El informe del IPCC subraya que será necesario reducir el desperdicio de alimentos y el consumo de carne si queremos recortar las emisiones globales.
Ambos son grandes contribuyentes al calentamiento global. El desperdicio de alimentos produce entre 8 y 10% de las emisiones globales, y el ganado, 14,5%, según WWF.
De acuerdo con el informe, entre el 25 y el 30% de todos los alimentos producidos nunca se come, mientras que 821 millones de personas en todo el mundo padecen desnutrición.
Si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer mayor emisor después de EE. UU. y China, según el Programa de Acción de Residuos y Recursos (WRAP), una organización sin fines de lucro que trabaja para reducir el desperdicio global.
“El hecho de que más de mil millones de toneladas de alimentos nunca se consuman mientras una de cada nueve personas se va a la cama con hambre es una burla”, dijo Claire Kneller, directora de alimentos en WRAP.
Si se quiere alcanzar el objetivo de las Naciones Unidas de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030, los países deberían comenzar a medir el desperdicio y adoptar su propio objetivo de reducción, según Kneller.
“No atajaremos el impacto del cambio climático si no arreglamos nuestro sistema alimentario global”, dijo.
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Necesitamos restaurar los sumideros de carbono naturales
Los bosques y los humedales son sumideros de carbono importantes, pero las actividades humanas los han disminuido considerablemente, advierte el IPCC, y su capacidad para capturar carbono podría continuar disminuyendo dependiendo de las acciones humanas.
Entre 2007-2016, la tierra eliminó el 29% de las emisiones totales de CO2 de la atmósfera.
Las turberas, un tipo de humedales, pueden retener carbono durante siglos, pero las sequías, inundaciones e incendios forestales cada vez más intensos podrían desencadenar la liberación de carbono del suelo.
La gestión sostenible del suelo y la agroforestería son soluciones clave que “permiten el embargo de carbono en el suelo o la vegetación”, señala el informe.
La restauración de la tierra “representa una oportunidad fantástica para extraer carbono de la atmósfera”, dijo Cornelius.
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El cambio climático amenaza la seguridad alimentaria
“El sistema alimentario es al mismo tiempo causa y víctima del cambio climático”, según Joao Campari, quien dirige la práctica alimentaria global de WWF.
El cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones, que destruyen los cultivos y la infraestructura agrícola vital.
No es solo el clima extremo el que amenaza la agricultura: el cambio climático también está cambiando los tipos de cultivos que pueden crecer en ciertos lugares al hacer que estos sean demasiado calurosos o demasiado secos.
Campari le dijo a CNN que el sistema alimentario debe ser reformado “urgentemente” para evitar un calentamiento global catastrófico.
La producción de alimentos utiliza el 34% de la tierra en todo el mundo y contribuye hasta el 75% de la deforestación, dijo.
Para evitar los peores efectos del cambio climático, los humanos deben dejar de convertir la tierra y destruir el suelo con fertilizantes y talar árboles, dijo Campari, y agregó que ya tenemos suficientes tierras de cultivo para alimentar a la población mundial.
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La bioenergía no es la respuesta
En su informe del año pasado, el IPCC advirtió que mantener las temperaturas globales a 1,5 ° C por encima de los niveles preindustriales requeriría eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera, utilizando técnicas como la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS).
Pero en su último informe, el IPCC dice que implementar rápidamente esta tecnología a gran escala “podría aumentar considerablemente la demanda de conversión de tierras”.
Incrementar la producción de bioenergía mediante el uso de fertilizantes y riego podría erosionar el suelo, aumentar la escasez de agua y amenazar la seguridad alimentaria, señala el informe.
Claudia Ringler, subdirectora del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), le dijo a CNN que los biocombustibles no son una solución que pueda crecer.
El mundo tendría que convertir 7,2 millones de kilómetros cuadrados, el 45% de las tierras de cultivo de la Tierra, en cultivos de bioenergía para mantener las temperaturas globales a 1,5 ° C, de acuerdo con el escenario más intensivo en cuanto a energía descrito en el informe del IPCC de 2018.
“No es posible, no al ritmo que proponen”, dijo Ringler, quien explicó que la conversión de esta enorme cantidad de tierras conduciría a un gran aumento en los precios mundiales de los alimentos y generaría inseguridad.