El líder cubano cederá el control como primer secretario del Partido Comunista y transferirá el poder a Miguel Díaz-Canel. "Seré un soldado más con el pueblo que defiende su revolución”, señaló Castro.
(CNN) — Análisis de Patrick Oppmann, corresponsal de CNN en La Habana.
Cuando Raúl Castro anunció hace tres años que renunciaría a su posición de jefe del partido comunista de Cuba en 2021, seguramente imaginó que la isla tendría una base económica más firme y una transición a una nueva generación de liderazgo casi completa. Las cosas no han salido exactamente según sus planes.
La isla, que depende del turismo, ha sido golpeada por la pandemia: la economía se contrajo al menos un 11% en 2020, según estimaciones del gobierno. Los cubanos cada día pasan horas haciendo fila para encontrar alimentos, medicinas y otras necesidades cada vez más escasas.
Si bien, los funcionarios cubanos han hecho un esfuerzo para detener la propagación del coronavirus, los casos están en su punto más alto en la isla. Probablemente se necesitarán meses para saber si el ambicioso plan de Cuba de desarrollar sus propias vacunas tendrá éxito.
Es difícil imaginar una época más precaria para los últimos miembros de una generación envejecida que transformó a Cuba en un estado socialista para finalmente soltar el poder. A pesar de la creciente incertidumbre, los cubanos esperan presenciar esta semana un histórico cambio de guardia durante el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, “el órgano supremo” del único partido político permitido en la isla.
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El congreso comienza el viernes, y está programado para conmemorar el aniversario número 60 de la victoria de Cuba ante la invasión de la Bahía de Cochinos por parte de exiliados entrenados por la CIA. También se espera que Raúl Castro ceda el control como primer secretario del Partido Comunista.
Desde los primeros años de la revolución, el jefe de estado de Cuba siempre ha liderado el partido por lo que es casi imposible determinar dónde termina el gobierno y dónde comienza el partido.
Sin embargo, en 2018 Castro renunció a la presidencia, dando paso a su sucesor Miguel Díaz-Canel para que él se haga cargo de la gestión diaria del gobierno. Castro se mantuvo como jefe del partido, que supervisa la planificación a largo plazo, pero dijo que Díaz-Canel probablemente asumirá ese cargo en 2021.
“Después de eso”, dijo Castro en 2018, “si mi salud lo permite, seré un soldado más con el pueblo que defiende su revolución”.
El fin de los Castro al poder
La partida de Raúl Castro pondrá fin a la era de su famoso clan, quienes han ocupado el liderazgo en la isla. Ninguno de los hijos del hermano mayor de Castro, Fidel, quien murió en 2015, ocupan cargos gubernamentales.
Alejandro, el hijo de Raúl Castro, es coronel del Ministerio del Interior de Cuba, y su hija Mariela dirige un centro gubernamental que promueve los derechos LGBTW. Un yerno, el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, dirige una empresa militar en expansión que controla hoteles, marinas y proyectos de infraestructura estatales, pero mantiene un perfil público bajo.
Aunque continúan ejerciendo un poder incuestionable en la isla, una vez que termine el congreso, nadie con el apellido Castro ocupará una posición de liderazgo de alto nivel por primera vez en más de 62 años.
Cuba es uno de los países que menos ha cambiado desde el final de la Guerra Fría, incluso cuando los funcionarios del gobierno reconocen que la isla necesita adaptarse desesperadamente. Encontrar el camino hacia la modernización de la economía cubana recaerá de lleno sobre los hombros de Miguel Díaz-Canel, sucesor de Castro como presidente, quien se espera asuma el papel de jefe del PC.
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¿Quién es Miguel Díaz-Canel?
Formado como ingeniero eléctrico, Díaz-Canel dirigió gobiernos locales en dos provincias antes de convertirse en Ministro de Educación Superior y luego en vicepresidente y presidente.
Díaz-Canel es el primer cubano nacido después de la revolución de 1959 en convertirse en presidente. Obtener el liderazgo del partido establecerá aún más al tecnócrata como heredero político de los Castro. Sin embargo, ni está claro en qué se diferencia de sus predecesores.
“Creo en la continuidad”, dijo Díaz-Canel a los periodistas en 2018 cuando se le preguntó sobre su visión del futuro de Cuba. “Creo que siempre habrá continuidad”.
Díaz-Canel ha intentado proyectar una imagen más activa al público cubano, publicando en Twitter con regularidad. Inmediatamente visitó la escena aún en llamas de un accidente de avión de pasajeros en 2018 en La Habana que mató a 112 personas, y también realiza reuniones en toda la isla como lo solía hacer Fidel Castro.
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La situación puede haber cambiado un poco, pero Díaz-Canel es un abierto partidario de la ideología de que el estricto control estatal de la economía es el mejor camino para Cuba, esto a pesar de décadas de crecimiento económico estancado. También ha dicho que cualquier oposición pública a la línea del partido es obra de cubanos “mal nacidos” o «nacidos en el país equivocado”.
Incluso con todo el discurso oficial de mantener el rumbo, Cuba está cambiando. Muchos que están dentro del incipiente sector privado de Cuba se quejan abiertamente de la lentitud de las reformas. Los artistas hartos de la censura oficial y los activistas que presionan por una legislación que proteja los derechos de los animales, han utilizado el acceso a Internet para organizar y publicitar pequeñas protestas que hubieran sido impensables hace unos años.
A medida que el gobierno de Cuba enfrenta mayores desafíos y amenazas, algunos militantes pueden desconfiar de la salida de Raúl Castro. Sin embargo, el ex senador Jeff Flake le dijo a CNN que es probable que Castro se resista a cualquier apelación de último minuto para quedarse.
“Ciertamente, parece mucho más dispuesto a caminar hacia el atardecer que su hermano. Siempre hablaba de sus nietos y su familia”, dijo Flake. “Pero igualmente para seguir adelante, para promulgar las reformas que Cuba necesita, necesitarán ir mucho más allá de los Castro.