La investigadora de Fundación Sol expone las diferencias en las pensiones que reciben las Fuerzas Armadas y de Orden y el resto de la población. "Seguir ignorando la existencia de este paralelismo de sistemas que tiene el país es impresentable y, a pesar de ello, el actual gobierno ha manifestado que no contempla una reforma que cambie este panorama", comenta en su columna.
Este año se cumplen 50 años del golpe de Estado que inició la dictadura cívico-militar en Chile, conmemoración que nos lleva a reflexionar cada tema con una perspectiva de memoria y de futuro. El debate previsional no ha estado exento de dicha consideración y, dado el contexto histórico en que nos encontramos, parece relevante aproximarnos a un tema que no ha sido lo suficientemente abordado: el sistema previsional de las Fuerzas Armadas y de Orden.
Dicho régimen coexiste con el sistema de AFP en el que cotiza la mayoría de trabajadores y trabajadoras del país y no deja de sorprender que este paralelismo, de alguna forma, valida la existencia de dos sociedades: una sin seguridad (AFP y Compañías de Seguros de Vida) y otra con seguridad social (Fuerzas Armadas y de Orden).
Desde Fundación SOL nos hemos preguntado por los resultados de este particular sistema de pensiones y elaboramos un estudio titulado “Pensiones por la Fuerza: Resultados del sistema de pensiones de las Fuerzas Armadas y de Orden”, que además de la actualización 2023, cuenta con dos versiones anteriores en los años 2019 y 2021.
Esta columna se propone, en primer lugar, relatar brevemente el escenario histórico en que comienzan a coexistir dos sistemas de pensiones completamente distintos y, en segundo lugar, exponer la magnitud de las pensiones de retiro [1] que pagan CAPREDENA y DIPRECA.
Remontémonos a la década de los ’80, cuando se consolidó en Chile una reforma estructural al sistema de pensiones que sustituía las múltiples cajas previsionales por un nuevo mercado de cuentas individuales. Sin embargo, hay un grupo de la sociedad que no se sumó a este nuevo sistema: las Fuerzas Armadas y de Orden, que se mantuvieron en sus respectivas cajas. Dos elementos explican esta decisión.
Primero, el régimen especial de las Fuerzas Armadas y de Orden consiste en un sistema de reparto que entrega beneficios definidos, es decir, quien se jubila sabe con certeza cuál será el monto de su pensión, ya que tiene tasas de reemplazo claras. En definitiva, una pensión calculada en base a un porcentaje concreto y conocido del sueldo que reciben hacia el final de sus carreras es más conveniente que las pensiones inciertas de quienes cotizan en AFP, tal como demuestran los datos que veremos a continuación.
Segundo, el sistema de reparto de las Fuerzas Armadas y de Orden entrega pensiones suficientes. Por una parte, la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena) es la institución encargada de pagar pensiones a quienes se desempeñaron en las Fuerzas Armadas, ya sea en el Ejército, la Armada o la Fuerza Aérea. A diciembre de 2022, Capredena pagó 104.976 pensiones, de las cuales 71.199 corresponden a pensiones de retiro, que alcanzan un monto promedio de $1.250.794. Este monto considera ambas áreas de la carrera militar: Oficiales y Cuadro Permanente (Suboficiales).
Es importante destacar que, de las pensiones que paga Capredena, se encuentran grandes diferencias por género y dentro de los cuadros. En promedio, los hombres reciben pensiones 1,6 veces mayores a las de las mujeres, y en promedio, los Oficiales reciben 2,4 veces más que el Cuadro Permanente (Suboficiales).
Por otra parte, la Dirección de Previsión de Carabineros de Chile (Dipreca) paga pensiones a las Fuerzas de Orden y Seguridad: Carabineros, Policía de Investigaciones y Gendarmería. A diciembre de 2022, Dipreca pagó 70.793 pensiones, de las cuales 44.623 corresponden a la modalidad de retiro y alcanzan un valor promedio total de $1.476.267.
Al revisar los montos promedio de pensiones de retiro según institución, se observa que el valor más alto se encuentra en Investigaciones con $1.977.825, luego en Gendarmería con $1.813.389 y el valor más bajo está en Carabineros con $1.338.798.
Agreguemos otro dato para la reflexión: las personas que cotizan en el sistema de las Fuerzas Armadas y de Orden aportan prácticamente la mitad de lo que se aporta al sistema de AFP. En Dipreca se cotiza un 5,95% del sueldo imponible, mientras que en Capredena es el 6%; ambos suman un porcentaje adicional que va entre 0,5% y 1% a un Fondo de Revalorización de Pensiones, el que tiene como objetivo aumentar en términos reales (sobre inflación) el monto de las pensiones.
A propósito, mientras las pensiones de trabajadores y trabajadoras que cotizan bajo el sistema de capitalización individual apenas mantienen el poder adquisitivo, las pensiones entregadas por Capredena y Dipreca han aumentado considerablemente. De hecho, eliminando el efecto de la inflación, las pensiones de retiro pagadas por Capredena han aumentado un 28,1% en términos reales, pasando de $976.305 en el año 2005 a $1.250.794 en 2022. Algo similar ha sucedido con las pensiones pagadas por Dipreca, que al revisar según institución desde el año 2006 a 2022, en Investigaciones ha aumentado un 30,2%, en Carabineros un 35,3% y en Gendarmería un 83,5%.
Comparemos estas cifras con una pensión de vejez de $372.646 [2], que corresponde al monto promedio para aquellas personas que cotizaron entre 25 y 30 años en el sistema de AFP (tiempo similar a los años de servicio que deben cumplir funcionarios y funcionarias de las Fuerzas Armadas y de Orden para jubilar). Las pensiones promedio pagadas por Capredena son 3,4 veces mayores a este valor, mientras que las pensiones promedio pagadas por Dipreca son 4 veces superiores.
Volviendo a lo que nos dice la historia de Chile, las actas secretas de la Junta Militar (Acta 398-A del 14 de octubre de 1980) revelan la sugerencia del dictador Augusto Pinochet, acerca de presentar la permanencia en el sistema de cajas de forma encubierta a la ciudadanía y no levantar sospechas del nuevo sistema que se implementaría para la clase trabajadora. De hecho, recientemente en el año 2018, el excomandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez, compartía con oficiales militares el importante mensaje de “cuidar con dientes y muelas” sus pensiones.
Es decir, desde la década de los ’80 a la fecha, las Fuerzas Armadas y de Orden han realizado una constante defensa corporativa a su sistema y, los resultados que se han presentado brevemente en esta columna (así como en el estudio), permiten comprender las razones por las cuales han mantenido y seguirán en la misma línea.
Resulta paradójico pensar que en un contexto de dictadura encabezada por las fuerzas militares fueran estas las que no se quisieron cambiar al revolucionario sistema recién implementado. Desde un principio tomaron la decisión de no traspasar su sistema de seguridad social a manos privadas y, avalados por su poder en el régimen que encabezaban, se mantuvieron en sus cajas a diferencia de trabajadores y trabajadoras que sin más opción debieron pasar a este nuevo sistema.
Los 50 años de conmemoración del golpe cívico-militar nos obliga a pensar en qué democracia nos imaginamos para el futuro y bajo qué principios. Seguir ignorando la existencia de este paralelismo de sistemas que tiene en el país es impresentable y, a pesar de ello, el actual gobierno ha manifestado que no contempla una reforma que cambie este panorama, así que aparentemente la coexistencia de ambos regímenes no tiene un final cercano.
[1] Las pensiones de retiro son una modalidad análoga a las pensiones de vejez, por edad o anticipadas, pagadas por las AFP y Compañías de Seguros de Vida.
[2] Monto de pensión promedio que pagan las AFP y Compañías de Seguros de Vida, incluyendo PGU. Según datos de la Superintendencia de Pensiones a diciembre de 2022.