En medio de crecientes protestas y demandas de dimisión, el mandatario enfrenta presiones políticas y sociales que amenazan con sacarlo definitivamente del cargo.
El Parlamento de
Corea del Sur votó este sábado a favor de la moción de juicio político para destituir al presidente
Yoon Suk-yeol, en un revés extraordinario que se produjo después de que su propio partido gobernante se volviera
contra él tras su negativa a dimitir por su breve intento de instaurar la ley marcial.
Es la segunda vez en menos de una década que un líder surcoreano se enfrenta a un proceso de destitución en el cargo, lo que significa que Yoon está suspendido del ejercicio de sus poderes hasta que la decisión sea finalmente resuelta por el Tribunal Constitucional del país.
Tras la votación, Yoon reconoció que “se detendrá temporalmente por ahora, pero el viaje hacia el futuro que he recorrido con el pueblo durante los últimos dos años no debe detenerse”.
“No me rendiré”, afirmó en un comunicado compartido por la oficina presidencial del país.
“Con todos los ánimos y el apoyo hacia mí en mente, daré lo mejor de mí hasta el último momento por la nación”, añadió.
El primer ministro del país, Han Duck-soo, que ejercerá de presidente en funciones según la ley surcoreana, dijo a los periodistas que “dedicaría todas las energías y esfuerzos al funcionamiento estable de los asuntos de Estado”.
Kang Sun-woo, legislador del Partido Demócrata, declaró este sábado a CNN que la “gran democracia de Corea del Sur sobrevivirá y nacerá de nuevo” tras el juicio político.
La dramática decisión marca la culminación de un sorprendente enfrentamiento político después de que Yoon declarara brevemente la ley marcial el 3 de diciembre y enviara soldados al Parlamento, donde los legisladores lucharon contra los militares para entrar en el edificio y votar en contra del decreto.
La apuesta de Yoon fracasó de manera espectacular, lo que impulsó a muchos en la vibrante democracia asiática a exigir su destitución.
Los partidos de la oposición intentaron destituirlo hace una semana, pero Yoon sobrevivió después de que los miembros de su partido, Poder Popular, boicotearan la votación y dijeran que esperaban que el presidente dimitiera voluntariamente.
Yoon redobló la apuesta y el jueves pronunció un desafiante discurso en el que defendió su decisión de aplicar la ley marcial, arremetió contra la oposición, afirmó que intentaba salvar el país y prometió “luchar hasta el último momento con el pueblo”.
Sin embargo, momentos antes de ese discurso, el líder del partido de Yoon retiró su apoyo al presidente y apostó por la destitución como “única vía… para defender la democracia”, dando instrucciones a los legisladores para que votaran con su conciencia.
Miles de manifestantes se congregaron este sábado en Seúl, desafiando al frío, para pedir la dimisión de Yoon antes de la votación, que fue aprobada por 204 legisladores, con 85 votos en contra.
Mientras tanto, miles de partidarios del presidente se reunieron en el centro de Seúl, muchos de ellos ondeando banderas de EE.UU. y Corea del Sur, coreando eslóganes y mostrando pancartas en apoyo de Yoon.
Yoon, que fue inmediatamente suspendido de sus poderes, espera ahora que el Tribunal Constitucional –una de las más altas instancias judiciales del país– confirme su destino, lo que puede tardar hasta seis meses.
Si se confirma, se convertirá en el segundo presidente surcoreano destituido por juicio político después de Park Geun-hye, la primera mandataria del país.
Según la ley surcoreana, el primer ministro Han Duck-soo ejercerá de presidente en funciones, pero también se enfrenta a sus propios problemas políticos y está siendo investigado por su papel en la decisión de la ley marcial, lo que aumenta la incertidumbre política en las próximas semanas.
Yoon, exfiscal e incendiario conservador, pasó dos años difíciles en el cargo, sumido en bajos índices de aprobación y escándalos políticos relacionados con su esposa y sus nombramientos políticos.
Desde que asumió el cargo en 2022, también se enfrentó a un bloqueo político con un parlamento de mayoría opositora, que le ha impedido sacar adelante leyes para recortar impuestos y suavizar la normativa empresarial, mientras sus principales rivales del Partido Demócrata utilizaban la legislatura para destituir a miembros clave del gabinete y frenar un proyecto de ley presupuestaria.