Brenton Tarrant fue sentenciado por los cargos de terrorismo, 51 de asesinatos y 40 tentativas de asesinato tras el ataque perpetrado en Christchurch en marzo de 2019. El sujeto rechazó hacer uso de su derecho a hablar durante el juicio.
(EFE) – El supremacista blanco australiano Brenton Tarrant fue condenado este jueves a cadena perpetua por el atentado contra dos mezquitas de la localidad neozelandesa de Christchurch en marzo de 2019, en el que murieron abatidas a tiros 51 personas. Una masacre que conmocionó a la plácida Nueva Zelandia.
La condena supone la culminación de un proceso en el que Tarrant fue acusado de terrorismo, 51 de asesinatos y 40 tentativas de asesinato y en el que se dio la oportunidad de expresarse a 90 víctimas y familiares de víctimas del atentado.
Estas son las claves del atentado supremacista, de sus consecuencias, tanto legales como políticas, y el subsecuente proceso judicial.
Media hora que sacudió a un país
El 15 de marzo de 2019 en torno a las 13.00 hora local, Tarrant, de 28 años y ciudadanía australiana, entró en la mezquita de Al Noor, en la tranquila ciudad de Christchurch, cuando se estaba celebrando el rezo de los viernes y mató a tiros a 42 personas con un arma semiautomática.
Después, el supremacista caminó al cercano Centro Islámico de Linwood, donde acabó con la vida de otras siete personas disparando desde el exterior, antes de que un feligrés lograra pararle lanzándoles un lector de tarjetas bancarias.
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Tarrant, que retransmitió en directo parte del ataque a través de las redes sociales, había escrito un manifiesto de 74 páginas lleno de invectivas contra los musulmanes en el que se definía como “racista” y “fascista”.
Tras el ataque huyó en automóvil y fue detenido posteriormente por la Policía.
Un juicio inusual
En un principio, Tarrant rechazó los 92 cargos que se le imputaban, pero el pasado 26 de marzo dio un giro de 180 grados y se declaró culpable de los mismos, durante una sesión del Tribunal Superior neozelandés celebrada por videoconferencia debido a las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19.
El acusado además ha cambiado varias veces de parecer respecto a su representación legal, dado que en un principio expresó que la asumiría él, después se hicieron cargo los abogados Shane Tait y Jonathan Hudson, y finalmente, a mediados del mes pasado se anunció que él asumirá su defensa.
Al haberse declarado culpable de todos los cargos, el supremacista tenía garantizada una condena en el juicio y el pasado lunes comenzó una serie de cuatro sesiones en las que pudieron hablar unos 90 supervivientes y familiares, pero Tarrant rechazó hacer uso de su derecho a la palabra en el último momento.
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Los testimonios de las víctimas
Durante los tres días de testimonios de las víctimas, Tarrant escuchó impasible encerrado en un cubículo con paredes de cristal, mientras se sucedían declaraciones marcadas por emociones fuertes y encontradas como el dolor, el odio, la indignación, la rabia y la compasión, así como también la dignidad y el orgullo.
Tarrant escuchó una y otra vez que como lo llamaban cobarde por atacar a musulmanes indefensos que oraban en las mezquitas, entre ellos niños como Mucaad Ibrahim, de 3 años, a quien disparó mientras se aferraba a la pierna de su padre.
“Has matado a mi hijo, pero para mí has matado a toda Nueva Zelandia”, le reclamó a Tarrant Aden Diriye, padre de Mucaad, la menor de las víctimas.
Reformas legales
Tres días después del atentado, el Gobierno de Nueva Zelandia decidió iniciar una reforma de la ley de armas, ya que Tarrant, que carecía de antecedentes penales, había obtenido su licencia de tenencia de armas neozelandesa en noviembre de 2017 tras cumplir con todos los requisitos legales.
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Entre las medidas, aprobadas en junio del año pasado, se endurecieron los requisitos para obtener una licencia de armas, se prohibieron las semiautomáticas, se prohibió que los extranjeros compraran armas en el país y se introdujo un sistema de alerta para que la Policía pueda intervenir en caso de detectar una conducta sospechosa por parte de un propietario de un arma de fuego.
La empatía de la primera ministra
La respuesta firme y empática de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, al atentado terrorista hizo que ascendiera enormemente su popularidad.
El liderazgo mostrado por la joven política laborista, que no dudó en calificar el ataque de terrorista, se negó a mencionar por su nombre al presunto autor para negarle la notoriedad y anunció la reforma de la ley de tenencia de armas fue muy reconocida en su país y la hizo famosa mundialmente.
La primera ministra fue además aplaudida por consolar a las víctimas y a sus familias, mostrar respeto a sus creencias al vestir un velo islámico y convertir el dolor de la minoría musulmana en el de todo el país en un discurso en el que dijo: “somos uno, ellos somos nosotros”.