Las propuestas en educación de todos los candidatos están en este análisis del presidente del directorio de Fundación Educación 2020. "Debemos exigirles a los candidatos que no escatimen recursos ni palabras en la búsqueda de un sistema educativo que vele por el resguardo de derechos, por una formación más humana, por una pertinencia histórica y local, pero que enfrente los desafíos globales, y por el fortalecimiento de la democracia", analiza
Este domingo serán las primarias presidenciales de Chile Vamos y Apruebo Dignidad. Lamentablemente, ha faltado una reflexión profunda sobre las propuestas en educación de los seis candidatos, aun cuando se dice que es una prioridad. En materia de debates, prácticamente no se ha abordado el tema, y cuando se ha hecho, se observa en algunos un desconocimiento de las últimas leyes aprobadas en materia de reformas, que desinforma y lleva siempre al mismo terreno de discusión, sobre los procesos de selección o el fin al copago, por ejemplo.
La educación es, precisamente, la piedra angular de una sociedad más justa y equitativa, y en los tiempos históricos que vivimos, cuando se gesta un nuevo Chile, no puede estar ausente de la discusión respecto al país que soñamos.
Por esto, ¿qué proponen los candidatos de las primarias en educación escolar? Si vamos al programa de Gabriel Boric (Convergencia Social, Apruebo Dignidad), este se basa en los principios de autonomía pedagógica, colaboración, participación y reconocimiento de la diversidad, entre otros. Sobre estos, propone un plan para enfrentar las consecuencias de la pandemia (conectividad y apoyo en salud mental); procurar un cambio en el paradigma educativo; generar ajustes normativos para la coherencia con la nueva Constitución y la eliminación del enfoque neoliberal; priorizar la instalación de la Nueva Educación Pública; y un plan de atracción y formación de docentes y sus condiciones profesionales. Se valora en este sentido el énfasis en educación pública, el plan para afrontar los desafíos de la pandemia, incluyendo salud mental, y la relevancia de la profesionalización docente, aunque nos preocupa un enfoque de ajustes normativos, que no necesariamente resguarda la coherencia sistémica de las definiciones del sistema educacional.
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Ignacio Briones (Evópoli, Chile Vamos) plasma su preocupación por las consecuencias de la pandemia creando una “Unidad Especializada en la Recuperación Educativa”, y sugiere aplicar un “Simce de bienestar emocional”, medida que nos preocupa pues podría añadir más presión a la labor de las escuelas en un contexto de crisis o post crisis, y que refuerza un enfoque de control y rendición de cuentas sobre las escuelas. También, habla de “apoyo a escuelas con resultados deficientes”, mejores directores y docentes donde más se necesite; mejores condiciones laborales, y entregar mayor autonomía a los Servicios Locales y a la priorización de la primera infancia. En esa línea, valoramos el énfasis en educación inicial, el fortalecimiento de los Servicios Locales de Educación pública y un plan de apoyo para abordar las brechas que han aumentado en el contexto de la pandemia.
Mario Desbordes (Renovación Nacional, Chile Vamos) se refiere al rol y presencia del Estado, fomento y actividad productiva, investigación y rol de la educación pública. Al respecto, propone su fortalecimiento a través de una mejor carrera docente y del establecimiento de condiciones para la enseñanza, lo que complementa con un énfasis en la implementación de la Nueva Educación Pública para asegurar la calidad de la educación. Se valora en este programa el reconocimiento del rol estratégico que juega la educación en la construcción del país, y el compromiso con la instalación de la nueva institucionalidad para la Educación Pública, aunque es preocupante una visión de la educación inicial más bien vinculada a un rol de guardería para fomentar el empleo, que a su rol en el desarrollo y formación integral de niños y niñas.
Daniel Jadue (Partido Comunista, Apruebo Dignidad) propone una reforma de 4 lineamientos estratégicos: mejoramiento, valorización, potenciamiento o rescate de la educación pública; eliminación del mercado y la competencia como ejes estructurantes del sistema educativo; mejora y fortalecimiento de las condiciones para el desarrollo y aprendizaje; y construcción de un sistema inclusivo, basado en la justicia y dignidad social, con perspectiva no sexista, inter y pluricultural. Destaca en su programa la visión respecto a los desafíos que enfrenta la educación para abordar los rápidos cambios de una sociedad que se transforma, especialmente en pos de la justicia social a través de la educación. Sin embargo, es fundamental considerar que un sistema educativo que ha atravesado múltiples cambios los últimos años, que se encuentra profundizando la implementación de políticas como la carrera docente y nueva educación pública, y que además se enfrentará a la tarea de la recuperación de aprendizajes post pandemia, debe asumir los cambios de modo gradual y sostenible..
Joaquín Lavin (UDI, Chile Vamos) no cuenta con un programa en su sitio web, sino con pilares y ejes fundamentales. Educación sólo es mencionada en el primer pilar El mismo Chile, donde releva la necesidad de impulsar un cambio social profundo, que asegure que todos y todas tengan la misma educación de calidad. Según sus declaraciones, buscaría terminar con el nuevo sistema de admisión escolar, impulsar el fomento del inglés, gratuidad en Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales, y devolver el CAE a quienes tengan deuda a través de experiencias de trabajo comunitario. Si bien es positivo el aumento de la gratuidad en la formación técnica y la noción de una educación de calidad, preocupa que no se reconozca el valor crucial de la educación pública para este fin, y que se siga con la lógica de fomentar ciertas áreas a través de programas, en vez de promover una visión sistémica de la educación escolar.
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Por último, Sebastián Sichel (Independiente, Chile Vamos) propone acelerar la implementación del Sistema de Desarrollo Profesional Docente e impulsar una carrera directiva para fortalecer el liderazgo; la ampliación a 100 Liceos Bicentenarios más, un Plan Nacional de Habilidades Socioemocionales Postpandemia, y la prioridad a la estimulación temprana avanzando a acceso universal a educación parvularia gratuita. Destaca la incorporación de la carrera directiva en este programa, un elemento crucial para la calidad de la educación, que se ha hecho especialmente patente en el contexto de pandemia. Sin embargo, nos preocupa la visión de crear más liceos bicentenarios, que sabemos no resuelve de modo estructural y equitativo los problemas de la educación pública.
Sin duda, es una buena noticia que la mayoría se comprometa con el fortalecimiento de la Nueva Educación Pública, reconociendo su importancia para la calidad del sistema educativo y la justicia e integración social. Es de esperar que el futuro gobierno sea capaz de potenciar la implementación de la Nueva Educación Pública y el Sistema de Desarrollo Profesional Docente, así como la creación de una carrera directiva, revisión de los mecanismos de financiamiento, y la priorización de la educación para abordar los grandes desafíos que nos ha puesto la pandemia, entre muchos temas más.
La educación es demasiado importante como para no tenerla en el centro de todo programa de quien desee gobernar Chile. Los desafíos, desigualdades y dificultades que por años se han debido enfrentar, la generación actual los ha visto incrementados en proporciones descomunales. Quienes entendemos la política como la actividad civilizatoria que permite una sociedad pacífica y justa, debemos exigirles a los candidatos que no escatimen recursos ni palabras en la búsqueda de un sistema educativo que vele por el resguardo de derechos, por una formación más humana, por una pertinencia histórica y local, pero que enfrente los desafíos globales, y por el fortalecimiento de la democracia. Un nuevo Chile urge de una nueva educación. A ver quién se hará cargo realmente del más complejo desafío de todos.