En entrevista con CNN Íntimo, la jefa comunal entregó detalles sobre su vida, su familia y la labor pública que tanto la apasiona. “Conozco en carne propia el sufrimiento como pobladora (…) Sé que cuesta mucho salir adelante, pero se puede”, aseguró.
Claudia Pizarro nació en la población La Victoria, pero arribó a La Pintana a los cinco años, cuando la comuna ni siquiera existía como tal. Llegó con sus padres a vivir a un campamento en el sector del Hoyo, actual población Pablo de Rocka.
Su conciencia social comenzó a gestarse durante su niñez, cuando acompañaba a su madre a los comedores vecinales y participaba en las pastorales. De su progenitora no sólo heredó el gusto por el servicio público, sino que también su línea política.
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Admiradora de Radomiro Tomic, milita en la Democracia Cristiana (DC) desde los 15 años y recuerda perfectamente el día de 1980 en que el entonces presidente Eduardo Frei Montalva emplazó a la dictadura militar desde el Teatro Caupolicán.
Su trabajo y el destino la llevaron a convertirse en concejala y luego, en 2016, en la primera alcaldesa de La Pintana. Desde entonces, se ha dedicado a darle la pelea al narcotráfico y, aunque la han amenazado de muerte, perseguido con cuchillo y baleado su oficina, no se amedrenta.
En entrevista con CNN Íntimo, Claudia Gerlene Pizarro Peña entrega detalles sobre su vida, su familia y la labor pública que tanto la apasiona. “Conozco en carne propia el sufrimiento como pobladora (…) Sé que cuesta mucho salir adelante, pero se puede”, confesó la jefa comunal.
Luchando por La Pintana
En 2008 fue electa concejala de La Pintana y casi una década después postuló por primera vez a la alcaldía, siendo elegida en 2016. Hoy, analiza sus cinco años como alcaldesa: “Siento que de a poco la gente va recuperando la dignidad. No absolutamente, pero se ha visibilizado más en términos positivos a los pintaninos”.
“Está quedando atrás esto de ignorarnos. Sentíamos que no estábamos en el mapa de la Región Metropolitana, pero hoy día se visibiliza más la comuna gracias a la actitud que han tenido muchos pintaninos que han sido relevantes (…) Hoy día se habla (de la comuna) y se habla bien”, agrega.
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La jefa comunal afirma sentir un “gran orgullo” por el trabajo “no de sólo una persona, sino de un equipo muy potente que nos acompaña como servidores públicos para lograr salir de la estigmatización”. “El trabajo es demandante en la comuna (…) Es sorprendente que vivamos así, pero los pintaninos son guerreros”.
Uno de sus principales desafíos es el narcotráfico. “Es complejo competir, pero tiene que haber una apuesta desde la formación (…), una formación y valores que no se recibieron antes”, afirma.
“Para nosotros son esenciales los docentes en la escuela para rescatar a esos niños. (…) A la hora de definir dónde está el presupuesto, avanzamos en lo que contribuye al desarrollo personal (…) También nos hemos hecho cargo de la deserción escolar, de los niños que son desechados del sistema escolar”, relata.
Pizarro señala que actualmente los colegios “compiten, por ejemplo, por el Simce, sin preocuparse de que hay un niño que no está en condiciones de aprender porque tienen problema en su núcleo (…) Por lo tanto, para nosotros es súper importante también avanzar en los sueños”.
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—Es difícil tener sueños cuando uno se duerme pensando en que ojalá no llegue una bala. Usted misma ha denunciado y ha sido amenazada, ¿cómo se hace frente a esto desde el miedo también?
—Uno está dispuesto a dar la vida por esto, por las convicciones. Yo estuve dispuesta a dar la vida en dictadura para recuperar la democracia y hoy mis vecinos me eligieron para ser la alcaldesa. Hemos hecho un trabajo que todavía no me tiene tranquila porque aún falta mucho por hacer para recuperar totalmente la dignidad de los pintaninos y que sean mirados de otra forma.
—¿Cómo ha cambiado su propia vida?
—Mi vida ha cambiado, hoy tengo menos amigos. No hago vida social prácticamente, permanezco como 12 horas trabajando aquí en la comuna de La Pintana (…). Mi vida es el trabajo.
A pesar de los logros y el esfuerzo, la alcaldesa es exigente respecto a su gestión. “Para trabajar en esta comuna faltan horas. Quisiéramos hacer muchas cosas y a veces me siento impotente de no poder avanzar mucho más de lo que quisiera, hay mucha burocracia, pero yo y mi equipo somos persistentes”.
Conocer el sufrimiento
En lo que ahora es la población Pablo de Rokha, Claudia Pizarro pasó su infancia y adolescencia. En ese entonces, vivía en una solución habitacional de 36 metros cuadrados que compartía con los otros integrantes de su familia y que en un inicio era una mediagua sin luz, agua potable ni alcantarillado.
“Fue una vida con mucho sacrificio (…) Yo viví y me desarrollé en una casa de 36 metros cuadrados. (Mis padres) de a poco fueron ampliando esa casa que hoy día queda muy grande porque los hijos partieron y de verdad que mi papá gráfico siempre se esforzó por tener lo mejor para nosotros”, cuenta.
La alcaldesa afirma que conoce “en carne propia el sufrimiento como pobladora”. “Conozco en carne propia que hay que levantarse dos horas antes que el resto de los chilenos para salir a trabajar desde la zona sur, no solo La Pintana. Por lo tanto, es una vida de sacrificio. Sé que cuesta mucho salir adelante, pero se puede”.
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Fue en la misma Pintana donde conoció a quien fue su marido y con él tuvo tres hijos, uno de los cuales falleció al poco tiempo de haber nacido. “Yo participo en política desde los 14 años (…), pero me enamoré y me enamoré de la maternidad también, más que todo. Soñé un proyecto de vida y me retiré de todo”, cuenta.
“Yo siempre soñé con ponerle a mi hijo el nombre de mi mejor amigo (…) y cuando nació Felipe Alex, me acordé de ese amigo que no estaba a mi lado, que había fallecido. Yo siempre dije que quería tener un hijo que se llamara Alex, pero él lamentablemente nació con un íleo meconial”, agrega.
El hijo de Pizarro tuvo un diagnóstico tardío. “Yo era Fonasa (…), por lo que me encontré con muchas puertas cerradas a la hora de trasladarlo para una evaluación o diagnóstico. Finalmente, el papá de mi hijo tuvo que pagar tres cotizaciones de un viaje para que lo recibieran en una clínica privada, donde tuvo dos operaciones y luego cada día en la Unidad de Cuidados Intensivos, recuerdo que salía un millón”.
“El médico me propuso cambiarlo al sistema público cuando pasara las operaciones”, narra. El menor “estuvo en el Barros Lucos con el mismo equipo médico que estaba en la clínica privada. Lo atendieron la mitad del tiempo en la pública y cuando cumplió un mes volvimos a otro hospital, es decir, estuvo en tres lugares distintos, pero finalmente recogió un virus intrahospitalario (…) y falleció”.
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“Una de las dichas más grandes mientras estuvo en vida fue haberle dado leche materna desde mis propios pezones. Yo me sentí, aunque no pudiera llevarlo a la casa, realizada por darle mi leche, que es algo tan simple, pero que muchas mamás no alcanzan a hacerlo. Yo creía que agarraría defensas y tuve la ilusión de que iba a seguir viviendo desde el minuto en que le di leche, pero no fue así”, recuerda.
Para la alcaldesa, ese desenlace “dolió mucho”. “Pensé que nunca iba a ser mamá de nuevo y que todos los hijos que pudieran nacer de esa relación iban a nacer enfermos (…) Tuve dos hijos más, sabiendo con mucho susto lo que podía pasar y pensé incluso que estaba la posibilidad de abortar”.
“Me sentía culpable de haber quedado embarazada porque íbamos a pasar por lo mismo. Sin embargo, el doctor que operó a mi hijo y que siguió atendiéndolo hasta el último día me dijo ‘no tiene por qué pasar lo mismo, sabemos que hay antecedentes, pero te voy a recomendar al doctor que recibió a mis hijos para que guíe tu embarazo”, cierra.
Apoyar el cambio
Desde su militancia en la DC siempre ha buscado ser más consecuente que obediente y por eso tenía claro que su apoyo en la segunda vuelta de la última elección presidencial iba a ser para Gabriel Boric. Ahora, previo a la definición de su partido, ya había anunciado que aprobaría la propuesta de nueva Constitución.
—Usted fue una de las primeras en apoyar al hoy presidente Gabriel Boric cuando su partido todavía no tomaba una definición, ¿qué la llevo a apoyarlo?
—Me llevó a apoyar la necesidad de cambio. (…) Se invisibiliza la pobreza, no solo en La Pintana, sino que también en muchas comunas del país, y tenemos que hacernos cargo de cambiar esa realidad, aunque hay algunos a los que les acomoda la pobreza y otros que no en términos políticos.
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“Yo en ese momento me pregunté: ‘¿tenemos oportunidades de cambio?’, y la respuesta fue sí, ya que no queremos seguir haciendo más de lo mismo y acá se necesitan cambios radicales, no importa que sea a mediano o largo plazo, pero necesitamos la voluntad de cambiar”, agrega.
—¿Y eso la Democracia Cristiana no lo ve?
—La DC tiene una oportunidad de encarnar el humanismo cristiano en la sociedad y muchas veces no ha estado en esa vereda. Nos hemos acostumbrado a este modelo porque es cómodo, porque es lo que conocemos.
La alcaldesa sostiene que aspira a una sociedad “con un estado de bienestar, donde esté garantizada la educación, salud y vivienda de forma digna. (…) Por eso, yo aspiro a un modelo de cambio radical y eso me hizo a mí apoyar a Gabriel Boric, porque no quería más de lo mismo y en eso coincido”.
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—¿Qué piensa de los miembros de la DC que van por el Rechazo en el plebiscito de salida del 4 de septiembre?
—Los que están por el Rechazo y se dicen demócratas cristianos están equivocados de partido. Este es el partido de siempre y yo los invito a que, si se sienten más cómodos con la derecha, que se vayan a la derecha de una vez por todas, así como lo hicieron otros que hoy nos anuncian cantos de sirena.
“¿A alguien le cabe alguna duda de que la derecha no quiere una nueva Constitución? ¿Alguien duda de eso? Tuvimos un presidente de derecha durante dos periodos y no se hicieron cambios a la buena para avanzar a una nueva Constitución. Esto (el actual proceso constituyente) fue porque la ciudadanía salió a la calle, porque la ciudadanía se cansó”, concluye.