En entrevista con CNN Íntimo, la atleta nacional conversó sobre sus inicios en el mundo del deporte y sus planes para el futuro. "He tenido la determinación para hacer cosas, pero no es que sea una persona super confiada", confiesa.
Bárbara Riveros no alcanza el metro 60 de estatura, lleva escrito en su camiseta el apodo de Chika, pero es una gigante del triatlón. Sus múltiples logros la han posicionado como la mejor exponente que haya tenido Chile en esta disciplina.
Logró obtener medalla de oro en los panamericanos de Toronto y de plata en Guadalajara. También fue parte del team olímpico en Beijing, Londres, Río, donde obtuvo su mejor marca, y Tokio, donde se despidió de las olimpíadas.
Este 2023, la atleta rompió un nuevo récord al convertirse en la única deportista en ganar seis veces el Ironman de Pucón. Sin embargo, para alcanzar este rendimiento de elite, el esfuerzo y las renuncias han sido enormes.
En entrevista con CNN Íntimo, Bárbara Catalina Riveros Díaz conversó sobre sus inicios en el mundo del deporte, los planes que tiene para el futuro y los sacrificios que ha hecho. “Para mí, la perseverancia es muy importante“, confiesa.
De obligación a pasión
Paradójicamente, a Bárbara no le gustaba el deporte de pequeña, pero sus papás se separaron cuando ella tenía seis años, siendo el trote y la bicicleta los espacios de conexión que tenía con su papá, el mayor impulsor de su carrera.
Recuerda que su primer triatlón fue a los nueve años en Pucón, donde pedaleaba con un casco de nieve en la mountainbike de su hermano, con una polera que no era de su talla y casi sin saber nadar, ya que solamente conocía el llamado estilo perrito.
“Siempre viví con mi madre y a mi padre lo veíamos fin semana por medio, pero siempre estuvo muy pendiente de nosotros”, cuenta la atleta, quien detalla que para su padre, el deporte “era su forma de relacionarse con nosotros“. En esta línea, detalló que él era “bastante exigente (…) y creo que yo al principio lo hacía más por obligación“.
Para Riveros, la actitud de vida “es muy importante para todo lo que uno hace”. “A lo mejor ahora me veo una persona que me desenvuelvo más, que soy más extrovertida, pero desde pequeña siempre fui una persona más tímida que observaba más“.
“Soy agradecida de mi padre por siempre darme esa confianza de creerme el cuento, de tener actitud y, aunque sea pequeña, creer en mí. Eso me ha ayudado a abrir puertas en la vida y también a desarrollar mi personalidad”, agrega.
—Tienes un collar que dice “perseverancia, determinación y fe”, ¿así se puede resumir un poco tu vida?
—Yo pienso que sí. Uno visualiza, tiene creatividad, pero también de ahí esa visualización, ese sueño, tiene que ir tomando ciertos pasos para que finalmente ocurra o lo hagas realidad ese sueño. Entonces, para mí la perseverancia muy importante.
“No creo que sea de las más talentosas deportistas que ha habido en el mundo, pero lo que sí he tenido y lo que han visto mis entrenadores australianos y otras personas de afuera ha sido eso, la actitud de salir afuera, de tener una perseverancia y determinación“, asegura.
—¿Cuándo decidiste que esto era tuyo y no de tu papá o una exigencia que tenías que aceptar?
—Fue cuando me fui a Australia en el año 2006. Viaje a Australia por un intercambio y ahí fue cuando conocí a mi primer entrenador australiano y vi cómo era dedicarse profesionalmente a ser triatleta.
“Perseverancia, determinación y fe”
Hace 16 años, Bárbara partió a vivir a Australia siguiendo a su entrenador. Desde entonces vive con una familia australiana que ya adoptó como propia y reparte su entrenamiento entre Australia y Suiza.
—¿Cómo tomaste Australia, como una renuncia, un desafío?
—Fue jugármela por mi sueño y fue difícil porque yo no hablaba muy bien el inglés. Mi padre siempre lo cuenta como que no le pregunté si iba o no a dejar la carrera de nutrición en la Universidad Chile, pero la congelé (…). Él me decía que no podía vivir del deporte, que debía tener un cartón de cierta forma.
—¿Con qué plata te fuiste?
—Me dieron una beca internacional, de la ITU, que es la Unión Internacional de Triatlón, y con eso podía pagarle a mi entrenador. Después me puse a trabajar part time, limpiaba casas entre entrenamientos, pero no le conté a mi padre porque tenía que salir adelante hasta que empezara a ganar dinero en competencias.
En este contexto, la atleta reconoce que su padre “dice que me puse muy cuadrada o fría como persona (…) Sin duda extrañaba a mi familia, pero yo creo que el objetivo lo tenía como tan claro que las emociones las bloqueaba de cierta forma“.
“No era que no sentía emociones. La gente de afuera me puede ver como alguien insensible y cuadrada, pero soy una persona super sensible, que me afectan las cosas, pero, al mismo tiempo, cuando tengo un objetivo claro, tiendo a centrarme en ello y el resto como a ignorarlo o bloquearlo porque sé que va a ser muy duro llegar ahí y necesito enfocar toda mi energía”.
—¿Y esa visión lo tenías de chica?, ¿fue algo tuyo o fue creciendo?
—He tenido la determinación para hacer cosas, pero no es que sea una persona super confiada. Es tener como ese fuego interno de querer hacerlo, pero no creérselo a veces tanto, tener dudas, pero al mismo tiempo la determinación y perseverancia para creer en mí.
—Y respecto a la familia, específicamente a la maternidad, ¿tú te proyectas con hijos?
—Le he dedicado mucho al deporte, siempre ha sido algo super importante para mí, pero, al mismo tiempo, si el tiempo pasó y ya no puedo formar familia porque me dediqué tanto a un sueño o misión (…), tengo que ser consciente de eso y no víctima, ya que fue una opción.
“En la vida hay personas que vienen a este mundo a una misión concreta y no todos pueden seguir el camino tradicional. Nunca estoy cerrada a lo que venga y para mí es super importante el sentirme viva, que la vida tenga un sentido. Ahora es el deporte, después van a ser otros proyectos“, cerró.