El período de transición finalizará el 31 de diciembre de este año, tras lo cual habrá sólo 11 meses para negociar su futura relación con Europa. La bandera del Reino Unido se eliminará de todas las instituciones de la UE.
Después de tres años y medio, tres primeros ministros y votaciones aparentemente interminables en el Parlamento desde el referéndum del brexit de 2016, Reino Unido finalmente será el primer país en abandonar la Unión Europea a las 11:01 pm GMT (6 pm ET) del viernes.
A pesar de este evento catastrófico, casi todos los cambios inmediatos serán invisibles para el público. El Reino Unido entrará en el período de transición acordado entre el gobierno británico y la UE. Y los términos de ese acuerdo significan que durante los próximos 11 meses, el Reino Unido seguirá siendo un estado miembro de la UE en todo menos en el nombre.
¿Qué pasa realmente esta noche?
El Reino Unido abandona formalmente la UE. El primer ministro Boris Johnson se dirigirá a la nación en lo que se presume será un mensaje optimista. Otros promotores del brexit festejarán en un estilo más grandioso, ya que se celebrarán fiestas en todo el país, incluida una frente al Parlamento, el organismo que frustró al brexit tantas veces en 2019.
Los votantes por la permanencia realizarán eventos de protesta similares en todo el país.
El ambiente en Bruselas será sombrío. La bandera del Reino Unido se eliminará de todas las instituciones de la UE (una de las cuales se colocará en un museo en Bruselas) y los altos mandos del bloque probablemente harán declaraciones expresando que este es un día triste para Europa y que quieren seguir siendo amigos cercanos de Reino Unido.
¿Qué cambia realmente esta noche?
En teoría, bastante; en la práctica, muy poco. El Reino Unido puede que salga de la UE, pero a partir de las 11:01 pm, seguirá obedeciendo todas las leyes de la UE y los tribunales europeos. En los próximos meses, continuará pagando el presupuesto de la UE y cumplirá con cualquier cambio en la legislación de la UE. Eso significa que las únicas cosas que cambiarán son en gran medida simbólicas. El Reino Unido dejará de tener una representación significativa en las instituciones de la UE y ya no asistirá a ninguna reunión de líderes de la UE. Por lo tanto, obedecerá las reglas de la UE sin tener voz en la política de la UE.
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¿Qué no cambia?
La mayoría de las cosas que realmente afectan a la gente. Las empresas podrán operar normalmente, lo que significa que uno como cliente no se verá afectado. Las personas que viajan a Europa no se verán afectadas durante el período de transición y los ciudadanos de la UE aún podrán moverse libremente por el bloque.
¿Que viene después?
El período de transición del brexit finalizará el 31 de diciembre de este año. Eso significa que el Reino Unido tiene que negociar su futura relación con Europa en solo 11 meses. No llegar a un acuerdo significaría el brexit más difícil posible, causando daños económicos para ambas partes y posiblemente para el resto del mundo. Este es un escenario que ambas partes están ansiosas por evitar, incluso cuando continúan participando en un juego de alto riesgo.
Las negociaciones formales comenzarán el 3 de marzo. Mientras tanto, ambas partes delinearán sus prioridades y marcarán sus límites. Si la historia nos dice algo, es más probable que el Reino Unido retroceda que Bruselas.
Sobre el comercio
La mayor parte de estas negociaciones se centrará en el Reino Unido y la futura relación comercial con la UE. Los acuerdos comerciales suelen llevar años, si no décadas, para negociar. El acuerdo de la UE con Canadá, por ejemplo, tardó siete años en concretarse. Y las negociaciones con la UE son reconocidas por su complicada política interna. El acuerdo con Canadá, por ejemplo, casi cayó en el último obstáculo cuando Valonia, una región de Bélgica, se negó a ratificar el acuerdo. Sin embargo, vale la pena señalar que el acuerdo entre el Reino Unido y la UE comienza desde un punto de alineación total, lo que significa que las comparaciones con otros acuerdos comerciales no son justas.
Pero eso es solo en cuanto al comercio. Todavía hay muchas preguntas sin respuesta acerca de cuánto dinero le pagaría el Reino Unido a la UE a cambio del acceso a su mercado y qué incluiría, si se llegara a algún acuerdo sobre inteligencia, seguridad, aviación y pesca. Y el tema controvertido de lo que sucederá en la frontera irlandesa es probable que aparezca en gran medida en cualquier acuerdo final.
Johnson aún no ha anunciado formalmente sus líneas rojas, pero es seguro decir que su prioridad será sellar un acuerdo de libre comercio que haga que las importaciones y las exportaciones sean lo más sencillo posible, al tiempo que libera al Reino Unido de las estrictas normas de la UE. Si esto se puede lograr, significaría que el Reino Unido continuará comerciando con la UE pero será flexible en cuanto a las regulaciones, una situación que podría ser útil cuando se alcancen acuerdos comerciales con otras naciones como Estados Unidos y China.
“Con la UE, necesitamos una asociación estrecha basada en aranceles y cuotas cero, así como en reconocimiento, adecuación y equivalencia reglamentarios en todas las áreas, incluidos los servicios y servicios financieros”, dice Shanker Singham, un abogado de competencia y comercio. “No estaremos divergiendo de inmediato en todo, pero debemos reservarnos el derecho de hacerlo”.
Este problema de divergencia alarma a muchos en Bruselas. En resumen, si el Reino Unido está dispuesto a divergir de la UE en áreas como impuestos, normas alimentarias y regulación financiera, corre el riesgo de socavar el preciado mercado único de la UE: el activo más valioso de la UE y la moneda de cambio más importante. Y si Bruselas piensa que Johnson tiene planes de debilitar a la UE, no dudará en restringir el acceso al bloque económico más grande del mundo.
“Para la UE, la compensación es simple: si el Reino Unido diverge y ya no cumple con los estándares de la UE, o las empresas británicas obtienen una ventaja competitiva injusta sobre las empresas de la UE, entonces tendrá menos acceso al mercado de la UE”, dice Georgina Wright, experta de la UE en el grupo de expertos del Instituto de Gobierno.
Esta preocupación en Bruselas no es irrazonable. Cuando el Reino Unido señala las relaciones comerciales que la UE tiene con países como Canadá y Japón, pierde de vista dos puntos cruciales. Primero, los acuerdos alcanzados con países externos tenían que ver con aumentar el compromiso. Dado que el Reino Unido se va, se trata de reducir el compromiso. En segundo lugar, el Reino Unido comparte una frontera común con la UE. Y como señala un diplomático de la UE: “Existe una relación directa entre el comercio y la distancia: cuanto más lejos estés, menos comercio tendrás. Así que cuando hablamos de comercio con Canadá, sabemos que su debilitamiento de las normas no tendrá el mismo efecto como el Reino Unido”.
A pesar de esta fría realidad, está claro que ambas partes desean desesperadamente acomodarse mutuamente. La pregunta es si sus objetivos en competencia son compatibles. “Ambas partes quieren mantener relaciones razonablemente fuertes, pero en el lado de la UE esto claramente tiene que ser apropiado con las estructuras y acuerdos existentes”, dice David Henig, director del Reino Unido del Centro Europeo para la Economía Política Internacional.
“En el lado del Reino Unido, se tratará de permitir flexibilidad regulatoria mientras se facilita el comercio. Definir eso con gran detalle será un desafío para ambas partes, aunque a la UE le preocupa que el Reino Unido no entienda esto lo suficiente”.
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La calma antes (y después) de la tormenta
Los guantes de pelea ya están guardados. La ministra de Francia para Europa, Amelie de Montchalin, dijo en una conferencia de prensa el miércoles que “Francia está lista para firmar un acuerdo sobre el brexit muy rápidamente si el Reino Unido se compromete a una alineación regulatoria completa que pueda garantizar que no haya dumping”.
Esa falta de comprensión es la razón por la que todo esto puede ponerse feo. Independientemente de lo que ambas partes puedan decir sobre llegar a un acuerdo de beneficio mutuo, en las negociaciones con la UE, siempre hay un ganador y un perdedor.
El Reino Unido verá como victoria quedarse con su pastel y comérselo: un comercio casi sin fricciones con la UE mientras disfruta de la libertad de hacerlo como le plazca en casa. Podría utilizar la ayuda estatal para dar a las empresas británicas una ventaja competitiva o reducir las tasas impositivas para atraer la inversión extranjera de manera que ignoraría las normas de la UE sobre competencia.
Para la UE, abrazar fuerte al Reino Unido y evitar que se arroje hacia un rival económico, por ejemplo, Estados Unidos, sería una victoria. Los promotores del brexit han hablado durante mucho tiempo de los acuerdos comerciales globales como la ventaja de este, y ninguna victoria sería más dulce que un acuerdo de amplio alcance con la única hiperpotencia del mundo.
Pero el Reino Unido finalmente se dará cuenta que en los acuerdos comerciales con la UE y Estados Unidos será el socio más pequeño y, en cierta medida, se esperará que acepte las condiciones.
El tiempo se acaba. Johnson ha dicho que no tiene intención de extender el período de transición. Si va a lograr concesiones de la UE y obtener un acuerdo que haga parecer que el brexit valió la pena, tendrá que esperar que los temores europeos de divergencia y el período relativamente corto para lograr un acuerdo centren la atención en Bruselas.
Durante prácticamente todo 2019, la política establecida británica se estaba desquiciando sobre si evitaría o no un brexit sin acuerdo. Conseguir un acuerdo del brexit a través del Parlamento absorbió la vida de la política británica. Cuando Boris Johnson finalmente ganó la mayoría parlamentaria en diciembre pasado, vino un cierto grado de calma ya que se había eliminado el obstáculo clave para lograr el brexit.
Ahora, Johnson enfrenta 11 meses de negociaciones infernales con una nueva amenaza de no llegar a un acuerdo al final del túnel. Él tiene otras fichas de negociación a su disposición: la UE está muy interesada en llegar a un acuerdo sobre áreas distintas del comercio, como los derechos de pesca, el intercambio de datos y la seguridad. Johnson podría aceptar esto para obtener un acuerdo comercial más atractivo.