"Si los herederos de Marx, Lenin, Mao y otros optaron por el desarrollo con capitalismo, entonces, qué diferencia existe alinearse tras EE.UU. o China", plantea el economista del Instituto Igualdad.
El librecambismo fue impulsado por los países capitalistas y sus inspiradores son los llamados economistas clásicos que advertían que no todo se puede producir ni distribuir en un país y su mercado local y a cambio se pueden aprovechar las ventajas competitivas para alcanzar el crecimiento en un mercado abierto al mundo. Nadie puede negar que esa mirada fue muy futurista y por cierto conveniente, especialmente, para países limitados en sus recursos propios, en lo material y humano.
Fue necesario concentrarse en reconstruir y rearmar la economía de los países participantes de la segunda guerra mundial para privilegiar la protección de los recursos con que quedaron a su disposición en esos países para alimentar y sostener a su población lo que derivó en un mayor rol del estado y en un proteccionismo con características focalizadas en las fortalezas locales.
La guerra fría que derivó del conflicto mundial anterior reanimó y dio más garantías a los países para ampliar sus economías en el marco de un sistema capitalista muy apalancado (por el estado) y potente, por un lado, y por la competencia proveniente también de los países socialistas, por otro, abarcando casi todos los ámbitos de la actividad productiva. El desenlace de esa competencia fue el cierre y término de las economías socialistas y un desarrollo sin precedentes de algunos los países que optaron por el sistema capitalista.
El fenómeno conocido como globalización ha sido en gran parte impulsado por el desarrollo del capitalismo y por la ampliación y diversificación de los modos de producir y distribuir que han derivado de su expansión por todo el orbe.
La revolución comunista en China llevó a ese país a abrazar el capitalismo como sistema económico y a convertirse en la segunda economía más importante en el planeta. Pragmatismo o lo que sea, China mantiene al PC como único partido político y podría convertirse en la primera potencia económica capitalista con un sistema político autoritario y comunista.
Hasta ahora, el capitalismo ha logrado penetrar todas las plataformas productivas y financieras del mundo, apoyándose en el desarrollo de la ciencia y de la tecnología en sus múltiples aplicaciones en la vida económica. Y lo ha hecho con más fuerza, amplitud y rapidez en el marco del concepto del libre mercado y la globalización como condición necesaria para su expansión.
Un nuevo orden
Las guerras, las migraciones y el poderío destructivo-militar han ido configurando un nuevo orden geopolítico que pone frente a frente a potencias mundiales que lograron su poder global gracias al capitalismo como fuerza motora.
Pero, porqué entonces, se observa una señal involutiva como sería el proteccionismo. Qué existe en la mirada del futuro del planeta y la humanidad que haga pensar a los gobiernos y poderes fácticos de la necesidad de proteger sus territorios y su economía, como foco. Cuáles serían las áreas económicas más susceptibles de ser protegidas. En qué la globalización seguiría vigente y con qué amplitud.
Al parecer, ya no se trataría de alinearse detrás de países líderes del socialismo o del capitalismo. Si los herederos de Marx, Lenin, Mao y otros optaron por el desarrollo con capitalismo, entonces, qué diferencia existe alinearse tras EE.UU. o China.
Qué razones de fondo y forma hacen posible que esos liderazgos no sean una respuesta para cientos de países que continúan y, cada vez con más profundidad, siendo países pobres y subdesarrollados.
Ciertamente, el proteccionismo es una tendencia propiciada por los países ricos que necesitan mantener su estatus en el planeta. Pero ello, en este momento, no sirve a los países pobres que no han logrado fortalecer sus economías ni dejar de depender preferentemente de las exportaciones de sus recursos naturales.
Después de abandonar el modelo de sustitución de importaciones, lo poco que países como el nuestro lograron avanzar en mejorar las condiciones de vida de sus habitantes se produjo en el marco de la globalización con el librecambismo y la reducción de aranceles. Se pudo importar más y mejores bienes y se pudo alcanzar un balance comercial favorable con las exportaciones del sector minero, forestal y agroindustrial. Con todo, sin embargo, se ha consolidado el estancamiento económico y la desigualdad.
El proteccionismo en los extremos podría afectar a las economías pobres provocando, fundamentalmente, desempleo, inflación e inseguridad alimentaria. Esto, definitivamente, como resultado del posible encarecimiento de las importaciones de estos países y la dificultad de competir con sus exportaciones de materias primas.
En consecuencia, la brecha entre países ricos y países pobres se vería incrementada en la medida que estos últimos quedarían más distantes del acceso a nuevas tecnologías, nuevo conocimiento y a su diversificación productiva.
Probablemente, una posible estrategia que se puede visualizar para enfrentar el proteccionismo de las economías más desarrolladas sería a través de la asociación y colaboración de los países emergentes y menos desarrollados, de preferencia, en unir recursos, mercados y plataformas en zonas y regiones de un mismo continente.
Ciertamente, existirá la posibilidad de combinar el librecambismo con un proteccionismo reactivo, toda vez que para el futuro próximo se deban enfrentar las consecuencias y el alto costo del cambio climático, de posibles conflictos bélicos de alcance mundial, así como la intensificación de las migraciones y el crimen organizado.
Los países hoy desarrollados lograron su objetivo imponiendo reglas en el mercado mundial que les permitió conservar su poder económico, sea estableciendo normas o eliminando otras para favorecer en primer lugar su economía. Así, del proteccionismo al librecambismo y de vuelta a la eliminación de la competencia han sido los ciclos en los cuales nuestros países han tenido que ir a la zaga de los más desarrollados, incluso, amenazados con represalias si no se alinean en su estrategia.
Todo indica que debe impulsarse una vía alternativa para permitir a nuestros países sentirse libres de presiones y de elegir a sus socios, uniendo lazos y comprometiéndose a conformar una nueva área económica que rescate los pilares de un desarrollo sostenible en el marco de la paz, la democracia, la equidad, el respeto al medio ambiente, el desarrollo del conocimiento científico y tecnológico y, lo más importante, donde prime la colaboración entre los países constituidos en este nuevo bloque para construir un mejor futuro para la humanidad.