Con información de CNN Español

Comienza el juicio penal contra Donald Trump, un momento histórico para Estados Unidos

Por CNN Chile

15.04.2024 / 10:46

El país vive un hito, ya que es primera vez que un expresidente asiste a un juicio penal. El proceso está relacionado con los pagos de dinero por silencio a una actriz de cine para adultos antes de las elecciones de 2016.


(CNN) – Estados Unidos cruzará un umbral histórico este lunes cuando por primera vez un expresidente vaya a juicio penal en un caso revestido de un significado fatídico porque Donald Trump podría volver al Despacho Oval el próximo año.

Cuando el posible candidato del Partido Republicano entre en el tribunal para el inicio de la selección del jurado, él y el país entrarán en un nuevo estado de realidad cuando los mundos legal y político choquen en un juicio casi garantizado para profundizar el amargo distanciamiento ideológico de los estadounidenses.

El juicio, relacionado con los pagos de dinero por silencio a una actriz de cine para adultos antes de las elecciones de 2016, marcará otro giro extraordinario en la historia de Trump, cuya incesante puesta a prueba de los límites del decoro presidencial y de la ley ha causado casi nueve años de tumulto político y aún puede tener años por delante. Plantea la posibilidad de que, dependiendo del veredicto del jurado, el candidato republicano a las elecciones presidenciales de 2024 podría ser un delincuente convicto. Y dado el tema del caso —detalles sobre un pago a una mujer que alegó haber tenido una relación sexual con Trump, lo que él niega— podría reflejarse mal en el carácter y la ética de Trump cuando los votantes sopesen sus decisiones en noviembre.

Los pagos por silencio no son ilegales. Trump está acusado de falsificar registros empresariales para ocultar a los votantes información poco halagadora que podría haber perjudicado a su campaña, en un presunto primer ejemplo de injerencia electoral. El hecho de que este caso se derive de una supuesta conducta personal significa que podría tener un impacto político menor que los otros tres juicios en ciernes de Trump, que se basan en mayores preocupaciones constitucionales y legales pertinentes a los poderes de la presidencia.

Pero el éxito de las tácticas legales de demora del expresidente en los otros casos —relacionados con sus intentos de subvertir las elecciones de 2020 y el acaparamiento de documentos clasificados— significa que el juicio por pago de dinero por silencio puede ser el único que se celebre antes de las elecciones. Y Trump —aunque tiene derecho a la presunción de inocencia y a la exhibición de pruebas como cualquier otro acusado— está mostrando signos de creciente agitación ante la perspectiva del juicio y la indignidad que representa para quien solía ser el hombre más poderoso del mundo.

Aun así, si tuviera que elegir sólo uno de los cuatro casos para llegar a una conclusión antes de las elecciones, sería éste.

Estados Unidos, a diferencia de las democracias que históricamente han sido menos estables, no es una nación acostumbrada a ver a sus exjefes de Estado sometidos a juicio. Aunque las circunstancias de este caso y los problemas legales más amplios de Trump son únicos, este nuevo precedente abre la posibilidad de que sea menos precipitado que futuros presidentes sean perseguidos por investigaciones judiciales. De hecho, Trump ya ha advertido que, si gana en noviembre, dedicará su segunda presidencia a la “retribución” y utilizará los poderes de la presidencia para perseguir a sus enemigos, incluida la familia Biden.

Nada de esto es ni remotamente normal. Pero todo forma parte de los desafíos políticos, legales y constitucionales extremos que Trump plantea constantemente a las instituciones estadounidenses y que está señalando que se intensificarían si gana un segundo mandato. La incesante cacofonía suscitada por su personalidad volcánica está diseñada para que a los estadounidenses les resulte difícil procesar cada Rubicón que se cruza.

Trump ha intentado empañar el juicio antes incluso de que empiece

El expresidente ha hecho fervientes intentos de deslegitimar el caso, al juez y al propio sistema legal, en parte para protegerse contra cualquier futuro veredicto de culpabilidad. Ha criticado al fiscal del distrito de Manhattan, el demócrata Alvin Bragg, que dirige la acusación, por considerarlo políticamente parcial. Y el juez Juan Merchan amplió una orden de silencio después de que Trump nombrara a su hija, que ha trabajado para los demócratas, en redes sociales.

Aunque el juicio no será televisado, está llamado a ser un espectáculo nacional durante el periodo de seis semanas a dos meses que se espera que dure. En sus anteriores juicios civiles, incluido un caso de fraude masivo que fue en su contra, Trump ha aprovechado los recesos del juicio para organizar ruedas de prensa televisadas, libres y a menudo airadas, con el fin de atacar la probidad del tribunal y airear los problemas del caso. A menudo ha sido un acusado obstinado, infringiendo los códigos de conducta de la sala y enfureciendo a los jueces. En un momento del juicio por fraude civil, el juez Arthur Engoron amonestó a Trump por convertir la sala en la campaña electoral y preguntó a su abogado: “¿Puede controlar a su cliente?”.

A pesar de todas las afirmaciones de Trump sobre el trato injusto por parte del sistema judicial, muchos otros acusados probablemente se habrían enfrentado a un trato mucho más duro por sus ataques a los juicios, los fiscales y los funcionarios judiciales.

Mientras el juicio de Manhattan se celebre cuatro días a la semana, el expresidente tendrá que asistir, en un momento en el que el presidente Joe Biden estará libre para hacer campaña en los estados indecisos. Esta es una de las razones por las que la campaña de Trump para 2024 se desarrolla tanto en los tribunales como según los ritmos tradicionales de una candidatura a la Casa Blanca.

Trump sabe que no puede controlar su destino

El momento en que Trump aparezca en la sala este lunes será de un dramatismo insondable y una prueba para los miembros del grupo de ciudadanos que serán examinados para formar parte de un jurado como ningún otro en la historia de Estados Unidos. “Es la persona más famosa del mundo. Y cuando te encuentras cara a cara con alguien que tiene ese tipo de carisma, ese tipo de poder, tiende a ser intimidante, tiende a ser impactante, tiende a ser emocionante”, dijo Robert Hirschhorn, consultor de jurados y juicios, en CNN el pasado viernes.

La tarea de encontrar jurados que carezcan de fuertes opiniones y prejuicios contra un acusado y el sistema legal, que puedan servir durante un periodo prolongado y que emitan juicios basándose únicamente en la ley y las pruebas, es compleja en cualquier caso. Dado que el acusado es Trump, los expertos legales predicen que la selección del jurado podría durar una semana o más, que deberá concluir antes de que los fiscales expongan sus argumentos de apertura contra el expresidente.

Pero mientras contempla el comienzo de su juicio, Trump parece estar comprendiendo que su destino ya no está en sus manos y que pronto estará en las de 12 ciudadanos anónimos a los que no podrá intimidar, persuadir o politizar. “La selección del jurado es en gran medida suerte. Depende de quién te toque. Es muy injusto que tenga un juicio allí”, dijo Trump este viernes, en alusión a la inclinación liberal de Nueva York.

Trump ya está tratando de convertir el juicio en un circo para impulsar su defensa legal fusionada y su principal argumento de campaña de que está siendo perseguido por “fiscales desquiciados” que tratan de impedir su regreso al Despacho Oval. En febrero, en la Conferencia de Acción Política Conservadora, se definió a sí mismo como un “orgulloso disidente político” y se ha comparado con el héroe sudafricano de la lucha contra el apartheid Nelson Mandela y con el fallecido líder opositor ruso Alexey Navalny. El sábado por la noche, en el estado indeciso de Pensilvania, Trump prometió: “Lucharé por la libertad de 325 millones de estadounidenses”, al embarcarse en una lanzadera sin precedentes entre un juicio penal y la campaña electoral. El domingo, utilizó su red social Truth para denunciar “un ataque descarado y sin precedentes” contra su campaña y afirmó que Biden se coordinó con Bragg. No hay pruebas de que esto sea cierto.

Los argumentos de Trump son convincentes para muchos votantes republicanos, que abrazaron su narrativa de persecución y lo convirtieron en su candidato en poco tiempo este año. Pero, ¿será capaz de convencer a los votantes indecisos en las elecciones generales de que es una víctima, o su primer juicio espesará una nube de criminalidad que podría condenar sus esperanzas en la Casa Blanca y mejorar las posibilidades de Biden de conseguir un segundo mandato? Algunas encuestas han mostrado que una minoría de votantes republicanos podría tener dudas sobre votar por el expresidente si es declarado culpable tras un juicio. Pero las circunstancias son tan inusuales que es imposible predecir cómo se desarrollaría la política en caso de condena o absolución.

La incertidumbre política sobre el caso se ve exacerbada por el cargado telón de fondo. No hay un líder claro en las encuestas nacionales en la carrera entre Biden y Trump, que probablemente se decidirá por miles de votos en un puñado de estados disputados. Las perspectivas del presidente se ven amenazadas por los altos tipos de interés y los elevados precios que están causando dolor a millones de estadounidenses. Biden pasó el fin de semana presidiendo una exitosa defensa de Israel después de que Irán lanzara cientos de misiles y aviones no tripulados hacia el Estado judío, mientras se disparaban los temores de una guerra más amplia en Medio Oriente. El deterioro de la situación podría reforzar las afirmaciones de Trump de que el mundo se está descontrolando bajo el mandato de su sucesor. Eso significa que éste y cualquier juicio futuro contra Trump —aunque supongan una interrupción nunca vista de una campaña electoral presidencial— pueden ser sólo uno de los factores que decidan el destino de la Casa Blanca en noviembre.

El equipo de Trump aún no muestra sus cartas

Trump está acusado en Manhattan de falsificar registros comerciales para encubrir un pago de dinero por silencio a la estrella de cine para adultos Stormy Daniels en lo que, según los fiscales, fue un intento de interferir en las elecciones de 2016. Trump se ha declarado inocente y ha negado haber tenido un romance con Daniels.

“Manhattan alberga el mercado empresarial más importante del país. No podemos permitir que las empresas de Nueva York manipulen sus registros para encubrir una conducta criminal”, escribió Bragg al desvelar la acusación —la primera de Trump— en abril de 2023. “El rastro de dinero y mentiras expone un patrón que, según alega el Pueblo, viola una de las leyes empresariales básicas y fundamentales de Nueva York”.

Los partidarios de Trump afirman que es víctima de una justicia selectiva y politizada porque está siendo procesado por lo que sostienen es una teoría legal novedosa en un caso derivado de vergüenzas personales e infracciones en la financiación de la campaña. Pero el planteamiento de Bragg del caso identifica un tema común con otras acusaciones de Trump: ¿Es un presidente responsable ante las mismas leyes que cualquier otro ciudadano, o está por encima de la ley?

“Este pago se hizo para privar a los votantes de información esencial, que a su vez se encubrió con la intención de afectar a unas elecciones…Esa es la acusación: engañar a los votantes para hacerse con el poder”, dijo Norm Eisen, analista jurídico de CNN y autor del nuevo libro Trying Trump: A Guide to His First Election Interference Criminal Trial.

Eisen agregó: “Ahora, Alvin Bragg podría no probarlo, pero es por eso que este es un presunto caso de interferencia electoral“.

Los abogados de Trump han argumentado que este juicio debería retrasarse hasta que el Tribunal Supremo se pronuncie sobre sus amplias reclamaciones de inmunidad presidencial derivadas del caso federal de interferencia electoral presentado por el abogado especial Jack Smith. Aunque la conducta inicial en cuestión en este caso tuvo lugar antes de que Trump fuera presidente, los fiscales argumentan que firmó el presunto encubrimiento para reembolsar a su abogado Michael Cohen por servicios legales falsos mientras era presidente.

Como parte de una oleada desesperada de presentaciones diseñadas para posponer la rendición de cuentas en el caso de pago de dinero por silencio, el expresidente también ha estado alegando que no puede tener un juicio justo en Nueva York, la ciudad donde se hizo famoso, pero que ha votado abrumadoramente en su contra. Merchan ha rechazado los esfuerzos de los abogados del expresidente para que el juicio se traslade a una jurisdicción donde los votantes puedan ser más favorables a Trump.

El expresidente está acusado de 34 delitos graves de falsificación de registros comerciales en primer grado. Si es declarado culpable, podría enfrentarse a la libertad condicional o a una pena máxima de 1 año y medio a 4 años por cada cargo en una prisión estatal. Muchos juristas creen que, al ser una persona que nunca antes ha sido condenada por ningún delito o delito menor, Trump no se enfrentaría a penas de cárcel, o que si lo hiciera, las penas privativas de libertad se ejecutarían simultáneamente.

Los abogados de Trump no se han pronunciado sobre posibles defensas. Pero es casi seguro que atacarán la credibilidad y el testimonio personal tanto de Cohen como de Daniels. Cohen se enfrentará a críticas por ser un testigo poco fiable después de pasar tiempo en prisión tras ser condenado por delitos fiscales, por mentir al Congreso y por otros delitos.