“No estaba yo tocando”: Roberto Bravo cuenta sus emotivas y sorprendentes experiencias paranormales

Por Carlos Reyes Piérola

13.09.2024 / 12:55


Roberto Bravo González tiene una relación virtuosa con el piano. Un camino que ambos han recorrido que han llevado al nacido en Santiago de Chile a ser reconocido como uno de los pianistas más destacados de Chile y Latinoamérica.

Pero la música también lo ha conectado con otro camino, uno más ligado a los espíritus y fantasmas. Y así lo relató en una nueva versión de CNN Íntimo junto a Matilde Burgos.

“Me pasó también cuando murió mi papá. Y en ese entonces, claro, visité la casa, sacaron a los turistas, cerraron el museo, la casa-museo. Fue una experiencia de déjà vu. O sea, yo estaba en esa casa en otra vida”, comenzó contando Bravo. 

Los dolores de Roberto Bravo: “Me pegó muy fuerte la muerte de Víctor Jara, hice un concierto en su memoria en Londres el 74”

El destacado pianista relató que estaba tocando “el sueño de amor de Liszt. Y cuando empecé a tocar, al final de la primera página yo ya me di cuenta que no estaba yo tocando”.

“No, no era mi manera de tocar. Y ya cuando pasé la cadencia, ya estaba llorando. Yo tenía mucho dolor en el pecho (…) De la emoción. Me estaba dando cuenta de lo que estaba pasando. Lloré mucho ese día”, agregó.

La paloma de la paz y el duende de Brasil

Otras de las experiencias contadas por Bravo ocurrieron durante su estancia en Europa para el golpe militar de 1973 y en Brasil.

“Pasaron cosas muy largas, como para contarte. Simbólicas, ¿no? Pasó un convoy ruso por las calles cercanas al museo. Había una paloma con el ala quebrada en la mitad de la calle”, rememoró sobre su paso por el Viejo Continente.

“Los alemanes, respetuosos, mirando. Nadie se atrevía a cruzar. Dejaban que pasaran los tanques, las tanquetas, qué sé yo. Y yo supe que tenía que meterme, no era cosa heroica, nada eso, ¿no? A recoger esa paloma, sacarla de donde estaba a punto de ser pisada por una tanqueta y traerla acá. Y pensé en el símbolo de la paloma. El símbolo de la paz, el símbolo del Espíritu Santo, la situación en Chile con los militares, la situación de los alemanes con los rusos ahí metidos”, afirmó.

El destacado pianista continuó: “Tantas cosas que simbolizan, ¿no? Y refuerzan tu sentido de misión. Después estuve en la casa de Grieg en Noruega. Ahí sentí a ella, a la mujer de Edward Grieg, hablándome de la importancia de la pareja, de la sopa”.

“Están enterrados los dos frente a los fiordos abajo. Muy hermosa historia. Después estuve en Brasil tocando en Bahía y sentí que había un duende dando vueltas ahí”, recordó.

La despedida de su amigo Horacio

“Pero sí, lo de Horacio fue tremendo”.

La voz de Roberto Bravo se quiebra en partes del relato.

“Horacio es un amigo de toda la vida y yo toqué un recital Bach, en el ciclo Bach, en el Teatro Baquedano. Y al terminar el concierto, bajé a la platea, porque los camarines están arriba, bajé a saludar a la gente. Vi a Horacio y nos dimos un gran abrazo. Horacio se puso… se puso a llorar”, comenzó contando. 

“Yo también. Dijo una sola cosa. ‘Tanta sencillez’, dijo. Yo le dije, tanto tiempo que no nos vemos, ¿cómo está la Reve? No me contestó. Me di vuelta y le dije a Andrea, mira, aquí está Horacio. Yo te he hablado de él.
Andrea saludó. Horacio saludó a la Andrea y no dijo nada. Después lo vi al frente y le grité, saludo a la Reve, juntémonos para un café”, continuó el pianista.

Ahí la historia tendría un giro total: “Al día siguiente llegó un WhatsApp de la Reve acá, diciendo que Horacio tuvo un derrame cerebral, que está mal y que nos van a hacer saber más tarde. Entonces yo hablé con Andrea, que, además, es enfermera, le dije: ‘Es posible que yo haya causado tanta emoción como para que le produzca un derrame cerebral. Vamos a verlo en la noche'”.

“Me dicen que está en la Santa María. Fuimos para allá, dimos con la habitación, le preguntamos a la enfermera, ‘sí, está aquí don Horacio Hernández. Llegó ayer a las cinco de la tarde’. ‘¿Cómo que ayer a las cinco de la tarde? Si yo lo vi anoche en el concierto’. ‘No, no, el ingreso de ayer a las cinco’. Después llegó otro WhatsApp que Horacio tuvo como a las siete y media, otro infarto cerebral y ya decidieron dejarlo partir”.

“Horacio vino al concierto a despedirse”, reflexionó el músico. Y complementó: “Andrea vio a otra persona, porque cuando entró a la habitación no era él. Y me acordé de que los espíritus pueden entrar en el cuerpo físico a través de otra persona”.

“La persona que lloraba conmigo era Horacio. Uno no se equivoca con un amigo de toda la vida”. 

“Él ya se había ido ya, pero salió a dar una vuelta y se metió por un tubito de luz que vio por ahí, que era la música de Bach. Yo estaba tocando ahí. Fue hermoso despedirse de él”, cerró.