Columna de Osvaldo Artaza: “Donar órganos, donar vida”, desafíos y estrategias

Por CNN Chile

03.07.2024 / 15:47

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El decano de la Facultad de Salud y Ciencias Sociales de la Universidad de Las Américas reflexiona sobre las bajas cifras en torno a la donación de órganos en Chile, de hecho y aborda los desafíos para promover una "cultura de la donación". El papel de las escuelas es fundamental para promover principios y valores cívicos en relación "al bien común y en promover que estos temas se debatan en el seno de las familias", señaló.


Pasado un tiempo de la controversia que ocasionó la campaña del Ministerio de Salud para promover la donación de órganos, es oportuno volver sobre el fondo del asunto.

El trasplante es una herramienta médica muy consolidada en el mundo por sus claros beneficios en la supervivencia y la calidad de la vida de las personas que lo requieren, y también por su costo-efectividad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mejora del acceso a los trasplantes depende de una multitud de factores financieros, gubernamentales y sociales.

Los sistemas de salud en países desarrollados suelen estar mejor organizados para gestionar la donación y recepción del órgano, pero aun así, muchas personas mueren antes de recibir uno. Peor es la situación en los países que deben enfrentarse a dificultades relacionadas con la concienciación y educación permanente de la población, junto a severas deficiencias en sus sistemas de salud públicos para facilitar un mayor acceso especialmente de donantes fallecidos, lo que se traduce en grandes listas de espera.

En consecuencia, millones de posibles receptores, en particular de los países de ingresos bajos y medianos, siguen sin tener acceso a los importantes beneficios de los procedimientos médicos asociados al trasplante de tejidos, órganos o células humanas.

Entre los tejidos humanos que pueden trasplantarse figuran los oculares (córneas y esclerótica), cutáneos, musculoesqueléticos (huesos, cartílagos, ligamentos), cardiovasculares (válvulas cardíacas, conductos vasculares), médula ósea, renales, hepáticos, pulmonar y del parto. Las ventajas pueden observarse en las tasas de supervivencia de niños y adultos en caso de quemaduras graves, la recuperación del movimiento, el cierre de heridas crónicas, la rehabilitación de la función cardíaca, renal, hepática, pulmonar y la recuperación de la vista, permitiendo que muchos receptores vuelvan a tener una vida autovalente de calidad.

El trasplante de médula ósea ha salvado ya a muchos niños con leucemia refractaria, al igual que el hepático ante casos de hepatitis fulminante. Un muy buen ejemplo del impacto, son las tasas de éxito del trasplante renal medida en supervivencia a cinco años que alcanzan el 90%, a su vez los estudios han demostrado que resulta en ahorros significativos a largo plazo.

Generalmente, los costos acumulativos del trasplante se vuelven menores que los de la diálisis después de aproximadamente 3 a 5 años. Además, los pacientes trasplantados disfrutan de una mejor calidad y una mayor esperanza de vida en comparación con aquellos en diálisis a largo plazo.

Chile fue pionero en América Latina en comenzar con los trasplantes, un hito histórico fue la cirugía realizada por el Dr. Kaplan muy poco después de que se efectuara el primero de corazón en el mundo. Lo lamentable es que, siendo pioneros, nuestro posterior desempeño ha sido lamentable.

Según datos de la Comisión de Trasplantes chilena, en países desarrollados las tasas de donación oscilan entre los 20 y 30 donantes por millón de habitantes y las tasas de negativa familiar son de alrededor de 20%. En Uruguay, las tasas de donación alcanzan los 18 donantes por millón de habitantes, con una negativa familiar de 2%, mientras que en Chile nos encontramos en una situación dramática en el contexto internacional, ya que nuestras tasas de donación están en los 7 donantes por millón de habitantes y con una negativa familiar de 51%.

Teniendo excelentes capacidades técnicas para hacer más trasplantes y salvar vidas, nos vemos limitados por deficiencias en los recursos destinados a la procuración de órganos, pero por sobre todo en las barreras culturales que juegan un papel significativo.

La actividad de procuramiento (obtención) de órganos es esencial para sostener un sistema robusto de trasplante. Esta labor requiere de equipos multidisciplinarios con habilidades específicas y se concibe como una acción separada de la de los equipos que participan de la atención de los pacientes en lista de espera. El equipo de procuramiento resuelve problemas relacionados con la detección, selección y sostén del potencial donante, así como facilitar la decisión de donar de manera informada y libre de presiones.

En 2010 se creó la Coordinadora Nacional de Trasplantes, dependiente de la Subsecretaría de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud, la cual es la encargada de implementar la política nacional de donación y trasplantes. Esta unidad debe perfeccionarse disponiendo de más recursos humanos y materiales a lo largo de todo el país de modo que pueda apoyar y funcionar integradamente con los servicios de urgencia y las unidades de cuidados intensivos.

Por otro lado, es crítico potenciar una política intersectorial que consiga modificar la “cultura de la desconfianza” imperante y que explica la elevada tasa de negativa familiar. Factores como la desinformación, la no comprensión del concepto de muerte y desconfianza en las instituciones, aparecen vinculados a una cultura de mitos y prejuicios que lo explican.

Dado a que las resistencias a la donación de órganos provienen de varias fuentes, incluidas creencias, mitos y desinformación, el papel de la escuela pasa a ser fundamental en promover principios y valores cívicos con relación al bien común y en promover que estos temas se debatan en el seno de las familias.

Desafortunadamente, nuestra formación escolar es débil en promover el debate de temas valóricos en la comunidad escolar, ya que muchas veces se encuentra con importantes resistencias de sectores políticos y religiosos, aunque estos últimos son difíciles de comprender cuando la Iglesia Católica ha expresado reiteradamente su apoyo al trasplante de órganos como un acto de amor y solidaridad hacia el prójimo. Papas como Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI, reconocidos por su pensamiento conservador, han expresado su apoyo al trasplante de órganos en diversas ocasiones.

Más allá de prejuicios religiosos, es relevante promover una cultura que valorice el bien común y la confianza en las instituciones, lo que genera una mayor inclinación hacia actos altruistas que beneficien a otros.

En sociedades donde se fortalece el valor de la asociatividad, se experimenta una mayor sensación de comunidad y de responsabilidad social. Con un fuerte sentido de pertenencia y conexión con los demás, es más probable que las personas sientan un deber de colaborar con otros. La decisión de donar órganos claramente involucra a la familia del donante fallecido. En culturas más solidarias, donde los temas societales suelen ser valorados o discutidos, propician contextos para el consenso y la comunicación que suelen llevar a decisiones positivas.

La donación de órganos y los trasplantes son fundamentales para salvar vidas y mejorar la salud de innumerables personas. Sin embargo, para maximizar su impacto, es necesario persistir en abordar los desafíos existentes y promover una cultura de donación. A través de la educación, del apoyo gubernamental y de los lideres de opinión, se pueden superar las barreras actuales y lograr un futuro en el que todos aquellos que necesiten un trasplante puedan recibirlo a tiempo. Mas allá de las controversias, la donación de órganos es un acto supremo de generosidad que puede dar esperanza y vida a quienes más lo necesitan.