Exculpemos por una vez al cambio climático

Por Diego Carpentier Nazal

31.07.2024 / 16:48

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Las recientes inundaciones que afectaron el servicio de las estaciones 3 y 6 del Metro de Santiago, tras las intensas lluvias registradas a comienzos de mes en la Región Metropolitana, fueron justificadas por sus ejecutivos apuntando al cambio climático, señalando a su vez que estas podrán “empezar a repetirse con mayor frecuencia”, motivo por el cual el ministro de Transportes señaló la importancia de “instalar bombas en las estaciones en que es más probable que ocurran este tipo de situaciones -las construidas a mayor profundidad en la red- y con esto ir evacuando el agua”.

A este respecto, es efectivo que el problema es consecuencia del cambio climático, pero producto de la ceguera que este nos ha producido luego de más de 15 años de sequía donde, al parecer, todos olvidaron la existencia de las aguas subterráneas. De este modo, llevamos 20 años construyendo obras inmobiliarias e infraestructura sin considerar la realidad latente de las napas subterráneas colgadas que existen en el valle donde se ubica la ciudad de Santiago.

En una carta enviada a El Mercurio, el ejecutivo de Metro comienza explicando que “el diseño de túneles y estaciones considera diversos estudios hidráulicos” que aportan información necesaria “para definir las características de infraestructura que deben tener los túneles de la red de metro, para la gestión de aguas”. Sin embargo, estos no son suficientes si no se consideran, a su vez, estudios hidrogeológicos que permitan, por ejemplo, determinar el caudal potencial de afloramiento de aguas subterráneas en los túneles y estaciones del Metro. Mismo problema que han presentado las rutas de AVO y otras estructuras con la recarga de las napas subterráneas colgadas que se produjeron a raíz de las últimas lluvias, lo que, sin duda, no tiene respuesta en la rotura de matrices o el exceso de lluvia, sino en un inadecuado diseño respecto de la existencia de aguas subterráneas.

Las estaciones de la Línea 1 de Metro, primero Salvador, luego Baquedano, seguida de Mapocho, y así sucesivamente, fueron construidas pensando en un proyecto que se hiciera cargo de recolectar, conducir y evacuar las aguas subterráneas colgadas del acuífero hacia la napa principal de la región metropolitana, siendo además una de las primeras experiencias de pozos de infiltración que existen en Chile y que, hasta la fecha, no han tenido problemas de inundación. Mismo trabajo que posteriormente volvimos a realizar para la Estación Los Domínicos, el Costanera Center, Parque Titanium y Mercado Urbano Tobalaba, entre otros proyectos del mundo inmobiliario y que hoy día, pese al cambio climático, operan correctamente porque tuvieron un diseño de ingeniería con la especialidad pertinente.

Actualmente, Chile cuenta con la ingeniería y conocimiento técnico para resolver esta problemática, por lo que el mundo inmobiliario y de infraestructura urbana debiera atreverse a ofrecer más y mejores soluciones a las ciudades. Construcciones como el Edificio Paseo Los Héroes de Chillán; el Hospital Regional de Ñuble; el Campus Corporativo de Arauco, en Concepción; el proyecto de ampliación del Hotel Enjoy en Puerto Varas; o los malls ViVoCorp y Portal Temuco, son referentes de construcciones que conviven con la napa subterránea, gracias a un adecuado trabajo de ingeniería.

Al igual que estas regiones de Chile, Santiago seguirá creciendo en obras de envergadura. En plena construcción está la línea 7 de Metro, que es tanto o más complicada que la línea 1 en términos de aguas subterráneas, por lo que mientras no consideremos la existencia de esta realidad, solo vamos a seguir construyendo nuevos problemas. Debemos aprovechar las herramientas de modelación y conocimientos que permiten interpretar las características de los acuíferos y su comportamiento, para entregar mejores soluciones a la planificación urbana de nuestras ciudades.