Aspergirls: La doble discriminación de ser mujer y tener Asperger

Por Paula Lepe

19.03.2019 / 18:25

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Se declaran feministas y, aunque aún son pocas, comienzan a organizarse. Dicen que el machismo es doblemente duro con ellas y acusan que su faceta más dura se da con la discriminación laboral. Aunque la marcha del 8M fue "agotadora desde el punto de vista sensorial", terminaron el recorrido orgullosas y felices.


La marcha feminista del 8 de marzo tuvo carácter histórico. La convocatoria fue amplia. Mujeres de distintos sectores quisieron hacerse parte de dicha instancia, que marcó un antes y un después en la lucha feminista en Chile. Tal fue el caso de un grupo de mujeres en el espectro autista, o autodenominadas “Aspergirls”.

Reclaman que sufren una doble discriminación: mujeres y Asperger. Las adultas conocen la cara más dura de este síndrome en el mundo laboral, especialmente al hacer público su diagnóstico. Por eso, un grupo de ellas se aventuró a manifestarse en la Alameda, tras el lema “Mujeres en el espectro austista, presentes!!!”.

Mujeres Asperger, presentes

Karina Arancibia (41), Magdalena Montero (26), Alejandra Acevedo (43), Valentina Grez (32) y Sofía (15), se conocieron gracias a la página de Facebook “Chicas Asperger”. Cuando a Magdalena se le ocurrió convocar a la marcha del 8M, las respuestas no fueron muchas. No te imaginas lo difícil que es juntar a un grupo de mujeres en el espectro”, comenta Karina. 

Ese día llegaron a Plaza Italia junto a la Asociación de Abogadas Feministas de Chile (ABOFEM), invitadas por la abogada Sandra Basso, mamá de Sofía, para que se sintieran más tranquilas.

“La gente nos miraba con sorpresa. Nos hicieron hartas fotos y se nos acercaron algunas mujeres a hablarnos sobre sus nietas, sobrinas e hijas. Fue muy bello e intenso. Incluso en un momento nos ubicamos a un costado para esperar a una de las integrantes que había ido a un baño, y entonces los grupos de diversas organizaciones que iban marchando nos veían con nuestro lienzo y nos aplaudían, nos gritaban en apoyo y también nos miraban como diciendo: ‘oh, verdad que esto pasa y no lo había pensado antes‘”, relata Karina.

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El grupo avanzó por la Alameda, en un comienzo con temor e incluso pudor, pero luego se lanzaron con consignas como “¡Asperger! ¡en femenino! ¡seguro ni sabían que existimos!”“¡Queremos trabajo! ¡Queremos inclusión! ¡El feminismo es la solución!”.

“Todas coincidimos en que nos sentimos llenas de emoción al encontramos con más mujeres del espectro autista y también coincidimos en que fue agotador desde el punto de vista sensorial, pero quedamos con el corazón lleno de orgullo y felicidad“, cuenta Karina. “Fuimos una pequeña manada que buscaba visibilizar la diversidad de mujeres que existen en este mundo, y que a pesar de pensar o sentir distinto, también nos sentimos parte del llamado a luchar por la igualdad y libertad de las mujeres”, agrega.

Discriminación laboral

“Como mujeres sufrimos doble discriminación: por ser mujeres y por ser Asperger”.

Las chicas asperger que marcharon unidas el día de la Huelga General Feminista, lo hicieron con el objetivo de visibilizar a las adultas en el espectro. “Como mujeres sufrimos doble discriminación: por ser mujeres y por ser Asperger”, afirma Karina.

Uno de los ámbitos más difíciles es el laboral. Karina, al ser diagnosticada recientemente, se topó con este obstáculo hace muy poco.

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Karina Arancibia es ingeniera física. Cuenta que hasta fines de 2018 trabajaba realizando laboratorios de física en la Universidad Adolfo Ibáñez. Fue diagnosticada en 2016, a los 38 años, por un especialista cuyo contacto consiguió en la Fundación Amasperger.

“Muchas veces la gente desconoce el tema y no conoce a la mujer, porque la mujer asperger es muy distinta al hombre. Tú ves a la mujer asperger con mucha conexión social, con habilidades sociales que va adquiriendo durante su vida, prácticamente repitiendo conductas, como copiando”, dice .

“Cuando empecé a hacer clases los alumnos me evaluaban mal, de hecho casi me echan y era por el tema de decir las cosas muy directamente, porque por primera vez me enfrentaba a tanta gente”, cuenta. Entonces, su jefa se tomó el tiempo de revisar sus clases y corregirla. Le explicó que su forma de expresarse hacía sentir mal a los alumnos. “Con el tiempo empecé a practicar, en el sentido de ponerme en el lugar de ellos”, relata, y explica que “nosotras aprendemos mirando, y que nos corrijan, porque somos demasiado honestas. La pensamos y la decimos“.

Karina Arancibia a la izquierda.

Karina mantuvo su diagnóstico en secreto en el trabajo hasta julio del año pasado, cuando decidió contárselo a su jefe, buscando empatía ante un cambio en la malla: “Como nosotras tendemos a planificarnos mucho con anticipación, preparar todo bien, organizado, creo que infirió cosas de mis mails, y justo después que le expliqué que no era que quisiera faltarle el respeto, ni nada, sino que quería ayudar y colaborar, decidió escribir a la autoridad pertinente y decir que me dejaba fuera del nuevo proyecto“.

De esta forma, durante el segundo semestre de 2018 sus clases se redujeron a la mitad: de seis pasó a tener tres. Fue de un día para otro 50% menos del sueldo”, relata.

“Él infirió que yo no estaba de acuerdo con los nuevos cursos, siendo que en realidad yo quería más información respecto a los nuevos cursos, como el programa”, explica. 

Después de eso, asegura que presentó una denuncia en la universidad. Tras el proceso de investigación, el caso se desestimó: “Concluyeron que desestimaban el caso porque fue un malentendido”.

Karina empezó el 2019 sin cursos asignados. 

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Mujeres organizadas

Karina afirma que algunos especialistas le recomendaron callar su diagnóstico cuando postulara a algún trabajo.

“Por eso es también el inicio de la batalla que emprendemos, contra la ignorancia, contra una historia dominada por el estereotipo masculinizado del autismo. Nuestra hipersensibilidad sensorial nos perturba muchísimo, muchas pensamos en imágenes, somos pensadoras visuales y el entorno no está hecho para gente así. Es por ello que muchas abandonan sus estudios o se les hace un infierno. Sin hablar de bullying que sufrimos“, dice.

Para las personas Asperger, ir al supermercado o un viaje en metro puede ser todo un desafío. “El bocinazo que una persona cualquiera dentro de su auto ni siquiera se da cuenta que ha dado innecesariamente, a mí me puede poner muy mal, y son detalles insignificantes para la mayoría de la gente”, explica Karina.

Pero también estamos felices de comenzar a organizarnos de forma autónoma entre nosotras. Este es un pequeño comienzo que nos enorgullece y llena nuestro corazón de alegría”, agrega.

Ahora las mujeres Asperger planean marchar juntas en la marcha TEA (Trastorno del Espectro Autista) a realizarse a fines de marzo, cuando se conmemore el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo 2019. El correo para quienes decidan sumarse es aspergirls.chile@gmail.com