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Las órdenes médicas que Donald Trump no ha querido seguir

Por CNN Chile

09.02.2019 / 15:30

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El presidente, famoso por su amor a la comida rápida, fue reacio a cambiar sus hábitos alimenticios o utilizar la sala de fitness de la Casa Blanca.


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no quedó muy contento el año pasado cuando su médico personal le recomendó ponerse a dieta, comenzar a hacer ejercicio y establecer una meta de perder varios kilos.

El presidente, famoso por su amor a la comida rápida, fue reacio a cambiar sus hábitos alimenticios o utilizar la sala de fitness de la Casa Blanca que sus predecesores más recientes habían utilizado para mantenerse en forma. En cambio, probó el lenguado preparado por los chefs de la Casa Blanca.

“Dijo algo como ‘mi****, ¿tengo que comer sano?’ Y luego se le preparó este delicioso lenguado en la Casa Blanca y realmente le gustó”, dijo un funcionario de la Casa Blanca.

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Pero para un hombre en sus 70 años, con colesterol alto, una enfermedad cardiaca común y una inclinación por las hamburguesas y las papas fritas, la cena ocasional de pescado podría no haber sido lo que su médico le había ordenado.

Un poco más de un año después, Trump se someterá a su segundo examen físico como presidente el viernes en el hospital militar Walter Reed. Mientras se prepara para la cantidad de pruebas para evaluar su salud física, fuentes cercanas a él dicen que ha tenido algunos cambios menores para mejorar su dieta. ¿Pero un régimen de ejercicios? Eso sigue siendo un pendiente para el presidente de 72 años.

“El presidente recibió un plan de dieta y ejercicio el año pasado después de su examen físico anual, pero admite que no lo ha seguido religiosamente”, dijo Hogan Gidley, el principal subsecretario de prensa de la Casa Blanca.

Falta de ejercicio

Casi doce funcionarios de la Casa Blanca y fuentes cercanas a Trump dijeron que no creen que haya pisado el gimnasio de la residencia de la Casa Blanca, manteniendo su punto de vista de que el ejercicio sería una pérdida de energía, algo que él siempre ha promocionado como uno de sus mejores atributos.

Esto a pesar de la insistencia del entonces médico de cabecera Ronny Jackson de que el presidente “estaba más entusiasmado con la parte de la dieta que con el ejercicio … vamos a hacer ambas cosas”.

En comparación, los predecesores más recientes de Trump fueron fanáticos del ejercicio. El presidente Barack Obama jugó al baloncesto hasta que sus rodillas comenzaron a preocuparlo, pasando luego a trabajar en máquinas en la residencia de la Casa Blanca.

El presidente George W. Bush solicitó que se instalara equipo entrenamiento, incluyendo una máquina elíptica y pesas, en una cabaña junto a la piscina muy cerca de la Oficina Oval, y pidió que se instalara una caminadora plegable en el Air Force One. También era un fanático de la bicicleta.

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Los asesores de la Casa Blanca, sin embargo, están seguros de que Trump no había seguido el consejo de su médico sobre el ejercicio. Cuando el año pasado se le preguntó en una entrevista con Reuters sobre si se estaba ejercitando, el presidente señaló sus poco frecuentes caminatas desde la Casa Blanca hasta el edificio de la Oficina Ejecutiva Eisenhower.

“Yo hago ejercicio. Quiero decir que camino, esto, eso”, dijo Trump. “Corro hacia un edificio de al lado. Hago más ejercicio de lo que la gente piensa”.

Con frecuencia Trump ha ido a campos de golf durante su presidencia, y es la única forma de ejercicio que realiza, aunque usa un carrito de golf entre hoyos. Pero el reciente cierre parcial del gobierno interrumpió su régimen de golf, manteniéndolo alejado del campo durante 69 días seguidos, un récord durante sus más de dos años en el cargo.

Carne roja y papas fritas

Aunque la dieta de Trump ha cambiado algo —y los chefs de la Casa Blanca trabajan con un dietista para crear comidas más saludables— el presidente todavía disfruta de la comida rápida y la carne roja bien cocida. Cuando el equipo de fútbol de la Universidad de Clemson visitó la Casa Blanca el mes pasado, Trump los recibió con una variedad de hamburguesas, nuggets de pollo y papas fritas de una variedad de cadenas de comida rápida.

Durante una visita a su hotel en Washington la semana pasada, el presidente cenó bistec, camarones y papas fritas, según una persona que lo vio comer.

Trump también ha pedido comida de su hotel, que los asistentes o el personal recogen y llevan a la Casa Blanca, de acuerdo con una persona familiarizada con las órdenes. Esos pedidos son usualmente bistecs bien cocinados.

Cuando CNN preguntó sobre cualquier cambio en la dieta del presidente, algunas personas cercanas a Trump dijeron que no habían notado ninguna. Otros dijeron que notaron menos carnes y más pescado en su plato.

El examen físico del año pasado

Las preguntas sobre la salud del presidente se han mantenido durante toda su presidencia, pero se enfocaron hace un año cuando su examen físico reveló que estaba en el límite de la obesidad. Un escáner de calcio coronario reveló que tenía una forma común de enfermedad cardíaca. Jackson reveló que los niveles de LDL o “colesterol malo” de Trump también estaban aumentando, lo que llevó a los médicos del presidente a aumentar la dosis de Crestor que le recetaron.

A pesar de todo esto, Jackson insistió en que Trump estaba en “excelente estado de salud”.

La evaluación de Jackson de la salud del presidente y su broma desde el podio de la Casa Blanca de que Trump “podría vivir hasta los 200 años” si mejoraba su dieta rápidamente fue criticado por algunos profesionales médicos, incluso de la unidad médica de la Casa Blanca.

Cuatro miembros actuales y anteriores de la Unidad Médica de la Casa Blanca le dijeron a CNN que estaban avergonzados de la evaluación optimista de Jackson sobre la salud de Trump a pesar de que los datos publicados muestran claramente una imagen diferente.

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“Fue una vergüenza para la medicina militar”, dijo un exmédico de la Casa Blanca a CNN. “Pensé que era muy falso. Realmente creo que estaba muy libreteado”.

“Estás siendo muy hipócrita cuando dices que tiene una excelente salud”, agregó el médico.

Jackson también reveló los resultados de una prueba cognitiva, que Trump insistió en tomar cuando surgieron preguntas sobre su agudeza mental después de que el autor Michael Wolff describiera a un presidente errático y disperso citando relatos de exasesores y otros.

Jackson dijo que Trump había recibido una puntuación perfecta en el examen y agregó que tal evaluación normalmente no habría sido parte del examen físico anual, a menos que el paciente lo haya solicitado.

Si bien Jackson defendió la agudeza mental de Trump, diciendo que encontró al presidente “muy agudo”, la Evaluación Cognitiva de Montreal que se le aplicó puede identificar algunos problemas cognitivos como las primeras etapas de la demencia, pero no pretende descartar todas las deficiencias cognitivas o deficiencias mentales.

La aparición de Jackson en la sala de informes de la Casa Blanca fue una anomalía; los anteriores médicos de la Casa Blanca solían revelar detalles de la salud del presidente en papel, haciendo breves declaraciones de que encontraron al comandante en jefe apto para el deber, pero raramente expandiéndose más allá de un conjunto de cifras y resultados.

El último médico de la Casa Blanca en informar a los reporteros regularmente en persona fue el doctor William Lukash, médico del presidente Gerald Ford.

La difícil situación del doctor Jackson

Trump, sin embargo, estaba encantado con el periodo de Jackson en el podio de la Casa Blanca, y se lo dijo a sus asesores en los siguientes días. Dos meses después, el presidente nominó a Jackson para ocupar el cargo de secretario de Asuntos de Veteranos.

Pero una serie de denuncias de comportamiento impropio llevaron a Jackson a retirarse de la posible nominación un mes después, incluso cuando rechazó las acusaciones como “completamente falsas e inventadas”.

Las acusaciones llevaron al inspector general del Departamento de Defensa a iniciar una investigación a Jackson, pero Trump no ha vacilado en su afinidad por el persuasivo texano.

Aunque Jackson sigue siendo sujeto de una activa investigación del Departamento de Defensa, Trump lo promovió el sábado al puesto de asesor del presidente y asesor médico en jefe. También volvió a presentar su nominación para que Jackson reciba una promoción militar para ser almirante de dos estrellas. Esa nominación no avanzará mientras la investigación del Departamento de Defensa continúe, dijeron dos asesores del Senado a CNN.

“El presidente Trump, al igual que los x presidentes George W. Bush y Barack Obama, ve al doctor Ronny Jackson como un excelente médico y asesor médico de confianza”, dijo un funcionario de la administración. “En su nueva función como asesor médico en jefe, el doctor Jackson pasará de brindar atención médica a usar su amplia experiencia médica para proporcionar asesoramiento de política técnica al poder ejecutivo”.

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Nuevo médico, viejos hábitos

Aunque Jackson renunció a su cargo de médico del presidente después de retirarse como candidato a Asuntos de los Veteranos, nunca abandonó la unidad médica de la Casa Blanca.

Jackson, sin embargo, no participará en el examen físico de Trump el viernes.

En cambio, el examen del presidente probablemente será supervisado por el doctor Sean Conley, un comandante de la Marina que fue el sucesor de Jackson como médico del presidente.

Conley, quien sirvió en Afganistán, ha mantenido un perfil más bajo en el trabajo. Hace parte de un grupo rotativo de médicos que acompañan al presidente en viajes y planes para contingencias médicas.

Por el momento, no se espera que él ofrezca una sesión informativa pública sobre la salud de Trump, si no que optará por una declaración escrita.

Aún está por verse lo que revelará. Como su paciente, el presidente tendrá que firmar la autorización de cualquier información médica que se divulgue públicamente.

Sobre lo físico, Trump mostró pocas señales de que estaba haciendo un esfuerzo de última hora para perder peso. Regresó al campo de golf el sábado, jugando una ronda en Florida con dos leyendas: Tiger Woods y Jack Nicklaus.

Luego volvieron a la casa club, donde la orden normal de Trump incluye una hamburguesa con queso o unos cuantos perritos calientes.