En Latinoamérica el 38% de las mujeres trabajadoras dejan de trabajar después de tener un hijo y el 37% se incorpora después de 10 años. Entrenar, triunfar, ser mamá y volver por más; tres mujeres deportistas cuentan su historia a CNN Chile: María José Urrutia, delantera de Colo Colo; Makarena Pinto, campeona sudamericana en gimnasia; y Francisca Mardones medallista de oro y doble récord mundial en Tokio 2020.
Ser madre es una cosa, pero compatibilizar la maternidad con mantener una vida laboral es otra, más aún en el deporte. Solo basta retroceder a los Juegos Panamericanos de Santiago 2023 para recordar a la deportista chilena Natalia Duco, quien quedó fuera del podio panamericano en lanzamiento de bala.
Con lágrimas, la atleta dijo: “Como mamá, mujer y deportista, decidí que mi prioridad era mi hijo antes que el deporte. Ese fue un costo que quise asumir, y tal vez hoy no gané una medalla, pero estoy aquí como una madre que cuida de su hijo, que lo lleva al jardín, que está con él todos los días y que además compite”.
Según un estudio realizado por académicos de London School of Economics ( LSE ) y Princeton University sobre la desigualdad de género en el mercado laboral, en Latinoamérica el 38% de las mujeres trabajadoras dejan de trabajar después de tener un hijo y el 37% se incorpora después de 10 años.
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Entrenar toda una vida y triunfar en eso, decidir ser mamá o no, volver a entrenar y seguir demostrando aún con más fuerza la increíble deportista que eres.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, CNN Chile habló con tres mujeres deportistas y madres y decidieron contar su historia: María José Urrutia, Makarena Pinto y Francisca Mardones.
Cote Urrutia: “No iba a detener mi carrera al tener a mi hija”
María José Urrutia tiene 29 años, es delantera en Colo Colo, fue la única chilena que marcó un gol en la Copa del Mundo de Francia en 2019 con La Roja y también la única que defendió el arco en el polémico partido de los Juegos Panamericanos de Santiago 2023.
Con 20 años se convirtió en mamá, justo después de haber decidido volver a la Selección sub-17. En ese momento, relata que tuvo más miedo por la reacción de su papá que por otra cosa. “No iba a detener mi carrera al tener a mi hija, aparte que, gracias a la vida, tuve el apoyo de mis papás”, expresa.
Las responsabilidades y la planificación fue algo complejo, pero gracias al apoyo de su familia pudo volver al fútbol. En ese tiempo, Cote no tenía contrato y mucho menos pensaba en que el fútbol femenino se profesionalizaría. A pesar de eso y de interrumpir sus entrenamientos, volvió a jugar con 21 años. “A pesar de que estudiara y trabajara, yo lo quería hacer igual”, dice.
Cuando vio que en su carrera comenzaron a darse oportunidades, pensó si el fútbol realmente la iba a ayudar con su hija, por lo que pasó por diferentes carreras universitarias, pero desistió de todas. “No me daban los horarios, tampoco con mi hija”, dice. Con el tiempo, fue llevando a su hija Sofía a cada entrenamiento. De todas formas, cree que es necesario que se habiliten becas para las jugadoras y sus hijos/as que tienen que ir al jardín, sala cuna o colegio.
Su postura con el profesionalismo del fútbol femenino es de incomodidad, ya que “te hacen un contrato, pero con un sueldo que no sirve para poder vivir del fútbol”.
A casi dos años de la promulgación de la ley, Cote explica que, desde que fueron a los Juegos Olímpicos, la Selección ha retrocedido y eso se notó en Santiago 2023.
“Todas sentimos que no confiaron en nosotras para llegar a una final, que no confiaron en nosotras ni siquiera para pasar de fase. Nos cansamos de estar peleando. O sea, yo estoy en el fútbol desde que tengo 14 años y a los 27 fue mi primer contrato. Hoy en día las niñas a los 17 están firmando contrato. Casi 13 años en el fútbol para poder firmar recién un primer contrato”, enfatiza.
Makarena Pinto: “Hemos sido capaces de mostrar que todo es posible”
Makarena Pinto, es gimnasta chilena, campeona sudamericana de salto y clasificó a la final de salto de la Copa del Mundo de Bakú, en Azerbaiyán, por lo que este 9 de marzo peleará la final.
Actualmente tiene dos pequeños hijos y con 35 años sigue demostrando que sigue brillando en la pista, a pesar de que cuando se convirtió en madre el Instituto Nacional del Deporte (IND) decidió sacarla de la lista de beneficiario para la beca Proddar.
Hoy, con siete horas de diferencia más que en Chile, relata que su maternidad no fue algo planificado y aún así cree que es lo más “maravilloso y mágico” que le ha pasado. Al convertirse en mamá, sus tiempos, descansos, entrenamientos, viajes y visiones cambiaron: “En mi caso me cuesta mucho dejarlos, los extraño un montón”, cuenta.
A pesar de haber sido discriminada en su momento, cree que hoy las cosas han ido cambiando para las mujeres. “Nosotras hemos sido capaces de mostrar que todo es posible y que las mujeres somos muy fuertes en todos los sentidos”. Sin embargo, el apoyo siempre falta porque no tienen con quién dejar a sus hijos: “Tal vez esa parte es la que necesitamos porque a veces tampoco se pueden llevar a los recintos deportivos…Quizás contar con algún tipo de guardería”.
Francisca Mardones: “Ya logré lo más importante que podía lograr”
Francisca Mardones, es deportista paralímpica en el lanzamiento de bala, medallista de oro y doble récord mundial en Tokio 2020. Con 46 años, hace un poco más de un año la maternidad fue algo que tocó su puerta, después de pensarlo y postergarlo constantemente por competencias porque sabía que ser mamá implicaría estar fuera de la pista. Hasta que un día se replanteó todo. “Me di cuenta de que se me había pasado el tiempo”, recuerda.
Por esas cosas de la vida, circunstanciales, dice Fran, decidió compartir por primera vez su vida con una pareja mujer. “No fue algo que yo supiera con anterioridad”, aclara. Luego de un tiempo decidieron tener un bebé. Hoy, su hija Sara ya aprendió a caminar y Francisca define la maternidad como algo “caóticamente maravilloso”.
Dividir tareas, compatibilizar sus estudios y entrenamientos son un tema: “Ahora mi hija me da los horarios”, aún así, siente que cuenta con una gran red de apoyo, por lo que su perspectiva sobre el deporte no ha cambiado totalmente, pero en algunas cosas sí. “Yo ya logré lo más importante que podía lograr y eso me dio también la tranquilidad para decir ‘ahora le dedico más tiempo a mi familia’, igual sigo entrenado, tengo objetivos y planes deportivos”, sostiene.
Las cosas que sí la han hecho cambiar de parecer es no poder pasar tiempo con su familia por el deporte, sobre todo por el próximo mundial en Japón. “No me dan ganas porque no me quiero ir un mes de la casa, pero, por otro lado, digo chuta me he preparado para eso, entonces me tengo que ir y ahí estamos todavía decidiendo si la Sarita también va o vamos todos como equipo”, dice.
Recientemente, Fran dijo que los Juegos Olímpicos de París serán su última competencia, pero se cuestiona en cómo lo hará para obtener un sueldo, por lo mismo actualmente estudia y está ad-portas de defender su tesis en un Magíster de Gestión Deportiva.
Frente a las políticas femeninas en el deporte, cree que hay muchos cambios, pero también “falta darle opciones a las deportistas que quieren ser madres”, por lo que sugiere que exista algún programa de planificación familiar deportista.
Incluso, la atleta recordó una compleja situación en Santiago 2023: “Siendo que mi asistente técnica es mi pareja y como ambas mamás de nuestra guaguita no pudimos entrar a La Villa Panamericana, no pudimos alojar allí porque no aceptan menores de edad. Eso nos dolió harto porque hicieron excepciones con otras deportistas extranjeras que sí pudieron entrar con sus bebés”.
Otra situación, fue que recientemente le denegaron el acceso a su hija para entrar al Centro de Alto Rendimiento. “Al final te piden rendimiento, pero no te dan las facilidades”, dice Fran y agrega que las mayores necesidades que se requieren es poder habilitar una guardería o jardín infantil donde las madres o padres puedan dejar a su hijo al momento de entrenar.
La comparativa con Chile es muy grande. Por ejemplo, en Estados Unidos, Fran tuvo todas las facilidades para entrar con hija Sara, incluso le crearon una credencial para que pudiera entrar, tener espacios para dormir siesta, entre otros. “La verdad que el ver es que en otros países es tan fácil el que dan tanto apoyo, cuando uno lo necesita en ese aspecto, es que, ojalá que estas cosas buenas se copien”, establece.