Europa importa alrededor del 40% de su gas natural de Rusia, llegando a un 80% en el caso de Polonia. En dicho contexto, el think tank económico Bruegel ha lanzado los resultados de un estudio que recopila los antecedentes de la necesidad de gas de los países europeos, así como las posibilidades que tendrán en caso de que el gigante euroasiático decida cortar el suministro.
(CNN) – Si Rusia detiene su suministro de gas a Europa para tomar represalias contra las sanciones punitivas por su invasión de Ucrania, la región aún deberá poder sobrevivir el próximo invierno, lo que no será fácil ni barato. Esa ha sido la conclusión de un informe publicado este lunes por el think tank Bruegel. El grupo de expertos con sede en Bruselas advirtió que “se deben hacer preparativos para una terminación completa de todos los flujos de gas ruso a Europa“.
“Si la Unión Europea (UE) se ve obligada o dispuesta a asumir el costo, debería ser posible reemplazar el gas ruso para el próximo invierno sin que la actividad económica sea devastada, la gente se congele o el suministro de electricidad se interrumpa”, dijeron los investigadores de Bruegel. “Pero en el camino habrá que revisar docenas de regulaciones, procedimientos y operaciones habituales, gastar mucho dinero rápidamente y tomar decisiones difíciles”.
Gracias a las importaciones récord de gas natural licuado de países como Estados Unidos en los últimos meses, Europa debería poder durar todo el verano sin sufrir graves cortes de energía, incluso si Rusia corta intencionalmente sus suministros de gas o si se daña la infraestructura clave en medio de los combates en Ucrania. Sin embargo, Bruegel dijo que el bloque debe comenzar a pensar en cómo reponer sus inventarios, de los que dependen los países de toda Europa para mantener las luces encendidas y calentar los hogares.
Europa importa alrededor del 40% de su gas natural de Rusia. Alemania, la economía más grande del bloque, está particularmente expuesta: Rusia suministra alrededor de la mitad de su gas natural. Austria, Hungría, Eslovenia y Eslovaquia obtienen alrededor del 60 % de su gas natural de Rusia, mientras que Polonia obtiene el 80%.
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El carbón y el clima
Si cesan las importaciones rusas, Europa deberá reducir la demanda de gas en al menos 400 teravatios-hora, o alrededor del 10% al 15% de la demanda anual, según Bruegel. El grupo dijo que esto es “posible”, pero que requeriría cambios de política. Algunas opciones incluyen aumentar el uso de combustibles alternativos como el carbón, retrasar la eliminación de plantas nucleares o reducir la demanda de los actores industriales.
Este escenario también supone que la UE “puede adquirir cantidades sin precedentes de GNL, que los actores del mercado tienen suficientes incentivos para comprar y almacenar gas a precios altos y que el gas se distribuye sin problemas entre los países”. Un mayor uso de carbón, en particular, tendría importantes consecuencias para el clima. Un importante informe respaldado por la ONU y publicado el lunes encontró que el calentamiento global está en camino de transformar la vida en la Tierra tal como la conocemos, con efectos que son más disruptivos y generalizados de lo que los científicos esperaban hace 20 años.
Europa está empezando a planificar el futuro. El domingo, el canciller alemán Olaf Scholz, quien tomó la decisión de detener la certificación del gasoducto Nord Stream 2 de Rusia la semana pasada, dijo que el país construirá dos nuevas terminales de GNL. “Necesitamos hacer más para proteger [el] suministro de energía de nuestro país”, dijo Scholz. Según los informes, Alemania también está considerando extender la vida útil de sus tres centrales nucleares restantes, que se iban a cerrar este año.
Bruegel dijo que la gestión de costos, así como la coordinación entre gobiernos y empresas, será un desafío a medida que Europa intente reponer su suministro de gas. Los precios en Europa están por debajo de los máximos históricos alcanzados en diciembre, pero siguen siendo elevados.
Añadir unos 70 teravatios-hora de gas al almacenamiento de la UE antes del próximo invierno costaría al menos 70.000 millones de euros (79.000 millones de dólares), en comparación con los 12.000 millones de euros (13.500 millones de dólares) de años anteriores, según Bruegel.