Paloma Ávila, directora de CNN Futuro, es premiada por el Colegio de Ingenieros por su aporte al desarrollo del país
La periodista fue galardonada por haber dejado huella en la ingeniería y en el desarrollo del país.
La secretaria de Estado ha recurrido al ejemplo del joven conscripto para reconocer el valor de la objeción de conciencia en el debate por el futuro proyecto de ley de aborto legal. Pero, ¿quién es la persona a la que alude?
*Esta nota fue escrita por el sobrino de Michel Nash
“La objeción de conciencia institucional quedó establecida en la ley, en la discusión de 2017, por lo tanto no es susceptible de cambiarse por reglamento, lo mismo la objeción de conciencia personal, que es un derecho de las personas, fue lo que hizo Michel Nash, cuando se negó a participar de la represión en la dictadura, es lo que hacen otras personas que cumplen otras funciones al negarse a obedecer órdenes, es un derecho de las personas“.
Con esta frase, del pasado 2 de junio, la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, ejemplificó el valor de la objeción de conciencia como parte de la discusión por la presentación de un proyecto de ley que legalice el aborto legal.
¿Por qué la ministra sacó a colación el nombre de Michel Nash?
Michel Nash fue un conscripto que en 1973, con 19 años de edad, se negó a participar en acciones de represión contra civiles opositores a la dictadura, un acto de respeto a sus ideales y valores que le significó ser fusilado por agentes del Ejército.
El primero de julio de 1954, Michel Selim Nash Sáez dio su primer aliento. Creció en el seno de una familia de ascendencia siria, compuesta por su padre Michel Nash, su madre Ana Sáez, ambos comerciantes, y su hermana Leila. Pasó su infancia empapándose del ánimo colaborativo social que caracterizaba a la zona de Santos Dumont, en Recoleta. La militancia comunista de su padre llevó al joven Nash a enrolarse tempranamente en las filas el PC.
Leila recuerda a su hermano como un pequeño gran protector. A sus siete años, lo vio enfrascarse en una pelea a puños con otro niño porque le tiró el pelo y la botó simplemente porque no le gustaba su aspecto físico. “Aunque hoy sería considerada una actitud machista, recuerdo con cariño la manera sobreprotectora en que me decía que no iba a permitir que tuviese pareja, al menos hasta cumplir la mayoría de edad. De alguna manera, me hacía sentir muy querida“, recordó.
En su adolescencia, Michel asumió un rol activo en las Juventudes Comunistas, colgando propaganda y cumpliendo tareas diarias en favor del partido.
A sus 18 años (junio de 1972), fue llamado a presentarse al servicio militar en el Regimiento Granaderos N. 2 de Iquique. Sin miramientos, aceptó la tarea encomendada “para ayudar al Presidente Salvador Allende” y en abril de 1973 emprendió viaje en tren al norte. Fue un adiós sin despedidas. Nadie pensó que esa sería la última vez que se verían. Una llamada telefónica y dos cartas fue todo el contacto que pudieron sostener a lo largo de esos meses.
En sus cortos mensajes, Michel contó algunos hitos de su estancia en el regimiento como, por ejemplo, que aprendió a conducir carros de transporte de personal blindado (A.P.C. por sus iniciales en inglés), permitiendo leer el entusiasmo y la emoción que por esos días embargaban al joven conscripto.
Luego del “tanquetazo” del 29 de junio de 1973, a días de su cumpleaños, escribió la segunda y última carta de puño y letra que su familia vería. En ella relató que había un cambio en el Ejército y que ahora lo trataban “con la punta de la bota y, en el mejor de los casos, con un palo”. Manifestó que quería mucho a sus papás y que, por favor, le contaran más de Leila.
“Sus palabras son lo que más necesito, ¿me han olvidado acaso? (…). Probablemente pueda volver definitivamente a la casa en diciembre o enero ¡ojalá!“, dijo Nash en su escrito.
Luego de eso, silencio.
11 de septiembre de 1973 – Estalla el golpe de Estado en Chile, el Presidente Salvador Allende muere en La Moneda y el Ejército se hace del poder.
Michel, desde su regimiento en el norte, manejaba poca información de lo que sucedía. Poco después entendió la gravedad de los hechos al recibir la instrucción de participar en una serie de allanamientos y detención de personas en Iquique.
De acuerdo a los registros, al joven Nash se negó a cumplir las órdenes y, en vista de ello, se le ofreció la opción de ser dado de baja, lo que aceptó.
En lo que pareció ser una cruel ironía, una vez que abandonó el regimiento fue detenido y, el 12 de septiembre, llevado al campo de retención de Pisagua. La aprehensión no fue comunicada a la familia, solo se enteraron porque Ana Sáez viajó e intentó verlo.
Leila ha pensado muchas veces a lo largo de su vida en las cosas que pasaron ese día, a veces se pregunta si su hermano fue demasiado ingenuo o simplemente era demasiado bueno como para identificar que “el Ejército no lo iba a dejar ir así no más“.
Michel pasó varios días encerrado junto a más de un centenar de reos, entre ellos el fallecido comediante Jorge “Chino” Navarrete, con quien pudo conversar un par de veces. Si bien no es algo que se hable públicamente, muchos de los presos que compartieron esos días con el joven Nash en Pisagua desconfiaron de él en un comienzo y lo aislaron. Lo “lógico” era pensar que podía ser un infiltrado al ser conscripto.
El 29 de septiembre de 1973, a primera hora, un oficial llega al recinto donde se encontraban recluidos los detenidos y nombra a seis internos para concurrir a desarrollar unos trabajos en el exterior. Entre los convocados figuraba Michel, quien estaba muy disminuido físicamente, debido a las torturas que sufrió. En vista de ello, varios de sus compañeros se ofrecieron para salir en su lugar, sin embargo, la orden no cambió.
Ese mismo día, el joven Nash fue ejecutado bajo el argumento de intento de fuga, junto a otros cinco prisioneros. Su cuerpo jamás fue encontrado, pese a los intensos esfuerzos de su familia por darle cristiana sepultura. Tras la muerte de sus padres, sin conocer toda la verdad ni encontrar justicia, Leila es quien hoy lleva adelante la misión de mantener viva la memoria de su hermano.
Décadas después, el juez Mario Carroza estableció la falsedad de la versión entregada por el Ejército. Carroza llegó al convencimiento que los seis detenidos fueron escogidos en forma selectiva y como lo estipuló también el Informe Rettig, “asiste la convicción que Nash y los otros 5 ejecutados fueron víctimas de grave violación de sus derechos humanos, cometidas por agentes del Estado“.
Los días posteriores al aviso de que Michel había sido detenido y enviado al campo de concentración de Pisagua, se hizo costumbre que Leila se levantara de malas pulgas. Esa semana salió muchas veces a caminar sin destino claro, solo deambulaba por el barrio.
Desde el 11 de septiembre contó haber visto atrocidades justo fuera del portón de su casa cuando caía el toque de queda. “Recuerdo con claridad el ruido que hacía el escobillón cuando barrían la sangre del asfalto por la mañana“, relata. “Eso no era particularmente un antecedente esperanzador de lo que podía pasar con mi hermano, así es que en vez de quedarme ahí con ellos -sus papás-, prefería hacer cualquier otra cosa“.
30 de septiembre de 1973 – Leila se levantó temprano y salió a caminar sin rumbo. Michel -padre- y Ana, siguieron su rutina como de costumbre hasta que un inesperado visitante tocó la puerta: un oficial del Ejército. El funcionario debía llevar a Michel Nash padre a reunirse con el entonces coronel y posterior director de la Central Nacional de Informaciones (CNI), Humberto Gordon. La reunión fue escueta, se le comunicó al padre que su hijo había sido abatido luego de intentar fugarse durante el desarrollo de un trabajo forzado.
Sin una ceremonia o siquiera una palmada en la espalda, Michel padre fue despachado de las dependencias del ministerio y volvió a su casa para dar la noticia.
Esa mañana, antes de volver a casa, Leila pudo disfrutar importantes minutos de ignorancia antes de que su vida cambiara de golpe.
Tras 44 intensos años de búsqueda, Ana Sáez falleció el 28 de julio de 2018. Varias veces le manifestó a Leila cuál era su último deseo: que sus cenizas fueran esparcidas en Pisagua, el último lugar en que se vio con vida a su hijo Michel, dando así una suerte de cierre a su búsqueda.
El nombre de Michel Nash se ha ganado un lugar en la memoria colectiva del país, prueba de ello es que cada 29 de septiembre las redes sociales recuerdan “al valiente soldado” y la convicción que finalmente le costó la vida.
A 70 años del nacimiento de aquel joven idealista, importantes homenajes mantienen viva su memoria. Su nombre en el memorial a la víctimas de la dictadura del Cementerio General; una placa conmemorativa en Pisagua; la calle Michel Nash a los pies del cerro San Cristóbal y una pequeña plaza en Tongoy son algunos de los ejemplos.
En esa línea, la mención que realizó la ministra Orellana es tomada por la familia como un nuevo reconocimiento a su legado. “Valoramos lo que dijo la ministra, igualmente el homenaje que en 2023 el ministerio de Defensa realizó en su nombre, pero sigue sin ser suficiente“, precisa Leila, quien ha insistido incansablemente en que el Estado tiene una deuda con Michel. Por ello, desde 2022, lidera una campaña para la restitución de el honor militar de Michel Nash, un monolito con su nombre a la entrada de lo que fue el Regimiento Granaderos, en Iquique; y que se incorpore su historia en el ramo de derechos humanos de las Fuerzas Armadas.
La periodista fue galardonada por haber dejado huella en la ingeniería y en el desarrollo del país.