Columna de Fernando Pairican: La tumba de Pablo Marchant y la evolución de la Coordinadora Arauco-Malleco

Por Fernando Pairican

23.07.2021 / 13:39

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"La tumba demarcada hoy con un Chemamul en el predio en disputa de la forestal es un nuevo paso, de un componente que la CAM ha venido desarrollando desde el año 2001: Control Territorial como ejercicio de la Autonomía", indica el académico y posdoctorante del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas.


La Coordinadora Arauco Malleco ha escritos a lo menos tres estudios sobre sí mismos: La “CAM: denuncia” (2003); “Weichan: conversaciones con un weychafe en la prisión política” (2012) y “Che ka Rakiduam: pensamiento y acción de la CAM” (2019). En su trayectoria, ha diferencia de otras organizaciones autonomistas que la precedieron, la CAM ha resignificado al weichafe (guerrero) como actor protagónico de su quehacer público. Este es el militante fundamental de la organización, es el miembro que une las condiciones políticas, morales y culturales de lo que llaman el “verdadero militante” de la causa mapuche. El miembro de la organización que se entrega a tiempo completo al proceso de Liberación Nacional.

La Liberación Nacional es el resultado de un proyecto que se ejerce en base al Control Territorial. Es decir, las recuperaciones de tierras disputadas al gran capital (forestales) y a los agricultores. A los primeros los designa como sus “grandes enemigos” y a los segundos “sus enemigos históricos”. En torno a este ideario político, la CAM no ha modificado en nada su forma de operar y actuar a lo largo de sus veinte años.

En su forma de actuar, la evolución de la Coordinadora Arauco Malleco, es proporcional al uso de la violencia del Estado y la incapacidad de este último, por decisiones políticas de los distintos actores involucrados, de generar las reformas institucionales necesarias para desarrollar un nuevo tipo de ciudadanía y avanzar en los derechos colectivos cuando el tiempo aun no era demasiado tarde. Hoy, un sector del pueblo mapuche se aleja cada vez de una posibilidad de diálogo y en sus horizontes, incluso sus mismos hermanos y hermanas parecen agentes que se someten a un “pacto colonial” por buscar afirmar derechos colectivos en la apertura abierta con la movilización del 18 de octubre.

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El Estado chileno respondió al ascenso de la Coordinadora Arauco-Malleco con una estrategia de coerción y asimilación. Para el primero, se usaron las normativas del Estado de Derecho, en específico la fuerza pública y las leyes de excepción como son Asociación Ilícita (2001) y la Ley por Conductas Terroristas (2003, 2004, 2008, 2012, 2018). La segunda, una continuidad de la Ley Indígena y las recomendaciones contenidas en el documento de Verdad Histórica y Nuevo Trato (2003-2006). De este último, el uso del Convenio 169 de la OIT que garantiza la consulta previa, aunque no vinculante, debilitó el marco jurídico del mismo e inició el sendero hacia el contexto del multiculturalismo como respuesta al ascenso del movimiento mapuche.

El multiculturalismo, es el reconocimiento a la existencia de la diversidad, la que implementa políticas públicas de reconocimiento, valorando la diferencia, pero no transformando la situación socioeconómica de los pueblos originarios. Es lo que expresa la Coordinadora Arauco-Malleco y a estas alturas su líder histórico, Héctor Llaitul Carrillanca. Quien no ha se ha movido de la línea argumental que dio sustento a la organización de sus orígenes y que la ha dotado de nuevos ingredientes para fundamentar su perspectiva política: la reconstrucción y retorno al origen del mundo mapuche previo a la Ocupación de La Araucanía.

Pero hoy la CAM ha dado un nuevo ingrediente a su proceso de Control Territorial: ha enterrado a uno de sus militantes, Pablo Marchant, en un fundo en recuperación. Es un hecho inédito hasta ahora en la historia de la organización y con ello fundamenta un paso más al unir en ese acto el ser militante, las recuperaciones de tierras y el ejercicio de la Autodeterminación.

Desde un punto de vista no mapuche podríamos observar la creación de un monumento al “soldado desconocido” que gran parte de las plazas de las repúblicas latinoamericanas contienen con el propósito de dotar de unidad a sus distintos ciudadanos en el siglo XIX. La CAM, que no ha ocultado el nacionalismo como estrategia para cohesionar a su militancia, usando para ello la “invención de la tradición” entorno al retorno del weichafe, como actor protagónico de la resistencia mapuche, hoy ha dado un paso más en su evolución política al enterrar, como en los tiempos previo a la Ocupación de la Araucanía, en un territorio en disputa, a su nuevo mártir.

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Para la CAM, la reconstrucción del Wallmapu pasa por la recomposición de los Lof. Unidades territoriales, conducidas por Ñidolongko, que a su vez, son parte de las Identidades Territoriales encabezadas por los distintos Longko del Wallmapu. Los mismos que previo a la Ocupación de La Araucanía, conducían el país mapuche desde el río Bío Bío al seno de Reloncaví. El Chemamul que marca desde hoy la tumba de Pablo Marchant representa la punta de un iceberg, de algo que ha venido avanzando con mayor fuerza, en distintos rincones del planeta, que es el nacionalismo, en sus distintas vertientes, regándose sobre una pradera, ante las dificultades de la misma democracia, que no dio cabida a las nuevas expresiones identitarias surgidas al calor del mismo proceso de evolución de las repúblicas latinoamericanas. En ese ámbito, la tumba demarcada hoy con un Chemamul en el predio en disputa de la forestal es un nuevo paso, de un componente que la CAM ha venido desarrollando desde el año 2001: Control Territorial como ejercicio de la Autonomía.

Constata un acto refundacional y una nueva evolución de la organización: un ritual simbólico en que los disparos al aire resonaron con la misma intensidad que los afafan de los mapuche. Esta nueva etapa, en la historia de la Coordinadora Arauco Malleco, se hace enviando un mensaje directo a los otros integrantes del movimiento mapuche autonomista: “la única vía posible para la liberación nacional mapuche es el weychan (resistencia-guerra) y la confrontación directa contra las expresiones del capitalismo en Wallmapu” y por otro lado, demarca como en los tiempos previo a la Ocupación de La Araucanía que la reconstrucción del Wallmapu pasa por la recomposición de los Lof existentes previo a la anexión del Estado chileno. Lo que presenciamos y acontecemos es la forma que se enterraban los mapuche en el pasado. De ese acto hoy, surge una nueva fase de la historia de esta organización.