Más de 7 mil muertos y al menos 35 mil heridos ha dejado el devastador terremoto de magnitud 7,8. El epicentro se registró en el sureste de Turquía, a unos 60 km de la frontera con Siria.
(CNN en Español) – Poco después de las 4 a.m., cuando la mayoría de las personas dormía, un fuerte terremoto de magnitud 7,8 azotó Turquía.
El sismo fue tan intenso que se sintió en otros países de la región del Medio Oriente, sobre todo en el noroeste de Siria, que se encuentra cerca del epicentro del movimiento telúrico (ubicado a 23 kilómetros al este de Nurdagi, provincia de Gaziantep, Turquía).
Las consecuencias del terremoto —que ya es considerado el sismo más poderoso en suelo turco en más de 80 años— han sido devastadoras: hasta después de la 1 p.m. de este martes (tiempo del este), la cifra de muertos por el desastre en Turquía y Siria ascendía a más de 7 mil, el número de personas heridas era de más de 35.000 y los edificios colapsados eran miles en ambos países.
¿Por qué fue tan fuerte el terremoto en Turquía?
Hay varios factores que nos ayudan a comprender por qué este terremoto, que ha ocasionado al menos 125 réplicas de magnitud 4 o mayor, ha sido tan fuerte y devastador.
“Zona compleja”
Carlos Miguel Valdés González, doctor del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que Turquía se encuentra en una zona compleja que es propicia para los sismos, pues prácticamente el país se encuentra rodeado por tres placas.
“En la parte norte, (Turquía) tiene a la placa euroasiática, en la parte sur a la placa africana y en la parte sureste a la placa arábiga”, comentó Valdés en entrevista con CNN en español.
Para tener esto más claro, recordemos cómo se desarrollan los sismos. Según el académico de la UNAM, la parte más externa de la Tierra es en la que vivimos, a la cual se le conoce como corteza y que nos podemos imaginar como un rompecabezas esférico. Las piezas de dicho rompecabezas son las placas y se mueven en diferentes direcciones empujadas por el calor interno del planeta. Al punto en el que las placas hacen contacto unas con otras se le conoce como falla.
En promedio, dijo Valdés, cada año las placas se mueven de 3 a 6 centímetros a una velocidad que el humano no detecta. Al irse moviendo, se van acumulando esfuerzos o energía en los puntos de contacto (fallas) de las placas. Cuando esa energía acumulada en las fallas ya no resiste y la roca se rompe, se produce un sismo, cuya magnitud dependerá de la energía que se acumuló y del tamaño de la ruptura en la falla en cuestión.
Entonces, Turquía —que está entre tres placas— tuvo una liberación importante de energía en una falla, lo cual desencadenó el terremoto.
Específicamente, “el sismo que ocurrió en la zona de Turquía y de Siria (…) es un evento relacionado a la falla Anatolia del Este (u Oriental)“, la cual pasa por Gaziantep, lugar del epicentro en el sureste del país, explicó el académico.
El sismo tuvo consecuencias catastróficas en parte porque la falla de Anatolia Oriental se encuentra en zonas muy pobladas, agregó Valdés, lo que se puede ver en las miles de personas fallecidas y heridas que se han registrado hasta el momento. El desastre aumentó aún más debido a que el evento fue “somero”, es decir, se originó a poca profundidad de la superficie (a casi 18 kilómetros), por lo que las ondas sísmicas se propagaron con mayor facilidad.
“La energía se transforma en lo que nosotros conocemos como ondas superficiales, que son ondas grandes, ondas que además tienen una duración larga. Es complicado hablar de la duración de un sismo, pero yo estimaría que para la magnitud de 7,8 de este sismo en algunos lugares (…) pudo ser fácilmente más de un minuto, difícilmente más de dos minutos”, indicó.
Una liberación de energía similar también podría ocurrir en el norte de Turquía (Estambul, por ejemplo, está en el noroeste), ya que en esa zona del país pasa la falla Anatolia del Norte, pero no se puede predecir cuándo sucederá.
En pocas palabras, una nación que es propensa a los sismos.
El tipo de falla
La Red Sismológica Nacional (RSN) de Costa Rica señala que hay principalmente tres tipos de fallas que generan sismos: las normales, las de desplazamiento lateral y las inversas.
En el caso del reciente terremoto en Turquía, se trata de una falla de desplazamiento lateral, señaló Valdés, y agregó que una muy conocida de este tipo es la falla de San Andrés, “que separa a dos grandes placas: la placa del Pacífico y la placa norteamericana“. Del lado de una de estas fallas se encuentra la ciudad de San Francisco y del otro está Los Ángeles; mientras que la primera se mueve al este, la segunda lo hace al oeste, por lo que ambas ciudades se acercan cada vez más de forma lateral y podría haber un gran sismo por la energía acumulada en la falla de San Andrés.
De acuerdo con el experto, el bloque Anatolia (que comprende las fallas mencionadas del Este y del Norte) también separa a dos grandes placas: la arábiga y la africana.
El bloque Anatolia acumuló energía en la falla del Este por su contacto con las placas y entonces se desató el terremoto en Turquía.
Anteriormente, mencionó Valdés, ya se habían realizado estudios sobre “el posible riesgo de esta falla, la Anatolia del Este, y habían establecido que podían ocurrir (sismos) entre magnitudes de 6,5 hasta 7,7”, lo cual se aproxima a la magnitud del reciente terremoto.
Es posible comprobar que la falla de Anatolia Oriental se trata de una falla de desplazamiento lateral con el mapa de intensidad del sismo. Se pudo sentir de muy fuerte a severo en una gran franja lateral u horizontal, que es por donde pasa dicha falla.
Factores externos
Las consecuencias del sismo han sido aún más devastadoras debido a factores externos.
El terremoto en sí mismo liberó una energía cercana a la producida por 27.000 bombas atómicas como las de Hiroshima y Nagasaki, explicó el experto del Instituto de Geofísica de la UNAM, lo cual es suficiente para causar una devastación importante.
Sin embargo, los daños provocados por el terremoto se ven incrementados por las condiciones climáticas extremas.
Una tormenta de invierno en la región donde ocurrió el sismo está exacerbando el desastre, según meteorólogos de CNN.
“Cientos de miles de personas se ven afectadas por esto. Hace frío. Está lloviendo. Las carreteras podrían verse afectadas, eso significa su comida, su sustento, el cuidado de sus hijos, el cuidado de su familia”, dijo Karen Maginnis, meteoróloga de CNN.
Este mismo clima dificulta las labores de ayuda, búsqueda y rescate, de acuerdo con autoridades turcas.
“Las condiciones climáticas y la escala del desastre dificultan que nuestros equipos lleguen a la región”, dijo este lunes el ministro de Salud de Turquía, Fahrettin Koca, y añadió que algunos helicópteros del país no pudieron despegar el día del sismo “debido a las condiciones climáticas”.
Junto al clima, existen otros factores que colaboraron a incrementar el desastre, como los edificios antiguos que no tienen una construcción adecuada frente a los sismos.
El terremoto colapsó más de 5.600 de edificios y causó daños a sitios arqueológicos de siglos atrás, como el castillo de Gaziantep, lugar histórico y atracción turística del sureste de Turquía.
El problema de las construcciones antiguas se mezcla a la difícil situación que se vive en Siria. Los afectados por el terremoto ya estaban desprotegidos desde antes, pues se estima que en este país más de 4 millones de personas dependían de asistencia humanitaria.
Además, el noroeste de Siria, la zona del país afectada por el terremoto ha estado en conflicto por la guerra civil que comenzó hace más de una década, por lo que se habla de “una crisis dentro de otra crisis“. Actualmente, varias partes del noroeste de Siria, incluido Idlib, todavía están controladas por rebeldes antigubernamentales.