La contaminación en la zona ha obligado a los adolescentes a dejar de estudiar o cambiar de ciudad para ingresar en otros colegios. Además de presentar malestares físicos, las víctimas también se ven afectadas por la depresión.
Hasta principios de este año, Camelot Mella estudiaba en el colegio Don Orione de Quintero. A sus 16 años, buscaba terminar la enseñanza media para estudiar kinesiología. Sin embargo, tras la crisis ambiental que afectó a la comuna en el 2018, tuvo que cerrar su año escolar. Su salud no ha mejorado.
Camila Chamorro (16) no solo tuvo que cerrar su año escolar anticipadamente, sino que también tuvo que cambiar de residencia y establecerse en Viña del Mar junto a su familia para seguir estudiando.
“Nos dimos cuenta que ella estaba muy mal en Quintero y tenía que sacarla de ahí, los mismos doctores me lo decían (…) ahora, con el cambio de colegio, ella se esfuerzxa en sus estudios pero le cuesta mucho porque sigue con fuertes dolores de cabeza y día por medio debo retirarla”, cuenta su madre, Liset Jiménez.
Estos son algunos de los testimonios, recogidos por el diario La Estrella de Valparaíso, que muestran las secuelas de los episodios de contaminación que afectaron a Quintero el año pasado en los estudiantes. Al verse deteriorada su salud, no pueden continuar sus estudios con normalidad, lo que también les ha causado depresión.
La situación se complica además porque los adolescentes no han tenido un diagnóstico claro, frenando la posibilidad de avanzar con sus vidas.
“(A Camila) nunca le dieron un diagnóstico y ahora recién un médico particular está viendo el caso y me mandó a hacer exámenes, cercanos a los $150 mil”, afirma Jiménez.
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El médico especialista en salud pública y profesor de la Escuela de Medicina UV, Aníbal Vivaceta, explica que los episodios de contaminación producen graves consecuencias en la salud y que convivir en una zona contaminada genera efectos inmediatos y tardíos.
“Aquí hay un daño permanente y hay todo tipo de efectos, como por ejemplo, efectos de irritación de vía aérea y si queda con esa vía dañada, por la permanente agresión de contaminantes, quedará con secuelas que se presentarán más adelante, como daños en los órganos y cáncer”, afirma Vivaceta.
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El especialista sostiene que es fundamental que se realicen más estudios en la zona, “saber qué contaminantes existen, ver caso a caso”.
Vecinos y dirigentes de Quintero indicaron al citado medio que se estima que más de 10 menores de edad han debido dejar sus establecimientos producto de la contaminación, y que el catastro podría ser aún mayor.