Columna de Álvaro Vergara: Somos el PDG y venimos por ti

Por Álvaro Vergara

08.11.2022 / 23:33

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El investigador del Instituto de Estudios Sociales (IES) analiza las razones del éxito del Partido de la Gente, junto con cuestionarse el futuro del partido luego de que pase su "ascenso meteórico". Además de plantear que el "PDG es transparente" y, que de hecho "es tan transparente que en su interior pareciera no tener mucho más que aquello que conocemos por los medios de comunicación y por sus redes sociales".


Muchas veces son los mismos dirigentes políticos tradicionales quienes, presionados por diversas crisis de autoridad o legitimidad, terminan dejando entrar al sistema elementos corrosivos. El problema, es que mientras creen estar expandiendo la democracia, también pueden estar firmando su sentencia de muerte.

En efecto, esa es la oportunidad perfecta para que nuevos personajes, movimientos y partidos, cuyo fin es atacar al statu quo por medio de retóricas y actitudes propias de la anti-política, lleguen (paradójicamente) a la política.

Despotricando contra todo lo antiguo e identificándolo con una mera defensa de intereses, alcanzan los puestos de poder para luego carcomerlos por dentro. Vaya que lo hemos visto durante el último tiempo: basta recordar la renovadora “Lista del pueblo”.

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¿Pasará lo mismo con el Partido de la Gente? Por de pronto es innegable que ha tenido un ascenso meteórico. Constituido hace tan solo un año, hoy es la colectividad que cuenta con la mayor cantidad de militantes. En la actualidad ya superan las 47.000 personas.

La cifra es increíble y sigue en aumento. Si se pensaba que los partidos estaban muertos y que la gente ya no tenía en interés en militar, el PDG resulta la curiosa (e innovadora) excepción a la regla.

Fue en 2019 cuando el excandidato presidencial Franco Parisi y Gino Lorenzini, fundador de Felices y forrados (FyF), decidieron iniciar el proyecto. Ambos habían explorado formas de hacer política por medios digitales y, al parecer, les fue bastante bien.

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En su época, miles de personas seguían periódicamente los consejos de inversión que Lorenzini y FyF daban. Lo mismo ocurrió con Parisi a fines de 2021: pese a no hacer campaña presencial ni un solo día (vive en Estados Unidos), sacó la tercera mayoría nacional con casi 900.000 votos.

Ahí se encontrarían algunos de los cimientos que conforman la lógica seguida por el PDG. Parisi hoy es su principal rostro. Lorenzini, en cambio, renunció.

Los números hablan por sí solos y de alguna manera indican que dentro del partido las cosas se están haciendo bien. Pero, ¿qué será?

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Una respuesta posible es el quiebre generacional en su forma de hacer política. Si bien el Frente Amplio pudo haber realizado algo parecido, sus métodos no lograron desanclarse de las antiguas lógicas tradicionales.

En términos más o menos explícitos: difícilmente veremos a un miembro del PDG haciendo campaña con palomas en las calles. Saben que están obsoletas. Lo tienen presente porque una de las innovaciones que les ha permitido tener éxito y sintonía con su público es la irrupción a través de medios digitales. O, como ellos lo llaman, la “democracia digital” aplicada para sí mismos y la cual planean implementar a nivel nacional.

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De ahí el éxito del programa Bad Boys, desde donde Franco Parisi y compañía analizan la contingencia junto con diferentes invitados, que van de José Antonio Kast a Ximena Rincón.

Política-Youtube”. El mismo nicho que también han explotado personajes y fundaciones como Teresa Marinovic y Nueva Mente o Pancho Orrego y Sin Filtros. Tiene cierta lógica: ver un video es más atractivo y fácil que leer un texto.

La lucha por la “hegemonía cultural” y la “defensa de las ideas de la libertad” cuenta así con sus propios medios. La consigna más o menos soterrada es “no se esfuerce, nosotros le llevamos el contenido y el morbo directo a su sofá”.

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Es cierto: internet nos brinda inmediatez, acorta los tiempos de espera y nos permite interpelar a personas que en realidad están fuera de nuestro alcance.

En otras palabras, nos da la posibilidad de eliminar todos esos aparentes males que, al fin y al cabo, eran parte inherente de la antigua política. Los miembros del Partido de la Gente lo tienen claro y buscan avanzar hacia esos fines.

De ahí que aboguen en el Congreso por evitar los discursos en Sala, con el motivo de “evitar burocracia”. La gente lo pide: más trabajo y menos show.

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El éxito, por otro lado, también forma parte constitutiva de su estilo: el partido hubiese nacido muerto de no ser por su explosivo crecimiento y, por lo mismo, veremos cuánto aguantará si se vuelve impopular. Teniendo eso en cuenta, los miembros del PDG no se caracterizan por explotar un bajo perfil.

Al contrario; propio de las lógicas de influencers, buscan la diferenciación constante. La combinación entre dicha actitud, la polémica y la confrontación genera buenas rentas. Si no está de acuerdo, compare la figura de Parisi 2013 con el de 2021 y vea el tono de sus críticas.

Al mismo tiempo, también puede comprobar lo anterior al ver que personajes incómodos para el mundo político, como los diputados Gaspar Rivas, Yovana Ahumada y Gloria Naveillán conforman sus filas. Esto quizá pueda servir para representar o transmitir algún malestar hacia el sistema —hay una denuncia válida sobre problemas reales—.

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Aun así, ¿qué gobernabilidad podría dar una figura como la de nuestro “Sheriff”?
En resumen, podría decirse que el PDG es transparente y, al mismo tiempo, impredecible. De hecho, es tan transparente que en su interior pareciera no tener mucho más que aquello que conocemos por los medios de comunicación y por sus redes sociales.

Ayer fueron clave en la elección de Vlado Mirosevic como Presidente de la Cámara, luego de rechazar a Cariola. Por lo mismo, sería interesante preguntarse por su robustez ideológica. ¿Cuál es el horizonte normativo deseable en un militante PDG? ¿La tiene realmente? La pregunta no es trivial, porque una política sin bases normativas puede degenerar fácilmente en mero clientelismo, además de una representación acotada únicamente a quienes logran expresar su opinión.

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El PDG escucha a la gente y a sus adherentes, pero ¿Qué pasa, por ejemplo, cuando las personas se equivocan? Porque todos lo hacemos de vez en cuando. ¿Qué ocurre si algunas minorías no logran hacerse escuchar? ¿Podrá el Partido de la Gente legislar en contra de las mayorías alguna vez si sus bases dicen lo contrario? ¿Qué pasará cuando gire el clima político?