco probables

El gobierno, que anunció su plan de iniciar los sacrificios en 2015, ha comprometido US $5 millones para apoyar a grupos comunitarios pueden enfocarse en la materia. 

Pero el plan ha recibido críticas, y sorpresivamente los conservacionistas están entre quienes lo cuestionan.

Tim Doherti, un ecologista de conservación del la Deakin University en Australia, reafirma que los gatos salvajes dejan un gran número de víctimas en las especies nativas del país, pero cree que el sacrificio está basada en ciencia poco sólida. 

“En aquel entonces, cuando la meta fue establecida en 2015, no sabíamos realmente cuántos gatos habían en Australia”, afirmó, añadiendo que algunas estimaciones de esos tiempos señalaban que eran 18 millones, lo cual dice que está muy por encima de lo real.

“No hay realmente una forma confiable para estimarlo a través de un continente entero, pero si vas a poner una meta, y quieres que sea significativa, necesitarás ser capaz de medir tu progreso hacia allá”, explica.

Otro problema que genera más presión es que meramente matar a los gatos no necesariamente salvaría las vidas de las aves o mamíferos: los gatos necesitan haber estado viviendo en un área que tenga presencia de especies amenazadas, sostiene.

Un gato salvaje en un barrio de Washington DC, en abril de 2014.

Además, se necesita focalizar recompensas en ciertas áreas, dijo Doherty. “Necesitan estar concentradas en lugar de enfocarse en una respuesta como con pistolas de dispersión”, señaló.

Si bien los gatos son un gran problema, el gobierno los ha priorizado por sobre otros problemas de mayor sensibilidad política, como la pérdida de hábitats causados por la expansión urbana, la explotación forestal o la minería. 

“Hay una posibilidad en la que los gatos sean usados como una distracción hasta cierto punto”, dijo. “También necesitamos tener una aproximación más holística e identificar todas las amenazas a la biodiversidad”. 

“Cats to go”

En Nueva Zelandia, han habido llamados a poner un freno a la tenencia de gatos domésticos en su totalidad.

El remoto país isleño, que fue uno de los últimos lugares del planeta en ser alcanzado por los humanos, ya ha anunciado una osada meta: busca ser completamente libre de depredadores para el 2050. 

De acuerdo al gobierno, las ratas, zarigüellas y armiños matan 25 millones de aves nativas cada año.

Nueva Zelandia no tiene mamíferos terrestres nativos aparte de los murciélagos, lo que significa que una amplia variedad de aves -incluyendo el Kiwi, incapaz de volar- fueron capaces de prosperar en una tierra sin depredadores.

Ahora, el 37% de las especies de aves en Nueva Zelandia están siendo amenazadas. Y encima, varias de las aves nativas son poblaciones terrestres, lo que los hace presa fácil para los gatos, de acuerdo al Departamento de Conservación de ese país.

En 2013, un conocido economista neozelandés, Gareth Morgan, desató la ira de los amantes de los gatos -incluyendo el entonces primer ministro, John Key, que tenía uno llamado Moonbeam-, cuando lanzó su campaña “Cats to Go“, alentando a los cat lovers a no reemplazar a sus mascotas cuando murieran.

“Los gatos son los únicos verdaderamente sádicos en el mundo animal, asesinos en serie que torturan sin piedad“, sostuvo en julio del año pasado.

El 2015, la Ministra de Conservación, Maggie Barry, pidió a las autoridades a empezar a reducir a los gatos callejeros para salvar las poblaciones de aves nativas, y llamó a limitar la tenencia de gatos domésticos a uno o dos por hogar. 

De acuerdo a las cifras estimadas por el Consejo de Animales de Compañía de Nueva Zelandia, la población de gatos en los hogares en 2016 creció hasta llegar en torno a 1.134 millones.

Y el año pasado, Omaui, un pequeño pueblo costero en la Isla Sur de Nueva Zelandia, consideró prohibir la tenencia de gatos domésticos en el área. Sin embargo, tuvo que echar marcha atrás a la medida.

“No somos cat haters, pero queremos un medioambiente rico en especies salvajes”, dijo el presidente de Omaui Landcare Charitable Trust, John Collins, en agosto del año pasado.