La investigación ha sido criticada por varios científicos occidentales. El genetista de la Universidad de Colorado James Sikela dijo que era “un camino muy riesgoso”.
Un investigador chino que provocó una mejora de la función cognitiva en monos mediante la implantación de genes humanos en sus cerebros defendió su experimento, el que ha dividido a la comunidad científica.
La investigación, emprendida por múltiples universidades y liderada por el Instituto de Zoología de Kunming en el suroeste de China, tenía la intención de arrojar más luz sobre el proceso evolutivo que condujo a la inteligencia humana.
“El tamaño del cerebro y las habilidades cognitivas son los rasgos que más dramáticamente han cambiado en los humanos durante la evolución, y sin embargo, los mecanismos genéticos que subyacen a estos cambios específicos de los humanos siguen siendo difíciles de alcanzar”, dice un informe publicado el 27 de marzo en la revista National Science Review en China.
El trabajo de investigación dice que era la primera vez que se realizaba un estudio de este tipo.
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Uno de los investigadores principales, Su Bing, del Instituto de Zoología Kunming de la Academia de Ciencia de China, dijo que el experimento había sido supervisado por la junta de ética de la universidad y que no solo había seguido las mejores prácticas científicas chinas e internacionales, sino también las normas internacionales de derechos de los animales.
“A la larga, esta investigación básica también proporcionará información valiosa para el análisis de la etiología y el tratamiento de las enfermedades cerebrales humanas (como el autismo) causadas por el desarrollo anormal del cerebro”, dijo en un correo electrónico a CNN.
Pero los científicos que han debatido durante mucho tiempo la ética de los experimentos transgénicos en monos y simios han dicho que el experimento llevará a los investigadores a un “camino peligroso”.
Es la segunda controversia relacionada con los genes que afecta a los investigadores en China en menos de seis meses. En noviembre, un científico chino afirmó que había creado los primeros bebés modificados genéticamente del mundo, lo que provocó una protesta internacional.
Afirmó haber utilizado una herramienta conocida como CRISPR-cas9 para eliminar los genes que hacían a los niños susceptibles al VIH. Las autoridades chinas calificaron el experimento de “ilegal” y ordenaron una investigación.
En el estudio de 2019 de Su, a 11 monos rhesus les fueron implantados con éxito copias del gen MCPH1 humano, un marcador importante para el “desarrollo y la evolución cerebral”.
El análisis del comportamiento y la fisiología de los monos mostró que se desarrollaron de manera más humana, con mejor memoria a corto plazo y un tiempo de reacción más rápido en comparación con un grupo de control.
Sus cerebros también tardaron más en desarrollarse, de manera similar a los humanos.
La investigación ha sido criticada por varios científicos occidentales. El genetista de la Universidad de Colorado James Sikela dijo que era “un camino muy riesgoso”.
Sikela y sus colegas habían argumentado en un artículo publicado en 2010 que los experimentos transgénicos en primates no humanos planteaban cuestiones éticas complicadas y que los primates mejorados corrían un mayor riesgo de explotación y daño.
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“Estos daños hacen que la conducta de esta investigación sea éticamente inaceptable en los simios, justificando las barreras reglamentarias entre estas especies y todos los demás primates no humanos para la investigación transgénica”, dijo el documento de 2010. Sin embargo, el documento admite que la investigación podría ser válida en algunas situaciones.
En la revista MIT Technology Review, la experta en bioética de la Universidad de Colorado Jacqueline Glover comparó el experimento con la película de ciencia ficción “”Planet of the Apes”, en la que primates superinteligentes derrocan a los humanos.
“Humanizarlos es hacerles daño. ¿Dónde vivirían y qué harían? No creen un ser que no pueda tener una vida significativa en ningún contexto”, dijo Glover.
Pero el científico chino Su acusó a los críticos occidentales, y a Sikela en particular, de hipocresía e imprudencia, diciendo que el proyecto estaba siendo juzgado injustamente por “estereotipos” de investigación chinos.
“Explorar el mecanismo genético de la evolución del cerebro humano es un problema importante en las ciencias naturales y continuaremos nuestra exploración”, dijo.