Eric Goles y su amor por la divulgación científica: “Yo adoro el escenario, es algo que me nace, me hace feliz”

Por CNN Chile

19.05.2023 / 00:30

En entrevista con CNN Íntimo, el Premio Nacional de Ciencias Exactas reflexiona sobre sus inicios en el mundo de las matemáticas, su rol como divulgador científico y los alcances de la inteligencia artificial.


Hijo del ingeniero y músico popular José Goles Radnic y de la actriz Meche Chacc, Eric Goles nació y creció en Antofagasta, donde también realizó toda su enseñanza básica y media.

De niño nunca le interesaron mucho las matemáticas, en parte por su soberbia, según él mismo reconoce. Sin embargo, las vueltas del destino lo llevaron a enamorarse de esta área.

Entró a estudiar Ingeniería Civil Matemática en la Universidad de Chile. Luego, obtuvo los grados de doctor en Ingeniería y en Matemática en la Universidad de Grenoble, Francia.

En el año 1993 recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas junto con Servet Martínez por la publicación “Autómata Networks, Dynamical Systems and Statistical Physics”.

Pero los números no son su única pasión, ya que tras algunos años de trabajo encontró en la divulgación científica y la escritura de obras de ficción una nueva razón de ser.

Su rol de divulgador lo llevó a lugares impensados, tales como a la televisión, específicamente a TVN, donde por siete años (1994-2004) presentó el programa Enlaces.

“Eso fue casual. Lo que no es casual es lo que estaba por dentro, ya que venía por cultura, sangre, genética y yo adoro el escenario, es algo que me nace, es decir, yo tengo al frente a una audiencia y me convierto de felicidad, me hace feliz“, señala a CNN Íntimo.

En esta línea, detalla que cuando hizo el casting para Enlaces “ya estaba adentro”. “Me sentí como un pez en el agua, me fascinó comunicar. Entonces, fue casual la circunstancia, pero por dentro evidentemente yo tenía toda esa experiencia, esa cultura familiar y tal vez esa genética“.

El amor por las matemáticas

Goles cuenta haber sido “flojo” en el colegio, especialmente en matemáticas, ya que no le interesaban. A pesar de esto, afirma que siguió esta senda gracias a la lectura y al ajedrez: “La pasión por el ajedrez fue el primer síntoma (…). Le pedí a mi mamá que me consiguiera un libro de ajedrez y aprendí por mí mismo a ver la nomenclatura, a hacer las partidas y eso es matemática”.

“Estudiaba en un colegio particular de curas, entonces venía la comisión del liceo a tomar exámenes y yo en tercero medio al examen de matemáticas debo haber llegado al filo, con un 3 y algo, pero me rajaron, no me saqué el 4 y en esa época uno se podía quedar hasta marzo con asignaturas y si lo pasabas en marzo estabas listo, por lo que mi mamá me puso un profe“, agrega.

Su madre le contrató un profesor que vivía a una cuadra de su casa. “Él me hizo ver que el cuento era una especie de truco (…) y como Chaplin en Tiempos Modernos yo empecé a atornillar las cosas, me puse obsesivo. (…) Me puse las pilas para sacar mejor promedio y terminé siendo, no el mejor del curso, pero los dos últimos años, sí debo haber sido de los mejores tres”.

“Detrás de esto, se los digo a los jóvenes, está cómo uno percibe las cosas, cómo se las cuenta, el entusiasmo y la curiosidad”, dijo, y detalló lo que le costó ingresar a la Universidad de Chile: “Fui a ver al director, miró un catálogo y me dice ‘usted es ciudadano de Beauchef’ y yo me puse a llorar y me cambió la vida ¿Cómo después me iba a ir mal allá, no había como?”.

Al ingresar, cuenta que fue justo el tiempo en que llegó la Unidad Popular y él se convirtió, “como tantos jóvenes chilenos”, “en un upeliente universal: upe por la UP, peliente porque era como te denigraba la derecha en esa época y universal porque yo soy como los gatos, a mí no me vas a poner a militar en ninguna parte”.

“Yo estaba en todas las reuniones, del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), del Partido Socialista (PS) e iba, miraba y me cambió la vida, me encantó la matemática, empecé a comprender qué era y, al mismo tiempo, me di cuenta de que en la Chile en esa época había una diversidad de talentos asombrosa“.

Al poco tiempo, ocurrió el Golpe Militar. “Vi el bombardeo a La Moneda desde la torre de Beauchef (…). En Avenida Matta todo era como un domingo, salvo que había un muerto en la intersección de San Diego, en la calle, nunca me voy a olvidar de eso. Yo estoy marcado a fuego por eso”, relata.

Todas estas experiencias lo llevan hoy a reflexionar sobre la situación del país: “Con preocupación, sin entrar en los detalles, pero soy un entusiasmado de la vida y de mi país. Nos sobrepusimos a un golpe horrible y nos hemos sobrepuesto a catástrofes de la más diversa calaña“.

No quiero pensar que las cosas van a salir mal, lo que yo digo es que tienen que salir bien y yo tengo la voluntad de que salgan bien y si todos nosotros, chilenas y chilenos, tenemos esa voluntad, al menos no van a salir mal. Es un momento difícil, pasamos de un lado y nos vamos al otro lado”, añade.

Los peligros de la inteligencia artificial

Una de las áreas que Goles ha abordado es la inteligencia artificial. El año pasado, inclusive, lanzó la novela Lady Byron, en la que cuenta la historia ficticia de una inteligencia artificial del mismo nombre. En ella, el experto que la creó se encuentra cumpliendo una condena debido a la ludopatía de su IA, ya que esta apostó fondos públicos que eran de su responsabilidad.

¿Compartes los temores que hay sobre la IA?
A mí no me gusta el nombre IA porque mucha gente piensa que es un pequeño ente que manipula las cosas, pero no, cuando se habla de IA hablamos de un código que ha sido diseñado por equipos de ingenieros, seres humanos, para que aprenda, aunque eso no implica que no haya temores.

“¿Dónde está el drama? Hay una serie de programas de computación en ámbitos amplios que te engañan en el sentido de que fácilmente tú puedes leer un texto, chatear con algo y vas a pensar que estás chateando con otra persona y eso es peligroso porque dónde está la verdad, dónde el día de mañana si me llega un mensaje voy a decir esto es una noticia, una fake news, etc. Cómo discriminamos eso, no es fácil. Como legislar al respecto es una cosa que hay que hacer“, agrega.

Hace algunas semanas, el padrino de la IA, Geoffrey Hinton, alertó sobre los alcances inesperados que puede tener esta tecnología.
Todos tenemos, por ejemplo, una capacidad para reconocer rostros basada en el aprendizaje que has hecho en tu vida. Una máquina que puede hacer eso mismo a una rapidez inusitada pasa a miles, cientos de miles, y dentro de eso podría encontrar rasgos y regularidades que nosotros como seres humanos no detectamos porque no tenemos acceso a una base de datos tan grande. (…) Eso es bueno o malo, no lo sé, pero sí lo puede hacer.

—Mil expertos firmaron una carta en la que frenar la IA por ser una “amenaza para la humanidad”.
Los seremos humanos somos mandados a hacer para crear constructos tecnológicos, somos secos, pero da la impresión de que la parte ética para controlar nuestros constructos, ese constructo ético filosófico, va muy por debajo del otro. Vamos siempre atrás y muy atrás, así que más que la advertencia, me parece que es preocupante el pensar que las máquinas ya superaron el test de Turing y que nos engañan, aunque el engaño no es voluntario de la máquina.

“Una advertencia es como un saludo a la bandera. Cuando vemos un hoyito empezamos a escarbar y no vamos a dejar de escarbar, nunca lo hemos hecho, para bien o para mal. Entonces, decir eso está bien, pero el empuje debiera ir por cómo vamos haciendo para tener un modo inteligente de discriminar lo verdadero de lo falso”.