El escritor chileno-estadounidense Ariel Dorfman analizó "las mayores protestas en Chile desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet" que comenzaron en octubre pasado, haciendo una crítica al foco de la discusión que algunos partidos políticos han planteado.
El escritor chileno-estadounidense Ariel Dorfman, autor de obras como La muerte y la doncella, Konfidenz y Rumbo al Sur, publicó una columna en The New York Times en la que cuestiona el manejo de las élites tras el estallido social.
“¿Puede una élite política canalizar y resolver las demandas de un movimiento radicalizado y descontento de ciudadanos, la mayoría de los cuales son jóvenes, impacientes y conocedores de las redes sociales, cuando hasta ahora se ha mostrado ciega a las necesidades de la gran mayoría de la población?”, se pregunta el dramaturgo en el medio estadounidense.
Dorfman sostiene que “un aumento en las tarifas del Metro de Santiago desencadenó las mayores protestas en Chile desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet”. En estas, la ciudadanía ha denunciado “la corrupción de la élite, la desigualdad, los altos precios y los bajos salarios”, además del sistema de pensiones “que dejó a muchas personas mayores en una pobreza extrema”.
Teniendo en consideración la baja aprobación que el Gobierno y el Congreso Nacional tienen, Dorfman se cuestiona si las medidas que han tomado han servido para apaciguar las demandas de los manifestantes, quienes semana a semana siguen reuniéndose en los centros de las distintas regiones del país.
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“La rebelión, respaldada por millones de chilenos que han inundado las calles, deriva de una profunda frustración con el modelo de desarrollo económico neoliberal que ha dominado la existencia del país durante casi cinco décadas y que no ha brindado la prosperidad prometida y la igualdad de oportunidades”, sostiene el escritor.
Y si bien Ariel Dorfman destacó que “los partidos políticos de derecha que siempre habían defendido rotundamente la Constitución fraudulenta de 1980 de Pinochet” se sumaran al acuerdo que dio paso al proceso constituyente, lamentó que tras los casos de saqueo y destrucción de propiedad pública el énfasis de la discusión pasara a ser el resguardo del orden, “en lugar del cuestionamiento urgente del modelo económico y político”.
“Secciones de la derecha chilena, nostálgicas por los años de Pinochet, ya han comenzado a retroceder ante la necesidad de una nueva constitución y están patrocinando medidas represivas severas contra los derechos de reunión y libertad de expresión”, asegura Dorfman.
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Ante este panorama, el escritor plantea que “queda por ver si Chile podrá, en los estresantes meses por venir, enfrentar los desafíos sociales, económicos y políticos que plantea la revuelta“.
“Si los chilenos, principalmente pacíficos, logran una tarea tan aparentemente difícil de resolver –tender un puente en el abismo entre los manifestantes recalcitrantes y una élite temerosa que se aferra al poder-, esta profundización de la democracia podría mostrar a otras naciones una forma de lidiar con divisiones similares”, concluye Ariel Dorfman.