"Disloyal: A Memoir" es el nuevo libro de Michael Cohen, en el que revela que Trump contrató a un imitador del ex presidente de EE.UU. para participar en un video. En el registro, el magnate "menospreció ritualísticamente al primer presidente negro y luego lo despidió".
(CNN en Español) — Antes que Donald Trump buscara la Oficina Oval estaba preocupado por su ocupante, el presidente Barack Obama, cuestionando públicamente su lugar de nacimiento y describiéndolo en privado como “un candidato de Manchuria” que obtuvo sus títulos de la Ivy League sólo a través de la acción afirmativa, consigna el nuevo libro del ex abogado de Trump, Michael Cohen.
El desdén de Trump por Obama fue tan extremo que llevó su fijación un paso más allá, según Cohen: Trump contrató a un “falso-Obama” para participar en un video en el que Trump “menospreció ritualísticamente al primer presidente negro y luego lo despidió”.
El libro de Cohen, “Disloyal: A Memoir”, no nombra al hombre que supuestamente fue contratado para interpretar a Obama ni proporciona una fecha específica para el incidente, pero sí incluye una fotografía de Trump sentado detrás de un escritorio, frente a un hombre negro que usa un traje con un alfiler de bandera estadounidense pegado a la solapa. Sobre el escritorio de Trump hay dos libros, uno con el nombre de Obama en letras grandes.
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CNN obtuvo una copia del libro de Cohen antes de su publicación el martes. Como una persona que pasó años como abogado personal de Trump y autoproclamado “reparador”, Cohen dice que está especialmente equipado para desatar a Trump, a quien Cohen describe como “un tramposo, un mentiroso, un fraude, un ‘bully’, un racista, un depredador, estafador” y una persona interesada en utilizar la presidencia exclusivamente para su beneficio económico personal.
Pero según los fiscales federales y las propias declaraciones de culpabilidad de Cohen, él también es un mentiroso y un tramposo. En 2018, se declaró culpable de nueve cargos de delitos federales, incluida la evasión de impuestos, mentir al Congreso y violaciones al financiamiento de campañas que él y los fiscales dijeron que se cometieron bajo la dirección de Trump para ayudarlo a ganar las elecciones presidenciales de 2016.
CNN se ha comunicado con la Casa Blanca para hacer comentarios. En una declaración al Washington Post, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, dijo: “Michael Cohen es un delincuente deshonrado y un abogado inhabilitado, que mintió al Congreso. Ha perdido toda credibilidad, y no es sorprendente ver su último intento de sacar provecho de mentiras”.
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Cohen reconoce y se disculpa por su papel en el ascenso de Trump, diciendo que estaba “más que dispuesto a mentir, engañar e intimidar” para ayudar a su antiguo jefe a ganar la Casa Blanca. Y relata la presión y la culpa que experimentó cuando habló en contra de Trump, escribiendo que consideró el suicidio “como una forma de escapar de la locura implacable” en las semanas previas a testificar ante el Congreso en 2019.
Pero en el libro niega haber cometido ciertos delitos que ya ha admitido, presentándose víctima de las “tácticas gángsters” de los fiscales de la Fiscalía Federal para el Distrito Sur de Nueva York.
Aun así, el relato de Cohen sobre la naturaleza personal y la presidencia de Trump es condenatorio, y durante el tiempo que Cohen estuvo en prisión, escribe: “Me convencí aún más de que Trump nunca dejará el cargo pacíficamente”.
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El modelo de Trump de un hombre en el poder, según Cohen, es Vladimir Putin, y Trump es descrito como enamorado de la riqueza y la influencia unilateral de Putin, y asombrado por lo que él ve como la capacidad del presidente ruso para controlar todo, desde la prensa del país hasta sus instituciones financieras.
“Encerrar a sus enemigos políticos, criminalizar la disidencia, aterrorizar o llevar a la bancarrota a la prensa libre a través de demandas por difamación: la visión global de Trump no era evidente para mí antes de que comenzara a postularse para presidente”, escribe Cohen. “Sinceramente, creo que las ideas más extremas sobre el poder y sus usos solo tomaron forma realmente cuando comenzó a contemplar seriamente las implicaciones de tomar el poder y cómo podría aprovecharlo al máximo nivel absoluto posible”, agrega.
Pero reitera su creencia de que Trump y los funcionarios de su campaña estaban demasiado desorganizados para coordinarse con los rusos durante las elecciones de 2016. “Lo que parecía ser una colusión fue en realidad una confluencia de intereses compartidos en perjudicar a Hillary Clinton de cualquier manera posible, hasta incluso interferir en las elecciones estadounidenses, un tema que causó a Trump precisamente cero malestar”, escribe Cohen.
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También argumenta que, con el propio Trump esperando perder la carrera presidencial, el objetivo de Trump al acercarse a Putin era posicionarse para beneficiarse financieramente de un desarrollo inmobiliario planeado en Moscú después de las elecciones.
“Al congraciarse con Putin e insinuar cambios en la política de sanciones estadounidenses contra el país bajo la presidencia de Trump”, escribe Cohen, “el jefe trató de impulsar el proyecto de la Torre Trump de Moscú”. (Uno de los crímenes de los que Cohen se declaró culpable fue mentir al Congreso sobre la duración de las negociaciones sobre el desarrollo de Moscú).
Cohen también retrata a Trump como un aspirante a tener vínculos con el presidente ruso. Después de que Trump vendió una mansión de Palm Beach que compró por US$ 41 millones a un oligarca ruso llamado Dmitry Rybolovlev por US$ 95 millones en 2008, dice Cohen, Trump le dijo a Cohen que creía que el verdadero comprador era Putin.
Cohen, sin embargo, cuestiona la validez de un video en el que se rumora que representa a Trump durante un viaje a Moscú, diciendo que “esta afirmación nunca ocurrió, según mi saber y entender”. Pero Cohen revela que durante el verano de 2016, recibió una llamada anónima de un hombre que dijo que estaba en posesión de una cinta que coincidía con su descripción. Cohen le dijo a la persona que llamó que necesitaría ver unos segundos de la cinta para determinar si era real, y la persona que llamó exigió 20 millones de dólares antes de colgar, y nunca más supo de ella.
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Negros y latinos, “no son mi gente”
Si Putin tiene la más alta consideración en la mente de Trump, escribe Cohen, los propios votantes de Trump se encuentran entre los más bajos. En declaraciones a Cohen después de que Trump reuniera a líderes religiosos en la Torre Trump en el período previo a la carrera presidencial de 2012, un encuentro durante el cual le pidieron “poner las manos” sobre él, Trump le preguntó a Cohen, según el libro: “¿Puedes creer esa m***? … ¿Puedes creer que la gente crea esas tonterías?”.
A raíz del anuncio de la postulación presidencial de Trump en 2015, en el que llamó a los mexicanos criminales y violadores, descartó las preocupaciones de que había alienado a los latinos. “Además, nunca obtendré el voto hispano”, supuestamente le dijo Trump a Cohen. “Como los negros, son demasiado estúpidos para votar por Trump. No son mi gente”. (Trumpganó el 28% del voto latino en 2016).
El desprecio de Trump, en palabras de Cohen, se extiende ampliamente. Cohen caracteriza a Trump sin rodeos como racista y dice que si bien nunca escuchó a Trump usar la “palabra N”, Trump usó otro lenguaje ofensivo.
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Despotricando sobre Obama después de que ganó el cargo en 2008, Trump dijo: “Dime un país dirigido por una persona negra que no sea una m**** … Todos son inodoros completos”, según Cohen. Después de la muerte de Nelson Mandela, Trump supuestamente dijo de Sudáfrica que “Mandela jodió a todo el país. Ahora es una m*****. F *ck Mandela. No era un líder”.
Cohen también divulga detalles personales sobre Trump, incluida su rutina de cabello, descrita como un ‘combover’ de “tres pasos” diseñado para tapar “cicatrices antiestéticas en su cuero cabelludo de una operación fallida de implante de cabello en la década de 1980”.
Al escribir que una vez vio a Trump poco después de ducharse, Cohen recuerda que “cuando su cabello no estaba peinado, sus mechones de cabello teñido de oro llegaban por debajo de sus hombros a lo largo del lado derecho de su cabeza y en su espalda, como uno de los Allman Brother calvo o un hippie de los sesenta”.
Cohen y otros han detallado anteriormente muchos casos del supuesto engaño de Trump en los últimos años: la supuesta inflación de Trump de su patrimonio neto a publicaciones como Forbes y Fortune y su minimización del valor de sus propiedades para evitar impuestos; las presiones de Cohen a la Academia Militar de Nueva York para que no divulgara los registros de la escuela secundaria de Trump y evitar su divulgación pública; el pago de Cohen para manipular las encuestas de CNBC y Drudge Report a favor de Trump; los funcionarios de campaña de Trump que contrataron extras por US$ 50 cada uno para asistir al anuncio de Trump en 2015 de que se postulaba para presidente y el presunto esquema fraudulento de la Universidad Trump, sobre el cual Trump resolvió una demanda colectiva por US$ 25 millones.
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El juicio más severo para los medios
Y una buena parte del libro está dedicada a los incidentes quizás más conocidos en este momento: los supuestos esfuerzos de Trump y Cohen para silenciar a las mujeres que afirmaron tener relaciones con Trump durante las elecciones de 2016: violaciones de las finanzas de campaña que llevaron a Cohen a prisión y llevaron a los fiscales a decir que se hicieron “en coordinación con y bajo la dirección del Individuo 1”, también conocido como Trump. En tanto, el mandatario ha negado los asuntos y cualquier implicación con los pagos.
Cohen proporciona relatos detallados de las negociaciones que llevaron a los pagos a dos mujeres: la actriz de cine para adultos Stephanie Clifford, que se conoce con el nombre de Stormy Daniels, y la ex modelo de Playboy Karen McDougal, esfuerzos que, según Cohen, lo involucraron profundamente a él, a Trump y al director financiero de la Organización Trump, Allen Weisselberg, quien finalmente cooperó con los fiscales.
Trump autorizó específicamente a Cohen a llegar a un acuerdo con Daniels, escribe Cohen. “Son sólo 130 mil dólares”, dijo Trump, según Cohen. “A la m****, Michael. Ve a hablar con Allen y resuélvelo todo”. (Cohen también se burla del pago, “una suma que parecía casi ridículamente baja”). Y recuerda que Weisselberg supuestamente lo convenció de que adelantara el dinero para pagar a Daniels utilizando la línea de crédito con garantía hipotecaria de Cohen.
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El 27 de octubre de 2016, después de que Cohen transfiriera los US$ 130 mil, llamó a Trump para decirle que la transacción se había completado, escribe Cohen. Sin embargo, al describir la investigación y el enjuiciamiento, Cohen se describe a sí mismo como sumamente cooperativo, una noción que los fiscales han refutado. Con respecto a los cargos de evasión de impuestos, afirma que le proporcionó a su contador todos sus registros, una afirmación que los fiscales federales han dicho en documentos judiciales que es falsa.
Con respecto al cargo de mentir a un banco, Cohen lo llama una “fantasía de los fiscales federales del Distrito Sur de Nueva York”. “No mentí por la razón más simple: el banco nunca me preguntó para qué quería el dinero”, escribe. Pero el cargo del que Cohen se declaró culpable, según documentos judiciales, se debió a que retenía información repetidamente a los bancos o les proporcionaba información engañosa sobre varias líneas de crédito garantizadas por sus medallones de taxi (licencias). (En un memorando de sentencia al juez que supervisa su caso, los fiscales se refirieron a la declaración falsa de un cargo bancario como “lejos de ser un evento aislado: fue una de una larga serie de mentiras egoístas que Cohen contó a numerosas instituciones financieras”).
Escribe que los fiscales federales de Nueva York “rechazaron” sus solicitudes, hechas a través de su abogado Guy Petrillo, de reunirse con él durante cuatro meses antes de su declaración de culpabilidad y que amenazaron con acusar a su esposa si no aceptaba declararse culpable. Y dice que es “inimaginable” que Trump no tuviera conocimiento previo de las redadas del FBI en sus propiedades, porque Trump es “el principal oficial de la ley en el país”, lo cual no es así. “Mis abogados habían dicho continuamente que no veían ningún cargo”, escribe Cohen, “pero la verdad en este país es que si los fiscales federales quieren atraparte, lo harán”.
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En una sección en la que describe presentarse para cumplir su sentencia, lamenta haber sido “encarcelado por fiscales federales que desde entonces habían pasado a bufetes de abogados con altos sueldos, con mi condena como su logro característico en el Distrito Sur”. Un portavoz de la oficina del fiscal federal de Manhattan se negó a comentar.
Pero de una manera que quizás incluso Trump podría apreciar, Cohen se reserva algunos de sus juicios más duros para los medios, a los que culpa por enamorarse de las tácticas de Trump para llamar la atención y llevarlo a la Casa Blanca.
“La presidencia de Donald Trump es producto del ‘free press’, escribe. “No libre como en libertad de expresión, quiero decir gratis como no pagado. Mítines transmitidos en vivo, tuits, conferencias de prensa, entrevistas idiotas, cobertura de pared a pared las 24 horas, los 7 días de la semana, todo sin gastar un centavo. La prensa le dio a Estados Unidos a Trump”. “Derecha, izquierda, moderada, tabloide, gran formato, televisión, radio, Internet, Facebook, eso es quién eligió a Trump y bien podría volver a elegirlo”, cierra.