Registramos experiencias y explicaciones científicas.
(CNN Español)– Algo muy inusual me pasó una tarde monótona hace unos años.
Estaba descansando bajo un árbol en un parque al este de Londres cuando experimenté una súbita sensación de vértigo, seguida inmediatamente por un sentimiento abrumador e intenso de familiaridad.
La gente que me rodeaba desapareció y me encontré tirado en una manta de picnic en medio de un campo de trigo dorado. El recuerdo era rico y detallado. Podía oír el balanceo de las orejas de trigo como una brisa suave a través de ellas. Sentí la cálida luz del sol en la nuca y vi cómo los pájaros giraban y flotaban por encima mío. Fue un recuerdo agradable y extremadamente vívido. El problema era que en realidad nunca sucedió. Lo que estaba experimentando era una forma extrema de una ilusión mental muy común: el déjà vu.
Vivir con un persistente déjà vu
Durante los últimos cinco años he estado sufriendo ataques epilépticos como resultado del crecimiento y la eliminación eventual de un tumor del tamaño de un limón del lado derecho de mi cerebro. Antes de mi diagnóstico yo parecía estar en forma y saludable: estaba en mis 30 y no mostraba absolutamente ningún síntoma. Hasta la tarde en que me desperté en el piso de la cocina con dos ojos negros después de sufrir mi primera convulsión registrada.
Las convulsiones ocurren luego de una descarga eléctrica imprevista en el cerebro. Por lo general, están precedidas por algo llamado “aura”, una especie de tremor menor que se da par de minutos antes de que comience el evento principal. La naturaleza de esta aura difiere mucho de paciente a paciente. Algunas personas experimentan sinestesia, euforia extrema e incluso orgasmos al inicio de una convulsión. Los míos no son tan emocionantes en cuanto al sonido, y distinguen por cambios bruscos de perspectiva, un aumento rápido del ritmo cardíaco, ansiedad y ocasional alucinación auditiva.
De lejos, el rasgo más significativo de mi aura es el sorprendente sentido de haber vivido ese momento preciso antes en algún momento del pasado, aunque nunca lo haya hecho. Durante mis más intensas convulsiones, y durante una semana o más después, este sentimiento de precognición se vuelve tan penetrante que rutinariamente lucho para discernir la diferencia entre los acontecimientos vividos y los sueños, entre los recuerdos, las alucinaciones y los productos de mi imaginación.
No recuerdo que un déjà vu ocurra con cualquier tipo de regularidad antes del inicio de una crisis epiléptica. Ahora ocurren con diversos grados de magnitud hasta diez veces al día, ya sea como parte de una convulsión o no. No puedo encontrar ningún patrón para explicar cuándo o por qué estos episodios se manifiestan, sólo que por lo general tienen la duración de un pulso antes de desaparecer.
Muchas de los 50 millones de personas estimadas en el mundo con epilepsia experimentan deterioro a largo plazo de la memoria y problemas psiquiátricos. Y es difícil para mí no preocuparme si la confusión de hechos y ficción que experimento podría un día engendrar una especie de manía.
Explorando la experiencia del déjà vu
Tomado de una expresión francesa que significa “ya visto”, el déjà vu es uno de un grupo de caprichos relacionados con la memoria. La investigación de 50 encuestas diferentes sugiere que alrededor de dos tercios de las personas sanas han experimentado un déjà vu en un momento u otro. La mayoría los descartan como una curiosidad o una ilusión cognitiva ligeramente interesante.
Mientras que el déjà vu es instantáneo y fugaz, el déjà vécu es mucho más preocupante. A diferencia del déjà vu, el déjà vécu implica la sensación de que toda una secuencia de acontecimientos ha sido vivida antes. Es más: carece tanto del aspecto sorprendente como de la instantáneamente despreciable calidad del déjà vu.
Una característica definitoria de la experiencia del déjà vu normal es la capacidad de discernir sobre qué es real y que no. Al encontrarse con el déjà vu, el cerebro ejecuta una especie de control de sentido, buscando evidencia objetiva de la experiencia anterior y luego ignorándola como la ilusión de que es. Se sabe que las personas con un déjà vécu pierden completamente esta capacidad.
El profesor Chris Moulin, uno de los principales expertos en la experiencia del déjà, describe a un paciente que encontró mientras trabajaba en una clínica de memoria en un hospital de Bath, Inglaterra. En el 2000, Moulin recibió una carta de un médico local refiriéndose a un exingeniero de 80 años conocido como AKP. Como consecuencia de la muerte gradual de las células cerebrales causada por la demencia, AKP sufría ahora de un déjà vu perpetuo y crónico: déjà vécu.
AKP afirmó que había dejado de ver televisión o leer el periódico porque sabía lo que estaba a punto de suceder. “Su esposa dijo que era alguien que sentía que todo en su vida había ocurrido antes”, dice Moulin, actualmente en el Laboratorio de Psicología y Neurocognición CNRS en Grenoble. AKP se resistía a la idea de visitar la clínica porque sentía como si ya hubiera estado allí, a pesar de que nunca lo había hecho. Al ser presentado a Moulin por primera vez, el hombre incluso afirmó ser capaz de dar detalles específicos de las ocasiones en las que se habían conocido antes.
AKP conservaba cierta conciencia de sí mismo. “Su esposa le preguntaba cómo podía saber qué pasaría en un programa de televisión si nunca lo había visto antes”, afirma Moulin, “a lo que él respondía: ‘¿Cómo podría saberlo? Tengo un problema de memoria"”.
En ese día en el parque, mi visión de la manta de picnic y el campo de trigo desapareció cuando un paramédico comenzó a sacudir mi hombro. A pesar de que mis recuerdos eran alucinaciones, todavía se sentían tan válidos como cualquier recuerdo verdaderamente autobiográfico. Moulin clasifica esto como una forma de experiencia del déjà en la cual una imagen está de alguna manera imbuida con un sentido de la realidad.
“Nuestro sentimiento es que el déjà vu es causado por un sentido de familiaridad”, asegura. “Más que sentir que algo que tiene un sentimiento como de “pasado”, algo que tiene una característica fenomenológica viene a la mente, de modo que parece ser una verdadera reminiscencia”.
Tras su primer encuentro con AKP, Moulin comenzó a interesarse por las causas del déjà vu y cómo los sentimientos subjetivos pueden interferir con los procesos cotidianos de la memoria. Moulin y sus colegas del Laboratorio de Lengua y Memoria del Instituto de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Leeds comenzaron a estudiar a los epilépticos y otros enfermos con profundos defectos de memoria, con el objeto de sacar conclusiones sobre las experiencias del déjà en el cerebro sano y explorar lo que el déjà vu significa para el funcionamiento de la conciencia en general.
Se enfrentaron a un problema inmediato: las experiencias del déjà vu pueden ser tan transitorias y de tan corta duración que son casi imposibles de recrear en condiciones clínicas. El trabajo al que se enfrentaron, entonces, fue el de intentar atrapar un rayo en una botella.
Las causas del déjà vu
En su libro The Déjà Vu Experience, el profesor Alan S. Brown ofrece 30 explicaciones diferentes para el déjà vu. Según él, cualquier persona puede ser suficiente para desencadenar una experiencia de déjà. Tal como lo hace una disfunción biológica como la epilepsia, Brown escribe que el estrés o el cansancio podrían causar el déjà vu.
Brown es también un defensor de lo que se denomina la teoría de la percepción dividida. Descrita en primera instancia en los años treinta por el doctor Edward Bradford Titchener, la percepción dividida se refiere a los tiempos en que el cerebro no presta suficiente atención a su entorno. Titchener utilizó el ejemplo de una persona a punto de cruzar una calle concurrida antes de distraerse con una vitrina de una tienda. “Mientras cruzas (escribía) piensas: ‘he cruzado esta calle ahora mismo’. Tu sistema nervioso ha cortado dos fases de una sola experiencia, y esta aparece como una repetición de lo anterior”.
Durante gran parte del siglo pasado esta idea fue aceptada como un desencadenante plausible del déjà vu. Otra explicación común fue la ofrecida por un médico que trabajaba en el hospital de veteranos de Boston. En 1963, Robert Efron sugirió que el déjà vu podría ser causado por una especie de error de procesamiento: creía que los cerebros eran responsables de asimilar eventos a través del lóbulo temporal antes de agregarles una especie de marca de tiempo para determinar cuándo ocurrieron.
Efron vio el déjà vu como resultado del retraso entre ver y añadir esa marca de tiempo: si el proceso tomara demasiado tiempo, el cerebro pensaría que un evento ya ocurrió.
Pero Alan Brown y Chris Moulin coinciden en que la forma en que el hipocampo indexa los recuerdos al referirse a ellos según su familiaridad es una causa más probable para el déjà vu.
“Mi creencia es que una experiencia de déjà vu anterior a una convulsión es provocada por la actividad espontánea en esa área del cerebro que maneja evaluaciones de la familiaridad,” afirma Brown. Probablemente, asegura él, está en el área que rodea al hipocampo, y muy probablemente en el lado derecho del cerebro. El punto exacto en el que tengo un agujero en forma de limón.
Brown sugiere que el déjà vu le sucede a personas sanas sólo unas pocas veces al año como mucho, pero puede ser estimulado por factores ambientales. “La gente lo experimenta principalmente cuando está en algún lugar cerrado”, dice, “haciendo actividades de ocio o relajándose, y en compañía de amigos. La fatiga o el estrés acompañan con frecuencia la ilusión”. Él afirma que el déjà vu es relativamente breve (de 10 a 30 segundos), y es más frecuente por la tarde que por la mañana, y el fin de semana que durante la semana.
Algunos investigadores afirman que hay una conexión entre la capacidad de recordar sueños y la probabilidad de experimentar un déjà vu. En su trabajo, Brown sugiere que aunque el déjà vu ocurre igualmente en mujeres y hombres, es más común en los jóvenes, los que viajan constantemente, los que tienen mayores ingresos y aquellos cuyas perspectivas políticas y sociales están más alineadas con lo liberal.
“Hay algunas explicaciones plausibles para esto”, me afirma. “Las personas que viajan más tienen más oportunidades de encontrar un nuevo escenario que puedan encontrar extrañamente familiar. Las personas con creencias liberales pueden ser más propensos a admitir tener experiencias mentales inusuales y dispuestos a averiguar. Una mentalidad conservadora probablemente evitaría la admisión de tener extraños eventos mentales, ya que podría ser visto como un signo de que son inestables.
“La cuestión de la edad es un rompecabezas porque la memoria suele ser más peculiar a medida que envejecemos y no al revés. Supongo que los jóvenes están más abiertos a las experiencias y están más en contacto con acontecimientos mentales inusuales”.
Uno de los primeros estudios comprensivos sobre el déjà vu se llevó a cabo en la década de 1940 por un estudiante de Nueva York llamado Morton Leeds. Él mantuvo un diario extraordinariamente detallado de sus frecuentes experiencias con el déjà, notando 144 episodios a lo largo de un año. Uno de estos episodios, escribió, fue “tan fuerte que casi me asqueó”.
Tras mis convulsiones más recientes he experimentado algo similar. El choque del déjà vu repetido no es físico, necesariamente, sino que provoca una especie de dolor psíquico que puede sentirse físicamente.
Las imágenes de sueño de repente interrumpen pensamientos normales. Parece que las conversaciones ya han tenido lugar. Incluso cosas banales como hacer una taza de té o leer un título de periódico en particular parecen familiares. Se siente de vez en cuando como si estuviera hojeando un álbum de fotos que contiene nada más que la misma imagen reproducida sin fin.
Algunas de estas sensaciones son más fáciles de descartar que otras. Acercarse más a encontrar una respuesta a lo que causa un déjà vu también significa acercarse a una especie de resolución para mis persistentes episodios de déjà, los más difíciles de todos para vivir con ellos.
La noche antes de completar esta pieza tuve otra convulsión. La fecha límite había estado claramente en mi mente, ya que de repente tuve un intenso recuerdo de sentarme a escribir estas frases finales. Cuando recuperé la compostura suficiente para leer el artículo acabado al día siguiente, no hubo nada aquí sino espacio en blanco. Fue otra ilusión. Ahora estoy escribiendo esta conclusión. Esto es, tomando prestado un solecismo famoso, como un nuevo déjà vu.
Esta es una versión editada de un artículo que fue publicado por primera vez por Wellcome on Mosaic. Se reedita aquí bajo una licencia Creative Commons.