Rodrigo Bastidas narra el dolor de perder a su padre en un accidente a los 17 años: “Pensé que se pasaría, pero no”

Por CNN Chile

14.12.2023 / 23:40

En un nuevo capítulo de CNN Íntimo, el actor habló sobre la muerte de su papá, la conexión que tiene con Jaime Vadell y el escenario político actual. "Me gusta hacer cosas distintas, lo que más me aburre es hacer siempre lo mismo", confiesa.


Rodrigo Bastidas nació en marzo de 1961 como el único hijo de Mónica y Rodrigo. Sus mejores recuerdos de niño son en el campo de su abuelo y de la época escolar confiesa que solo estudiaba lo que le gustaba.

A la hora de elegir carrera, el teatro no estaba entre sus preferencias, pero cuando estaba en cuarto medio, uno de sus profesores insistía en que tenía talento y un vecino de la casa de al frente, el actor José Manuel Salcedo, lo invitó a participar en una obra que estaba ensayando junto a Jaime Vadell.

Ese fin de año ocurrió un evento que definiría completamente su vida: en octubre su padre sufrió un accidente automovilístico, muriendo de forma inmediata. Esta tragedia fue un golpe brutal en una familia donde solo eran tres y, hasta el día de hoy, confiesa que es una de sus más grandes penas.

En conversación con CNN Chile, cuenta que su padre estaría “muy orgulloso” del hombre en que se ha convertido. “Es una de las grandes penas que tengo yo, el hecho de que no me vio, de que no me conoció en lo bien que fue. No conoce a mis hijos, no conoce a mis nietos. Es una gran perdida”.

Mi papá murió hace más de 40 años y ese dolor sigue existiendo. Esa necesidad de tenerlo al lado se sigue manifestando”, agrega. Confiesa que constantemente se pregunta cuándo lo va a poder superar, pues “fue algo muy fuerte y doloroso. Pensé que alguna vez se iba a pasar, pero no se pasa jamás”.

Pese a ese permanente dolor, afirma que le gusta que sea así, ya que “es una manera de que esté vivo“.

“Estoy siempre con él, me acompaña (…), la única lata que me da es que siempre que sueño con él nunca se está riendo, nunca he tenido un sueño donde la estemos pasando bien, donde él esté contento“.

En este contexto, confiesa que le hubiese gustado tener hermanos. “Me hubiese encantado tener hermanos de mi edad, haber compartido las alegrías y los dolores. Cuando muere mi papá yo estaba solo. Tenía a mi mamá, pero ella era mi mamá, tiene otra edad, entonces claro que me hubiese gustado tenerlos”.

¿Qué tienes de tu padre?
—Todo, creo que de alguna manera para no perderlo como que me lo comí. Siempre me parecí mucho a él, pero cuando era más chico no me parecía tanto como ahora (…). Sentí que una manera de guardar a mi papá siempre conmigo era tenderme a parecer más a él y, consciente o inconscientemente, lo hice y me parezco en las cualidades, así como también probablemente en los defectos.

¿Y tu mamá?
—Mi mamá es lo mejor de mi vida. O sea, mi mamá para mí es el ser humano que me ha acompañado durante toda la vida y sin ella no sería lo que soy. Le debo mucho en todo sentido, como persona, como apoyo. Ha sido mi gran compañera de ruta, yo tengo mamitis, o sea, absoluta y lo reconozco.

Teatro, destino y una nueva figura paterna

Al mes siguiente de su trágica pérdida, debió rendir la prueba de aptitud académica. Logró el puntaje, se matriculó en teatro en la Universidad Católica y, a los pocos meses, sus vecinos Manuel Salcedo y Jaime Vadell lo llamaron para que retomara los ensayos, siguiendo juntos hasta hoy.

Rodrigo dice que Jaime lo crio como actor y lo formó como ser humano. Al año siguiente descubrió que Jaime Vadell había nacido un 6 de octubre, el mismo día en que falleció su padre: “Él se transformó en una especie de guía espiritual en términos teatrales y de vida”, detalla.

“Enganchamos fundamentalmente en la manera de mirar el mundo y en el sentido del humor. También tendemos a parecernos un poco, en como pensamos. Fue una afinidad muy grande y la tenemos hasta hoy. Con Jaime yo tengo una confianza gigante, nos juntamos y nos entretenemos mucho juntos”, añade.

Nunca ha dejado el teatro y ya en la universidad formó la compañía Teatro Aparte con Gabriel Prieto, Magdalena MaxNeff y Elena Muñoz, con quien se casó a los 22 años. Juntos, son los padres de Raimundo y Milena, y, pese a que se separaron tras 18 años de matrimonio, siguen actuando y escribiendo juntos.

“Ahí es donde tú debes ser capaz de sopesar. Cuando tú te separas es un momento doloroso que nadie lo busca ni quiere, pero es un hecho, pero no hay que permitir perder todo (…). Elena y yo fuimos lo suficientemente sabios como para poder tomar las decisiones correctas“, afirma respecto a su separación.

Además del teatro, donde han abundado los éxitos, también incursionó en las teleseries, pero en 2009 decidió nunca más actuar en una de ellas. Sin embargo, hasta hace poco las seguía escribiendo: su más famosa teleserie fue Pituca Sin Lucas y su más reciente La Ley de Baltazar.

Sin embargo, tras este último gran triunfo, decidió colgar finalmente los guantes. “Escribir teleseries es muy agotador y estresante. Es entretenido, pero llega un momento en el que necesitas respirar un poco, hacer algo. Yo sentía que necesitaba parar, esa es la palabra, necesitaba parar”.

Pese a que ahora se alejó de las teleseries, sigue con el teatro, uno de sus grandes amores. En este aspecto, los logros han sido constantes: junto a Vadell en 2014 escribieron Viejos de Mierda, el espectáculo más visto de la escena chilena con un mismo elenco, y este 2023 su obra No me deje Hablando solo fue la más vista del año.

Es curioso el éxito de Viejos de Mierda, ya que tenemos una sociedad que le gusta la belleza y la juventud, ¿por qué esta obra tuvo tanto éxito?
—Siento que ahí hubo un golpe de suerte, nosotros nunca pensamos que eso iba a ser tan potente. Yo sí tenía una premisa, que era que a mí me molestaba mucho el que, en general, había mucha falta de respeto hacia al adulto mayor. Dije ‘esto no puede ser’ y me interesó hacer una obra (…) con unos viejos que estuvieran llenos de vida, con muchas cosas por hacer y empoderados.

¿Tú crees que eso ha ido cambiando?
—Yo creo que, por suerte, han ido apareciendo cosas que han seguido apoyando eso. Aparecieron las Viejas de mierda y el Agente Topo, con un protagonista de 89 años. Empezaron a aparecer cosas, comerciales, con viejos. Se empezaron a sentir tomados en cuenta, porque el gran problema que existe hoy en nuestra cultura es que está todo hecho como para la gente joven.

¿Tú por qué quieres vivir tanto? Por ahí leí que quieres llegar más allá de los 100 años.
—Lo que me preocupa es saltarme los matrimonios de mis nietos, que yo no sé si se irán a casar, pero quiero ir. Es que encuentro entretenido vivir y muy aburrido morirse. Tengo una sensación de que todavía como que me queda poco tiempo para la cantidad de cosas que puedo llegar a hacer.

La luz al final del túnel

Rodrigo está presentando las dos últimas funciones (15 y 16 de diciembre) de la obra Tres espermios desobedientes sin permiso de la mamá, en la cual actúa. Además de este rol, en el último tiempo ha viajado en diversas oportunidades a Perú, donde se encuentra adaptando el guion de Pituca sin Lucas para la televisión de dicho país.

—¿Qué se viene para el próximo año?
—El próximo año voy a armar dos obras. Me encantaría montar una obra en Perú, las Viejas de mierda. Esto es una primicia, estuve en conversaciones allá para hacerla y me gusta hacer cosas distintas, sacarme un poco el piso, no hacer siempre lo mismo. Lo que más me aburre es hacer siempre lo mismo.

¿Qué es lo que te hace tener esta conexión con Chile, con lo que estamos viviendo, cuando además estamos tan bipolares?
—Yo tengo la impresión de que, en general, hoy vivimos en una sociedad llena de prejuicios, entonces los prejuicios no te dejan visualizar las cosas de otra manera, porque tú ya de antemano sabes lo que vas a decir y eso no te permite desarrollarte, ni menos crecer y mucho menos ser capaz de decir ‘mira, tienes razón’.

Hay problemas en nuestra sociedad que tienen que ver con las generaciones. La generación que hay ahora, de cabros jóvenes entre 35-40 años, todavía no saben bien cómo son ni tampoco saben muy bien lo que piensan porque han estado compitiendo con una generación que fue exitosa, que es la de la Concertación, gente que, de alguna manera, vivió una época muy dificíl de nuestra vida, que fue la dictadura, entonces tienen ese peso”, agrega.

En esta línea, afirma que el presidente Gabriel Boric, de alguna forma, “tuvo el problema de Edipo: mató al padre Ricardo Lagos y se casó con la madre Carolina Tohá, la Concertación. Por suerte, no se sacó los ojos porque tiene una visión de las cosas, pero intelectuales, no logra él traspasar su visión de mundo a su Gobierno y eso, para mi gusto, es falta de experiencia“.

“Este grupo de cabros además necesitaba un hito, ya que el hito de haber vivido la dictadura, de haber botado a Pinochet, es muy fuerte. Entonces, todos estos cabros jóvenes no tienen ese hito y se agarraron, para mi gusto, del estallido y el estallido se les está cayendo a pedazos porque no se sostiene, no resultó, porque terminó siendo una especie de pataleta“, añade.

También hubo dos procesos constituyentes
—No funcionaron desde le punto de vista de los resultados, pero yo siento que todo lo que hemos vivido es parte de un proceso donde veo la luz al fondo. A mí no me complica esto de que hayamos rechazado una Constitución, y que vamos a rechazar probablemente otra y nos vamos a quedar con la actual. No lo veo como algo negativo, lo veo como un parto, un proceso de aprendizaje de toda esta gente que quiso decir ‘ya estoy chato que me digai que viviste la dictadura, que lo hiciste todo bien, de los 30 años de la concertación’.

¿Qué luz le ves a esto porque también se está gobernando en un momento en el que es muy difícil gobernar?
—Me parece que hay mucha gente que es odiosa, hay mucha gente en la derecha e izquierda que es odiosa. Lo que se necesita hoy es sentarse a entenderse un poco más y no creer que todo lo que tu haces es fantástico y todo lo que hace el del frente es malo y empezar a entender que lo que hubo aquí, más que un estallido social, fue una gran manifestación de una generación que quiso decir ‘las cosas no son para acá, son para allá’, que se han dado cuenta que realmente no son blanco o negro y están reculando.

Pese al complejo escenario, piensa que todo lo que está pasando, que aparentemente podría ser algo muy negativo, en realidad lo ve como “algo positivo”, como “parte de un proceso de este péndulo, que la idea es que logremos todos que este péndulo vuelva a estar tranquilo porque eso va a permitir que todos una convivencia más humana”.