Bachelet se refirió a estos casos durante una presentación en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU del informe preparado por un equipo de su oficina sobre la situación en Nicaragua, donde detalló que “en al menos tres casos -dos de ellos en el municipio (hondureño) de Trojes- se confirmó que las víctimas habían participado activamente en las protestas de 2018″.
Entre los puntos destacados de su informe, Bachelet señaló que el espacio cívico se ha visto reducido considerablemente a raíz de la crisis política y que esta situación no ha mejorado al día de hoy, lo que se evidencia en la severa restricción de la liberad de expresión y de asociación.
En la misma línea, indicó que tampoco ha parado el acoso a los activistas y líderes comunitarios, indígenas y afrodescendientes que tuvieron posiciones críticas hacia el gobierno de Daniel Ortega, quien envió a Ginebra a su ministro asesor de la Presidencia de Nicaragua para las Relaciones Internacionales, Valdrack Jaentschke, para responder a estas denuncias.
En la reunión, Jaentschke defendió al gobierno y afirmó que la recolección de información del reporte del ACNUDH se efectuó con “criterios parcializados” y no incluyó “actos de terrorismo, asesinato, torturas, secuestros, extorsión y otros delitos de crimen organizado”, que atribuyó a quienes participaron en las protestas.
Desde abril de 2018 cuando estallaron las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega, organismos internacionales de derechos humanos han reportado al menos la muerte de más de 300 opositores a manos de paramilitares y policía, decenas de heridos, cientos de prisioneros y centenares de personas desaparecidas.
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