El partido Republicano se quedó con el control del Senado, mientras que los demócratas lograron retomar después de 8 años la mayoría en la Cámara de Representantes.
El Partido Demócrata recuperó el martes el control de la Cámara de Representantes y ahora está listo para ejercer un importante control institucional del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, además de romper con el monopolio republicano en el Congreso y marcar el inicio de una generación política más joven, más femenina y de mayor diversidad racial.
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Pero el Partido Republicano reforzó su mayoría en el Senado después de unas agudas elecciones intermedias que consagraron las profundas divisiones del país y le dio forma a un muy contencioso campo de batalla rumbo a la carrera presidencial de 2020.
Las tendencias opuestas en la Cámara de Representantes y el Senado subrayan el abismo político que existe entre los liberales diversos y ricos que viven en las grandes ciudades y sus suburbios, y el bloque de votantes de mayoría blanca, de clase trabajadora y del conservadurismo rural para quienes Trump sigue siendo una figura icónica.
En su primera reacción a una noche variada, Trump eligió celebrar el éxito republicano aun cuando la derrota en la Cámara de Representantes muestra que su historial de romper los convencionalismos políticos no logró desafiar a la tradicional maldición de las primeras intermedias que enfrentaron muchos de sus predecesores.
“Tremendo éxito esta noche. ¡Gracias a todos!”, tuiteó Trump.
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Pero la nueva mayoría en la Cámara de Representantes representará un peligroso problema para el presidente, quien ahora deberá estar preparado para la novedosa experiencia de tener un Capitolio con comisiones encabezadas por demócratas que prometen limitar su poder como los republicanos nunca lo intentaron.
Nancy Pelosi, la exportavoz de la cámara, quien ahora podría volver a serlo, prometió que la nueva mayoría trabajaría para frenar a la Casa Blanca, así como para mejorar el sistema de salud, bajar los precios de las medicinas y proteger a millones de estadounidenses con condiciones médicas preexistentes.
“Este día va más allá de demócratas y republicanos. Se trata de restaurar los controles de la Constitución sobre el gobierno de Trump”, dijo Pelosi.
Los demócratas podrían ganar más de 30 asientos en la Cámara de Representantes, por encima de los 23 que necesitaban para retomar el control por primera vez en ocho años.
Pero perdieron un importante terreno en el Senado, entregando los asientos que tenían en Missouri, Indiana y Dakota del Norte, donde Trump sigue siendo muy popular. Con varias contiendas aún sin ganador definido, la ventaja republicana podría ampliarse.
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Además, los corazones liberales resultaron rotos en varias carreras importantes muy disputadas, como el fracaso de Andrew Gillium en su intento de ser el primer gobernador negro de la Florida y la derrota de Beto O’Rourke, una estrella en ascenso, ante el senador Ted Cruz en Texas.
No obstante, la ajustada derrota de O’Rourke probó su habilidad para competir aun en territorio conservador y él podría hacer ruido como potencial candidato presidencial en 2020.
¿Qué sigue para Trump?
Mucho dependerá de la reacción de Trump ante lo que indudablemente es una reprimenda de los votantes a una presidencia que se ha desarrollado en medio de un caos institucional, desgarrada por las divisiones culturales y raciales y que a menudo ha pisoteado la verdad y los hechos.
Dado su historial y su personalidad, es poco probable que el presidente reflexione sobre la guerra cultural que libró en los últimos días de campaña y cambie su enfoque. Lo cierto es que él podría decir que fue exactamente ese tipo de enfoque lo que estuvo detrás de un desempeño republicano mejor de lo esperado en las contiendas en el Senado.
Pero los críticos argumentarán que con su incesante preocupación por reforzar el respaldo de sus más fervientes seguidores y sus furiosas aventuras se corre el riesgo de profundizar el daño sufrido especialmente entre las votantes con educación universitaria, de una forma que podría comprometer severamente sus esperanzas de ganar la reelección en dos años.
El presidente vio cómo iban dándose los resultados después de cenar con su familia en la Casa Blanca.
Estuvo acompañado por el megadonante republicano Sheldon Adelson; el director ejecutivo de Blackstone, Stephen Schwarzman, y de sus exasesores de campaña David Bossie y Corey Lewandowski, según una fuente familiarizada con la lista de invitados.
Otras dos fuentes cercanas a la Casa Blanca dijeron que Trump ya estaba culpando de la derrota en la Cámara de Representantes al saliente portavoz republicano Paul Ryan.
“Él está verdaderamente molesto con Ryan”, dijo una fuente, por “todo”.
Drew Hammill, asesor de Nancy Pelosi, tuiteó el martes por la noche que el presidente había llamado a la líder demócrata a las 11:45 p.m. ET “para ofrecer sus felicitaciones por el triunfo demócrata en la Cámara de Representantes”.