Así es la vida de los chilenos detenidos en Malasia: Han leído 85 libros y practican la meditación

Por CNN Chile

05.10.2018 / 16:27

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Los jóvenes detenidos enfrentan un nuevo panorama luego que la fiscalía pidiera recalificar el delito. Desde Malasia contaron a La Tercera cómo ha sido su vida durante los últimos 13 meses.


Este viernes se supo de una acción que podría evitar que los chilenos detenidos en Malasia sean condenados a la horca. La fiscalía pidió recalificar el delito de homicidio en primer grado a homicidio culposo, ya que los jóvenes no habrían tenido la intención de asesinar al “ladyboy”.

Si la defensa de los chilenos acepta la recalificación, arriesgarían una pena máxima de 10 años de cárcel y la sentencia se podría conocer entre el lunes o martes de la próxima semana.

La noticia ha provocado expectación en el marco de un caso que se arrastra hace más de un año, cuando Fernando Candia y Felipe Osiadacz fueron acusados de asesinato en el que iba a ser el viaje de sus vidas.

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13 meses tras las rejas

Según información de La Tercera, los jóvenes se encuentran en una prisión que fue diseñada para 2.500 reos, pero actualmente hay más de 5.000. Sin embargo, el oficial de SUHAKAM, la Comisión de Derechos Humanos de Malasia, Jerald Joseph, aseguró que “no deberían tener dificultades especiales por ser extranjeros, más allá de las diferencias culturales y no entender el idioma”.

Durante los 13 meses que llevan privados de libertad han leído 85 libros, entre los que se cuenta la saga de “Juego de Tronos”. Además, han aprovechado de emprender un proceso de “autodescubrimiento” a través del reiki y la meditación.

En la prisión no tienen amigos, pero se llevan bien con un ciudadano argentino y otro ucraniano, ambos acusados de tráfico de drogas. Fernando Candia dijo a La Tercera que no han tenido problemas con nadie: “más allá de algunos encontrones, nos llevamos bien con los demás presos”.

Felipe Osiadacz, por su parte, detalló que una vez que recupere su libertad planea establecerse junto a su polola Gaelle, una belga que conoció en Nueva Zelanda y que lo ha acompañado durante todo el proceso: “De no haber sido por ella, me habría suicidado”. También sueña con escalar el Everest.

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