Este domingo, 2 de junio, México celebra sus elecciones más grandes en la historia, con 98 millones de votantes. Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez son las favoritas para la presidencia. El año coincide con el respectivo proceso electoral de Estados Unidos, de quien es el principal socio comercial, y destaca temas claves como comercio, migración y narcotráfico.
(CNN) — Con más de 98 millones de electores, unos 70 mil candidatos y más de 20 mil cargos públicos en juego, las elecciones generales de este domingo, 2 de junio, serán las mayores de la historia de México.
Pero no es sólo la enorme magnitud del acontecimiento lo que lo hace tan importante a los ojos de los observadores del otro lado de la frontera, en Estados Unidos.
Por primera vez en la historia, el país se prepara para elegir a su primera presidenta. Los dos candidatos favoritos son mujeres: Claudia Sheinbaum, del partido Morena, respaldada por la coalición gobernante Sigamos Haciendo Historia, y Xóchitl Gálvez, respaldada por una coalición de partidos de la oposición.
La votación también es importante, porque cae en el mismo año que las elecciones presidenciales estadounidenses -algo que sólo ocurre una vez cada 12 años- y llega en un momento de transición en la relación entre ambos países.
Xóchitl Gálvez, candidata presidencial por una alianza de partidos de la oposición, se reúne con simpatizantes en Ciudad de México el 17 de mayo. Quetzalli Nicte-Ha/Reuters vía CNN Newsource
“Se acabaron los años en los que Estados Unidos sólo quería un México seguro y estable. Ahora también está interesado en un país con buenas políticas públicas”, dijo Rafael Fernández de Castro Medina, director del Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California en San Diego, señalando el alza de latinos en EE.UU. y los crecientes lazos entre ambos países.
He aquí un repaso a algunos de los temas más importantes que afectan a la relación entre Estados Unidos y México y que se verán influidos por la votación del domingo.
El rol de la economía
México se convirtió el año pasado en el primer socio comercial de Estados Unidos, superando a China y Canadá.
Según los expertos, esto se debe en gran medida a que cuestiones geopolíticas como la pandemia, el legado de la guerra comercial de Trump contra China y la guerra en Ucrania fomentaron el near-shoring —la reubicación de las cadenas de suministro más cerca de casa—, lo que impulsó las importaciones estadounidenses desde México y su inversión en el país.
Para facilitar este cambio fue clave la creación del acuerdo comercial USMCA, que entró en vigor en 2020 entre México, Estados Unidos y Canadá.
“El USMCA ofreció, en ese contexto favorable, un marco jurídico regulatorio que dio mucha certidumbre a los tres países de América del Norte, y México ha aprovechado las oportunidades y fortalecido sus aranceles preferenciales para que esto suceda”, explicó Lila Abed, directora del Instituto México del Wilson Center.
Claudia Sheinbaum, candidata presidencial del partido gobernante Morena, en un acto de campaña en Ciudad de México el 16 de mayo. Raquel Cunha/Reuters vía CNN Newsource
Sin embargo, no todo ha sido coser y cantar. El cumplimiento del USMCA por parte de México ha sido un tema de discordia entre la administración del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y las del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su predecesor, Donald Trump.
“El próximo presidente de México tendrá que lidiar con una serie de disputas legales que Estados Unidos, apoyado por Canadá, ha interpuesto en el marco del USMCA”, señala Abed.
“Estos van desde la prohibición (de López Obrador) a la importación de maíz transgénico para consumo humano; el giro hacia una política energética nacionalista, que ha afectado las inversiones estadounidenses en electricidad e hidrocarburos, así como la poca importancia que se le da a las energías limpias”, explicó.
Según Abed, quien gane la presidencia mexicana el 2 de junio tendrá que hacer frente a una demanda interpuesta por Estados Unidos sobre estas cuestiones. También tendrá que renegociar el acuerdo cuando se renueve en 2026.
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Muchos analistas creen que EE.UU. está actualmente restando importancia a las disputas sobre el USMCA con la esperanza de que esto pueda aliviar las diferencias en otras áreas, tanto en cuestiones internas mexicanas -como las supuestas violaciones de los derechos humanos, el trato del gobierno a los periodistas y el aumento de los asesinatos políticos- como en preocupaciones bilaterales como la inmigración y el narcotráfico.
“Es muy transaccional. México aceptó manejar parcialmente la crisis migratoria en Estados Unidos, manteniendo a los inmigrantes en territorio mexicano y encargándose de su deportación, a cambio de que Estados Unidos no activara estas demandas”, dijo Raquel López Portillo Maltos, secretaria ejecutiva del grupo de jóvenes del think tank Consejo Mexicano de Relaciones Exteriores (Comexi).
Jorge Alberto Schiavon Uriegas, vicepresidente del Centro de Estudios y Análisis sobre la Política Exterior de México, dijo que López Obrador siguió una política de quid pro quo tanto con Trump como con Biden, y esto posiblemente continuaría con Sheinbaum, de resultar electa.
“México se comprometió a abordar los dos principales temas mexicanos que afectan a Estados Unidos y que determinarán las próximas elecciones: la migración y el fentanilo. A cambio, Estados Unidos redujo drásticamente sus críticas a la debilidad democrática e institucional de México, y redujo sus intervenciones, dejando más espacio para la política interna de López Obrador”, dijo Schiavon Uriegas.
Migración: México, ‘parte del muro de Trump’
Aunque la migración a través de la frontera de más de 1.200 kilómetros es una preocupación compartida, la cuestión ocupa un lugar mucho más bajo en la agenda de los políticos mexicanos que en la de los estadounidenses, donde podría ser un factor decisivo en las elecciones de noviembre, según Carin Zissis, redactora jefe del sitio web Americas Society/Council of the Americas.
“Los discursos de Sheinbaum y Gálvez sobre migración no son ni muy fuertes ni muy diferentes entre sí, ni abordan demasiado qué hacer con los migrantes en el país”, dijo.
“Prueba de ello es que, durante el último debate presidencial, cuando se abordó la migración, el ángulo principal fueron los migrantes mexicanos que viven actualmente en EE.UU.; estaban hablando a sus votantes potenciales al norte de la frontera y a la comunidad latina en general, que es grande y poderosa debido a las remesas”.
El problema para los políticos estadounidenses es que necesitan el apoyo de sus homólogos mexicanos para que sus políticas de inmigración tengan éxito.
Trabajadores empacan aguacates para exportación en el rancho del grupo aguacatero Los Cerritos en Ciudad Guzmán, estado de Jalisco, México, 10 de febrero de 2023. México se convirtió en el primer socio comercial de Estados Unidos en 2023. Ulises Ruiz/AFP/Getty Images vía CNN Newsource
Zissis puso el ejemplo de cómo López Obrador había convertido a México en “parte del muro de Trump” al enviar a “miles de miembros de la Guardia Nacional y del Ejército para encargarse del control migratorio. Asimismo, planteó que “Trump no tenía que construir el muro, porque México es el muro”.
Abed, del Instituto de México, dijo que el próximo presidente de México se enfrentará a un dilema diferente al de los líderes anteriores, porque ha pasado de ser simplemente un país de tránsito, por el que pasaban los inmigrantes en su camino hacia Estados Unidos, a ser, en muchos casos, su parada final.
“La reacción del gobierno de López Obrador ha sido transportar a los migrantes que esperan en la frontera entre México y Estados Unidos hacia el sureste del país y dejarlos ahí. Las autoridades migratorias están rebasadas, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) también, los centros donde se alojan los migrantes son muy precarios, los migrantes —específicamente los menores no acompañados y las mujeres, así como los jóvenes— están en riesgo ante el crimen organizado y los traficantes de personas, y sus derechos humanos podrían ser violados”, detalló Abed.
Dijo que el próximo Gobierno mexicano tendrá que asumir la responsabilidad de esta gran población migrante, “y decidir si se les da una visa temporal, si se les permite trabajar, si tendrán acceso a servicios médicos, etc”.
Fentanilo y narcotráfico
La seguridad es otro pilar de la relación bilateral, sobre todo en lo que respecta al floreciente tráfico transfronterizo de drogas que asola a ambos países.
Mientras Estados Unidos se enfrenta a una crisis sanitaria interna por la cantidad de fentanilo que circula por sus calles, México se enfrenta a un aumento de la violencia vinculada a los cárteles, incluso en vísperas de las elecciones, que se han visto empañadas por decenas de intentos de asesinato y otros actos de violencia política.
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“México ha avanzado en el desmantelamiento de laboratorios clandestinos de drogas, pero el próximo gobierno debe hacer más para detener la entrada por puertos marítimos de precursores químicos provenientes en su mayoría de China, porque después es cuando caen en manos del crimen organizado para producir estos opioides sintéticos”, dijo Abed.
“Pero Estados Unidos también tiene que desmantelar la red de traficantes dentro (de sus propias fronteras). Es decir, una vez que llega el fentanilo, su distribución por todo el territorio no es mágica. Hay una importante red de crimen organizado en Estados Unidos que la administración debe detener, llevar a juicio y cuyas actividades debe restringir”, añadió.
Un guardia de seguridad mexicano es visto al otro lado de la frontera en Piedras Negras, una ciudad de México, mientras los inmigrantes esperan a ser procesados en un centro de tránsito de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos después de cruzar la frontera en Eagle Pass, Texas, el 22 de diciembre de 2023. Chandan Khanna/AFP/Getty Images vía CNN Newsource
Un tema que Estados Unidos puede estar dispuesto a revisar con quien gane el 2 de junio son las reformas a la Ley de Seguridad Nacional de México que el gobierno de López Obrador implementó en 2018 como una de sus primeras medidas, limitando la actividad de los agentes extranjeros que operan en territorio mexicano.
“Fue un símbolo, una señal de que el Gobierno mexicano no iba a abrir la puerta tan fácilmente a agencias de seguridad como la DEA, la CIA y otras. Les retiró la inmunidad diplomática (y) tuvieron que registrar todas sus actividades en el Ministerio de Asuntos Exteriores”, explicó Abed.
Sin embargo, expertos que conversaron con CNN afirmaron que gran parte del discurso de confrontación de López Obrador con Estados Unidos era una fachada que, en ocasiones, ocultaba un proceso bien aceitado de negociaciones tanto con la administración republicana como con la demócrata.
“López Obrador suele hablar a su base mexicana y luego negocia. Sabe que EE.UU. le necesita en cuestiones de migración y seguridad“, aseguró Zissis en el sitio web de Americas Society.