El sacerdote escribió una carta despidiéndose de sus "compañeros jesuitas" en la que afirmó: "he sido denunciado de hechos que no he cometido". Asimismo, apuntó contra gobierno de la provincia, diciendo no comprender porqué éste "insinúa en sus declaraciones que se me ha investigado por hechos que podrían constituir delitos graves".
El sacerdote Felipe Berríos presentó su renuncia a la Compañía de Jesús a través de una carta en la que se despidió de sus “compañeros jesuitas” y explicó sus motivaciones para dejar la institución.
Según consignó The Clinic, las razones de su salida guardarían relación con la investigación canónica en su contra por una serie de denuncias por “hechos de connotación sexual”.
“Por una parte, he sido denunciado de hechos que no he cometido; por otra, se han atribuido a gestos y palabras mías connotaciones que nunca tuvieron”, dice la misiva a la que tuvo acceso el citado medio.
“Una cosa es mi forma de ser sacerdote, horizontal y directa, pueda haber incomodado o ser considerada inadecuada por alguien, pero no comprendo por qué el gobierno de la provincia insinúa en sus declaraciones que se me ha investigado por hechos que podrían constituir delitos graves“, añadió Berríos.
En el escrito, el sacerdote califica como “inaceptable” que un chileno “sea sometido a un proceso jurídico distinto al estado derecho”, y recuerda su autodenuncia ante la justicia penal.
Asimismo, en la carta describe que se ha sentido “maltratado por el gobierno de la Compañía“. “Sus ambiguas declaraciones a la prensa han sido condenatorias”, añade.
“Todo esto en un proceso mediático con filtraciones intencionadas que me han perjudicado (…) El provincial ha tenido actitudes objetivas y comprobadas en que ha optado más por cuidar la imagen de la institución y su propia persona, que la búsqueda de la verdad y la justicia”, acusa el ahora ex jesuita.
Así, afirma que se le ha hecho “imposible vivir en la obediencia jesuita“, ya que la investigación le ha impedido vivir en su comunidad: La Chimba de Antofagasta.
“Se me pide una obediencia que violenta mi libertad de conciencia y atrofia mi vocación. Jamás debería haber existido este dilema; en que para vivir de jesuita debo renunciar a ser jesuita”, continúa.
En esa línea, y tras agradecer a la Compañía de Jesús afirma: “Debo renunciar a ser jesuita. No puedo permanecer indefinidamente lejos de mi comunidad; no puedo ser jesuita y no obedecer; no puedo irme a La Chimba haciéndome el leso, porque eso sería traicionar a mi conciencia, la misma que la compañía me ayudó a formar”.
“Tal vez este sea el día más triste de mi vida, pero si no doy este paso, todos mis días en adelante se harían tristes y estoy hecho para en todo amar y servir”, concluyó.