“A mí la ultraderecha no me da miedo; a mí lo que me preocupa es cual es la alternativa que nosotros estamos ofreciendo”, sostuvo el mandatario durante una entrevista.
(EFE/CNN Chile)— Cuando le falta un año para concluir su mandato, el presidente Gabriel Boric admitió a EFE que la izquierda tiene cierta responsabilidad en el auge de la ultraderecha en el mundo y aseguró que la receta para hacer frente al extremismo debe combinar “ideología, convicción, menos retórica y más acciones concretas que mejoren la calidad de vida del pueblo”.
En una entrevista desde La Moneda, Boric presumió de algunos de los logros alcanzados durante sus tres primeros años en el cargo, como la reforma de las pensiones; lamentó haber tenido “mucha condescendencia” con la mayoría de izquierdas que lideró el primer proceso constituyente y dijo que no le tiene miedo a la ultraderecha, pese a que liderazgos como el del estadounidense Donald Trump pretenden que se entre “en una suerte de histeria colectiva”.
—El 11 de marzo cumplió su tercer aniversario en el cargo, ¿cuáles cree que han sido los logros y los desaciertos hasta ahora?
—Lo plantearía desde dos dimensiones distintas: los logros inmateriales y las políticas públicas concretas. Chile venía de tiempos muy convulsos, con una fractura social muy grande y con el dolor de la pandemia. Una de las cosas que hemos logrado como Gobierno es darle al país la tranquilidad de que se puede salir adelante, de que podemos volver a encontrarnos y de que es posible llegar a acuerdos que mejoren la vida de las personas, cosa que en algún momento parecía muy improbable, dada la crispación que existía. Por otro lado, tuvimos la virtud de saber adecuar nuestro ímpetu y nuestra voluntad a las necesidades que tenía Chile en el momento que nos tocó gobernar, que no eran exactamente las mismas que nosotros habíamos diagnosticado en la campaña. Eso sin renunciar a los principios que inspiran nuestra manera de entender la política.
“No se puede prescindir de quien piensa distinto”
—Su último año estará marcado por las elecciones de noviembre. Todas las encuestas reflejan un gran ascenso de la ultraderecha. ¿A qué lo achaca?
—Me parece muy pronto para hacer pronósticos, queda mucho por debatir. Yo creo que el progresismo en Chile tiene una alternativa que ofrecer, tanto para mejorar la calidad de vida como para encontrarnos como sociedad de una manera mucho más igualitaria. Las ultraderechas están buscando justamente destruir eso y, por lo tanto, creo que va a ser una elección competitiva entre dos maneras muy distintas de mirar el mundo.
Es importante siempre alejarse de cualquier fanatismo, de quienes no son capaces de poner su propia idea en cuestión, de quienes para enfrentar el debate lo hacen denostando al que piensa distinto o derechamente mintiendo. Pienso que esa estrategia puede tener resultados de corto plazo, pero es muy ineficaz en el largo plazo y los países se construyen pensando en el largo plazo.
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El crecimiento de la ultraderecha es mundial y la llegada de Donald Trump de alguna manera lo ha acelerado. ¿Cree que la izquierda tiene algún grado de responsabilidad en esto?
—La política siempre es acción y reacción. Hoy día, efectivamente, hay un auge ultra. Creo que el aprendizaje para las izquierdas es, por un lado, que hay que tener ideología y convicción, pero menos retórica y más acciones que mejoren la calidad de vida del pueblo. No sirve de nada hablar de justicia si las consecuencias de tu gestión son aumentar la pobreza en tu país o que tus habitantes se tengan que ir. La retórica o la cantidad de esdrújulas que se ocupan en un discurso no son directamente proporcionales a un buen proyecto político.
Y, en segundo lugar, entender que no se puede hacer un país prescindiendo de quienes piensan distinto en el marco de la democracia. Yo estoy de acuerdo con la lógica de los cordones sanitarios, con lo que acaba de pasar en Alemania respecto a partidos que en su práctica niegan principios que son esenciales por lo menos para el mundo occidental. Creo que la izquierda tiene responsabilidad, pero acá en Chile por lo menos hemos tenido un buen aprendizaje y creo que hemos hecho un gobierno en consecuencia con ese aprendizaje.
“La ultraderecha no me da miedo”
—Chile será sede en los próximos meses de una cumbre de líderes progresistas de Europa y Latinoamérica. ¿Cuál es el objetivo concreto de ese encuentro?
—Nos vamos a juntar para mostrar energía y mostrar que acá hay un proyecto, no solamente resistencia o lamento. No es suficiente decir que la ultraderecha es una amenaza. ¿Qué estamos proponiendo nosotros? Nosotros estamos sugiriendo mayor integración, mejores derechos sociales, un crecimiento que sea sustentable.
Es importante hablar en positivo, no solamente decir que dan miedo porque eso los vuelve mucho más interesantes. A mí, la ultraderecha no me da miedo; a mí lo que me preocupa es cual es la alternativa que nosotros estamos ofreciendo. Y voy a enfrentarme a la ultraderecha porque son mis adversarios políticos, pero el miedo no es la sensación que a mí me mueve.
—¿Qué recorrido tiene esa alianza teniendo en cuenta que la mayoría de los países gobernados hoy por el progresismo tendrán elecciones pronto?
—Esto tiene que ir más allá de los presidentes. Los problemas hoy día son totalmente globales. Si bien es deseable que los progresismos, desde mi punto de vista, ganen las elecciones, cuando no se ganen las elecciones, sigue habiendo mucho que hacer. Necesitamos poder conversar para que despierten nuevas ideas y nuevas formas de hacer políticas públicas que mejoren la calidad de vida en nuestro pueblo.
El expresidente Lagos me dijo que durante mucho tiempo el centro del mundo fue el Mediterráneo. Después de la Segunda Guerra Mundial, el centro fue el Atlántico Norte y hoy día es el Pacífico. Chile tiene una condición privilegiada en el Pacífico. ¿Cómo hacemos para que quienes están en el lado del Atlántico lleguen también a ese centro del mundo? Con el corredor bioceánico que estamos pensando entre Brasil, Paraguay, Argentina y Chile. Eso es integración concreta y eso tenemos que impulsarlo más allá de los Gobiernos.