En su columna de La Tercera, el conductor de CNN Chile cuestionó la reacción del empresariado ante quienes "buscan alternativas más convenientes para sobrevivir en pandemia". "Es llamativo cómo estos supuestos defensores del libre mercado tiran a la basura toda la teoría apenas afecta sus intereses", criticó.
En su columna de La Tercera, Hay vacantes, el periodista Daniel Matamala analizó los reclamos de algunos empresarios chilenos respecto a la falta de trabajadores, comparando este escenario con las acciones tomadas en Estados Unidos para aumentar los salarios y fortalecer la sindicalización.
Ante las mismas quejas de empresarios estadounidenses, el presidente Joe Biden respondió “páguenles más”, recuerda el conductor de CNN Chile y CHV Noticias. “Joe Biden aumentó el sueldo mínimo en las empresas contratistas del Estado, de 10,95 a 15 dólares la hora”, explica.
Sin embargo, “los capitalistas chilenos no parecen dispuestos a escuchar los consejos del presidente de la mayor economía capitalista del planeta”.
En esa línea, cita la carta enviada a El Mercurio por el gerente de la constructora E. Molina Morel, Sebastián Molina, en la que calcula que más de la mitad de la tasa de desempleo se debe a “personas que no quieren trabajar”. También recuerda las declaraciones del ex presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Ricardo Ariztía, quien afirmó que las personas pensaban: “si el Gobierno me está poniendo los bonos, para qué voy a salir a trabajar”.
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“Es llamativo cómo estos supuestos defensores del libre mercado tiran a la basura toda la teoría apenas afecta sus intereses”, afirma Matamala. “Si los sueldos que pagan no les permiten llenar las plazas, el libre mercado les dice lo mismo que Biden: ‘paguen más’. En cambio, prefieren activar el lobby político”, comenta.
Actualmente, la mitad de los trabajadores chilenos ganan $401.000 o menos. “¿Es posible sostener un nuevo pacto que asegure la paz social con ese nivel de salarios?”, se pregunta el periodista.
Además, explica que “con COVID y colegios cerrados, salir a trabajar obliga a activar redes de cuidados y trabajo doméstico que son caras o difíciles de conseguir, además de asumir el riesgo de contagio. Así, para muchos resulta más conveniente recurrir a pequeños emprendimientos o emplearse en aplicaciones que entregan un trabajo precario pero flexible, y al menos permiten conciliar la generación de ingresos con la dinámica familiar”.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), de los 590 mil empleos creados en el último año, 325 mil son por cuenta propia, y de ellos, 266 mil son informales.
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“En ese escenario de precariedad, contar con ayudas estatales como el IFE, o rascarse con las propias uñas con los retiros de las AFP, ha entregado de vuelta a los trabajadores algo de ese poder de negociación que el neoliberalismo les quitó al destruir los sindicatos, borrar las leyes laborales, y poner todo el poder del lado del capital”, señala.
De acuerdo a Matamala, “no se trata de que los chilenos ‘por su idiosincrasia’, ‘no quieran’ trabajar, como de manera insultante dicen algunos. Es que, ante las paupérrimas ofertas, buscan alternativas más convenientes para sobrevivir en pandemia“.
Luego, acusa que “algunos quieren volver al horrendo desbalance que simboliza esa imagen de una larga fila de jornaleros ante un letrero de ‘Hay vacantes’, dispuestos a aceptar cualquier migaja con tal de tener algo de dinero para no volver a casa con las manos vacías”.
Finalmente, concluye que se trata de “una pesadilla que algunos empresarios, ciegos y sordos frente al polvorín social en que estamos, parecen recordar con añoranza por tiempos mejores“.