Columna de Jorge Cordero: Reformar los partidos políticos, una discusión necesaria

Por Jorge Cordero

10.03.2023 / 13:13

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El subdirector de Estudios IdeaPaís compartió sus reflexiones respecto al estado actual de las coaliciones y los partidos políticos en Chile: “Los partidos disponen de herramientas mucho más limitadas, tienden a ser volátiles y con principios difusos, lo que los lleva a la conformación de coaliciones más débiles".


Tras la instalación del nuevo Consejo Constitucional, una de las subcomisiones que podría adquirir mayor relevancia es la de “Sistema Político, Reforma Constitucional y Forma de Estado”, que será presidida por el abogado Juan José Ossa. Esta subcomisión es una oportunidad para fortalecer la institucionalización del sistema de partidos, lo que es fundamental para mejorar el funcionamiento del sistema político y dotar de mayor estabilidad las instituciones del país.

Cuando se habla sobre la institucionalización del sistema de partidos se puede sintetizar en dos aspectos generales. El primero refiere a la estabilidad de los partidos políticos y también a las reglas por las que se rigen, y el segundo, sobre el enraizamiento de estos con la sociedad civil, es decir, en su adhesión con la ciudadanía y la capacidad que tienen para funcionar como mecanismos de representación efectiva.

La importancia de tener un sistema de partidos institucionalizado no es menor, pues el hecho de que los partidos estén organizados ayuda a moderar la inestabilidad política. Por mencionar un ejemplo, tras la aparición de liderazgos erráticos, es decir, de presidentes imprevisibles, los partidos en un sistema altamente institucionalizado pueden funcionar como un mecanismo de control, pues al disponer de mayor capacidad de negociación, les permite generar acuerdos y plantear soluciones frente a una eventual crisis de gobierno.

En este caso, los partidos mantienen reglas razonables de competencia y son capaces de estructurar a tiempo las preferencias de la ciudadanía. En un sistema de partidos menos institucionalizado, los partidos disponen de herramientas mucho más limitadas, tienden a ser volátiles y con principios difusos, lo que los lleva a la conformación de coaliciones más débiles. Carecen también de experiencia para relacionarse con los partidos de oposición y no tienen la facultad de desarrollar negociaciones efectivas, lo que restringe su capacidad para resolver conflictos. Los partidos sólidos también sirven para filtrar líderes extremos y la aparición de outsiders, y a su vez, para canalizar de mejor manera las demandas de las personas, dado que mantienen una conexión más estrecha con la sociedad civil.

Para el caso de Chile, a diferencia de otros países latinoamericanos, las reglas que rigen a los partidos todavía son relativamente estables, con ciertas excepciones, como las que se vieron en las elecciones de ex-convencionales, donde se permitió la conformación de listas independientes. Se comprendió equivocadamente que las asociaciones y movimientos podían operar como un símil de los partidos, lo que debilitó el proceso de negociación en el funcionamiento interno de la Convención. Pero si se deja de lado esta excepcionalidad, el problema más relevante en la institucionalización del sistema de partidos chileno, radica principalmente en la poca adhesión de los partidos con la ciudadanía.

La realidad del actual sistema político es que la representación a través del sistema de partidos está en una condición crítica y en un país donde estos no tienen la capacidad de establecer vínculos con la sociedad civil, es difícil imaginar que se pueda generar mayor cohesión social, indistintamente de las modificaciones que se establezcan en otros aspectos de nuestra institucionalidad.

Frente al problema mencionado, el nuevo Consejo Constitucional habilita una gran posibilidad de reforma, la que en otras circunstancias sería imposible de considerar.

¿Por qué no pensar en un marco constitucional más amplio para los partidos, respecto de lo que existe en la Constitución actual?

Se debe discutir sobre una nueva regulación constitucional para los partidos políticos, con criterios sobre transparencia y rendición de cuentas, mayor rigor sobre su funcionamiento interno, principios y obligaciones para asegurar la participación de sus integrantes, deberes específicos, reglas de subsistencia, entre muchos otros elementos.

Esto podría generar un incentivo para cambiar la percepción ciudadana sobre los partidos y a su vez, robustecerlos para ser más confiables y transparentes, de manera que puedan fortalecer su vínculo con quienes necesitan ser representados.