En entrevista con CNN Íntimo, el parlamentario de la UDI conversó sobre sus inicios en la política, su conexión con la causa palestina y su giro de una derecha extrema a una “moderada”. “Viré hacia una derecha más moderada porque entendí que con los extremos los diálogos nunca son fructíferos”, sostuvo.
Iván Alejandro Moreira Barros es una de las figuras más representativas y, a la vez, más controvertidas de la política del país.
Con una carrera que abarca varias décadas, ha sabido consolidarse como un líder influyente dentro de la derecha chilena, pese a que su carrera ha tenido tanto ascensos como polémicas.
Nacido en Santiago en 1956, se inició en la política a temprana edad, involucrándose en movimientos estudiantiles y luego en la Juventud del Partido Nacional, colectividad de la que llegó a ser su presidente entre 1971 y 1973.
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En dictadura fue designado alcalde de La Cisterna (1989 y 1992), luego fue elegido diputado durante cinco periodos (1994-2014) y actualmente se desempeña como senador por la región de Los Lagos, cargo que ostentará hasta el año 2030.
“Saldré de senador a los 73 años y quiero disfrutar. No voy a postular a ningún cargo político, aunque si hay algún reconocimiento para mí en algún gobierno nuestro después del 2030, bueno, podremos hacer algo”, confiesa en CNN Íntimo.
El parlamentario va más allá y afirma que si le preguntan como le gustaría terminar su carrera, diría que “con una embajada cercana”. “Hay algo, aunque sé que no me van a nombrar y es que yo sería feliz ministro de Defensa, pero eso no va a ocurrir”.
Incondicionalidad ciega, arrepentimientos y principios
En su rol como senador, ha sido crítico de los gobiernos de izquierda, especialmente del proceso de reformas impulsado durante los mandatos de Michelle Bachelet y Gabriel Boric. Pese a ser conocido a lo largo de su carrera como un férreo defensor de la derecha más extrema, hoy reconoce que viró hacia una “más moderada”.
“Quizás viré hacia una derecha más moderada porque entendí que con los extremos los diálogos nunca son fructíferos y Chile ha dado prueba de que con el diálogo se avanza y se llega a acuerdos. Ha habido una guerra de guerrillas, de declaraciones y de irresponsabilidad en cuanto a los dichos en la política”, complementa.
Esta moderación lo ha llevado en el último tiempo a hasta ser tildado de comunista por defender en algunas oportunidades al presidente Boric. “Se mediatiza mucho. Uno no tiene que meterse en la vida privada de un presidente (…), estoy preocupado del país, no de mediatizar las cosas, no de hacer política barata”, asegura al respecto.
Agregó que “este gobierno lo ha hecho muy mal, tremendamente mal y la gente lo sabe perfectamente, por favor no se laven las manos, ya que aquí los chilenos eligieron al presidente Boric”. Pese a ello, dijo tener una “buena relación” con el mandatario: “las oportunidades en las que he estado con él han sido de mucha franqueza”.
“Yo no tengo nada de izquierdista, yo sigo siendo leal a lo que fue el gobierno militar, (…) pero eso no implica que no tenga que trabajar por los nuevos tiempos, por el futuro. No nos podemos quedar en la historia, que eso hace la izquierda, usa cuestiones de hace 50 años para sobrevivir, pero yo pienso que uno tiene que avanzar”, añade.
—Usted dijo que no sería incondicional a nada, hablando de que fue incondicional al gobierno de Pinochet.
—Uno en la vida no puede ser incondicional porque ser incondicional es poner las manos al fuego a todo y por cuestiones de fanatismo, porque nosotros nos demoramos 20 años en reconocer como partido (UDI) que en Chile había habido atropellos y el punto negro había sido el tema de los derechos humanos. El tema de los derechos, las personas desaparecidas y todo esto, son personas que no inventaron lo que pasó, quizás ha habido exageraciones y aprovechamientos, pero fue una realidad que después de 20 años reconocimos.
—¿La incondicionalidad ciega?
—Sí, la incondicionalidad ciega.
—¿Y a usted qué le pasó?
—Uno no va a renunciar al pasado, uno puede tenerle lealtad a las cosas, pero creo que la incondicionalidad no lleva a ningún camino, porque te ciega y uno pierde la perspectiva de las cosas, pero hay que pensar en el futuro, por eso creo que en la derecha tiene que haber más juventud y la juventud no se tiene que quedar en el pasado, en demasiadas cosas dogmáticas, en fanatismos en algunos casos morales o religiosas.
—Usted cuando detuvieron a Pinochet en Londres hizo una huelga de hambre.
—Eso fue fanatismo (…), fue una cosa que no debiera haberla hecho. Cuando tomé esa decisión, lo hice en mi oficina, en La Cisterna, pero resulta que no visualicé que en el primer piso había una fuente de soda donde el producto más comprado era el pollo, entonces el olor a pollo llegaba hasta arriba, pero yo estuve cinco días.
—¿Qué le parece lo que le está pasando ahora a la familia de Lavín?
—Lo lamento por Joaquín porque debe ser una situación muy difícil en lo humano, pero lamentablemente estas cosas uno tiene que hacerse cargo de lo que hace o no y hoy los políticos tenemos que ser prácticamente personas con un cuidado. Hoy los cargos de gobierno, de alcalde, tienen que caminar sobre huevos porque hoy hay mucha fiscalización y yo te diría que la prensa en ese sentido ha logrado más esclarecer casos que las propias instituciones.
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—Muchas personas podrían decir ‘¿cómo Moreira dice eso cuando él es el del raspado de olla?’
—Eso para mí ya es una caricaturización. Ocurrió, yo asumí, fui el único parlamentario que dijo la verdad, enfrenté la justicia, fui sobreseído finalmente por un juez de la República y la práctica era que el 99%, en forma irregular, me financiaba campañas, es decir, aquí no había plata para el bolsillo ni se evadía impuestos. Lo que sí me hice responsable es de haber cometido, como muchos otros, una irregularidad, que reconocí inmediatamente, pero no un delito.
—¿Cómo ha sido este 2024 en el plano personal y político?
—Este 2024 ha sido el peor año de mi vida porque tuve muchas complicaciones de salud, afortunadamente superadas. Las enfermedades me mantuvieron fuera de todo y aprendí la lección de que la vida se puede ir en cualquier instante.
Su cercanía con la causa palestina
En La Cisterna, Moreira conoció al Club Palestino y comenzó su conexión con la comunidad palestina. “No tenía ningún lazo y ahora, hasta hoy, yo me siento una persona muy cercana a ellos y me siento como un adherente activo de la causa palestina, porque yo en el Club conocí a personas descendientes de palestinos, entonces han sido más de 76 años de opresión de un pueblo que no tiene que morir para tener derecho a la vida”.
“No quiero caer en descalificaciones, pero hubo mucha molestia cuando hablé de genocidio de Israel sobre Palestina, pero hoy estamos viendo eso. En palestina está muriendo mucha gente (…). Cada día los arrinconan más y pienso que Netanyahu, sus generales y ministros quieren usar la política de exterminio. Digo esto de forma super responsable: ‘no hagas con los demás lo que hicieron contigo’ y con eso me refiero a que algunas prácticas del nazismo en el holocausto ellos lo están haciendo hoy”.
El senador recalca que “están exterminando a un pueblo completo, no permiten que llegue ayuda humanitaria, no tienen donde ir”. “Uno le puede sacar cualquier cosa a Boric, pero él ha tenido una conducta en materia de derechos humanos bastante coherente. (…) Nosotros repudiamos a Hamás, repudiables a Hezbollah y tiene todo el derecho Israel de combatir a Hamás y Hazbollah, pero no tiene derecho a una licencia para matar, destruir y hacer un verdadero exterminio al pueblo palestino”.