En un nuevo capítulo de CNN Íntimo, la socióloga, investigadora y pionera en el estudio del feminismo en Chile conversó sobre su trayectoria, influencias y luchas. "Los grandes avances que hemos tenido las mujeres encuentran irremediablemente resistencia", reflexiona.
Teresa Valdés nació en 1951 y es la tercera de siete hermanos. Nació en el seno de una familia tradicional y católica, pero a la vez vanguardista, donde se vivía un ambiente estricto, pero bastante más liberal que el del colegio Las Ursulinas donde estudiaba.
Su padre, el bioquímico Bernardo Valdés, fue quien estuvo a cargo del primer programa de educación sexual para los colegios durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, razón por la que los temas de género son parte de su historia de vida personal.
“Mi sensibilidad social viene de mi familia, ya que mi padre nos llevó a conocer los niños que vivían en cuevas en el Cerro Blanco cuando era niña. Mis padres estaban en el tema apostólico, pero siempre en social, tenían un compromiso social“, cuenta a CNN Íntimo.
También por influencia familiar era cercana al movimiento de la parroquia universitaria, donde conoció a quienes fueron sus compañeros de militancia política, debido a que antes de cumplir 20 años ya militaba en el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU).
Fue asistente del jefe de gabinete del entonces ministro de economía, Fernando Flores. Cuando el MAPU se dividió, siguió a la facción de Cristián Gazmuri, y del gabinete de Flores pasó a la Corfo, lugar donde se encontraba el 11 de septiembre de 1973.
Al poco tiempo, fue detenida por el régimen de Augusto Pinochet. “No tenía miedo, debía enfrentar lo que viniera y sentía que no tenía nada que perder. Mi miedo principal era por los demás que estaban presos y tenían familias (…). Estaba en un estado de asumir lo que viniera, me sentía muy libre, me es difícil de explicar”.
Estuvo presa un mes y reconoce que esa experiencia de cárcel la vivió como socióloga, carrera que estaba cursando. “Establecí relaciones (con otras presas) muy importantes que me marcaron en el sentido de la confianza en las personas, la empatía con los dolores y sufrimientos de las otros. Fue una experiencia muy crecedora y positiva“.
Pese lo sufrido durante esos días de 1973, nunca quiso salir de Chile. Se dedicó a terminar su carrera de socióloga y fue durante una investigación de campo entre mujeres pobladoras cuando decidió que todos sus esfuerzos los destinaría a mejorar de alguna manera esa realidad que venía conociendo: “La conciencia feminista me nació a través de la vida de las pobladoras”.
Opositora a la dictadura, a principios de la década de los ’80 formó el movimiento Mujeres por la Vida, donde se rebelaban contra las desapariciones, las muertes y la tortura. De a poco se hicieron un espacio entre las organizaciones que protagonizaron la protesta social de los ‘80 y el regreso a la democracia.
Desde otros espacios, hoy sigue activa. Fue la organizadora de la movilización Mujeres por el Nunca Más, que la noche del 10 de septiembre pasado reunió a 12 mil mujeres que, en silencio y con una vela en la mano, rodearon el Palacio de la Moneda, el símbolo del quiebre democrático de hace medio siglo.
“Este aniversario abrió los debates que habían estado cerrados y permitió que muchas personas que se habían mantenido silenciosas, políticamente correctas, empezaran a hablar y eso lo valoro. Valoro los debates, es cierto que aparece como amenaza ante la polarización, pero debemos pasar por ese proceso, ya que son memorias en conflicto”, afirma.
La experiencia feminista
Teresa reconoce que nació como una “feminista espontánea” debido a su familia, donde “era claro que las mujeres teníamos derecho a estudiar e íbamos a estudiar, además somos siete hermanos y las tres mayores somos mujeres, por lo que había una suerte de sensación de que podíamos todo, no tuvimos limitaciones“.
Pese a lo anterior, afirma que fue a través de la vida de las pobladoras donde nació “su conciencia feminista”, ya que durante esa investigación conoció “la experiencia de la subordinación”.
“En la universidad (la subordinación) no era tema porque siempre pude hacer todo lo que quería”.
Su trayectoria ha estado marcada por la incansable lucha por los derechos de las mujeres. Desde sus primeros pasos en el movimiento feminista, ha sido una fuerza impulsora en la promoción de la igualdad de género, la autodeterminación de las mujeres y la eliminación de la discriminación.
Como coordinadora del Observatorio de Género y Equidad, tuvo una participación activa en el proyecto y luego ley de despenalización del aborto en tres causales. Hoy está atenta a todos los debates, porque sabe que ninguna conquista es definitiva, que hay que ganarlas todos los días, sobre todo cuando se es mujer.
—Ningún derecho ganado por las mujeres está adquirido para siempre
—Nunca para siempre, como lo dijo Simone de Beauvoir. A la primera de cambios, debemos estar siempre adelante, persistiendo con optimismo.
—En el nuevo texto constitucional, el Consejo incluyó el derecho a la vida de quien está por nacer, lo que puede poner en riesgo la ley de aborto.
—(El texto) es mañoso, tiene una doble intención. Está claro que hay un interés de retroceder y de poner límites, sin embargo, la interrupción voluntaria del embarazo tiene un respaldo hoy día en la población, porque eso es lo que ha aportado hoy día el feminismo, ha incorporado al sentido común los derechos de las mujeres, de la autonomía de las mujeres, de poner fin a la tutela sobre los cuerpos de las mujeres.
—¿Cómo ves esta redacción de esta nueva Constitución?
—Tengo una preocupación por el conjunto de la propuesta del Consejo Constitucional. O sea, hay un entramado que es conservador, un entramado que es restringir las visiones de mundo respecto de la familia, de los hijos, de los cuidados que se vuelven a poner a un modelo de familia que no es lo que vivimos. A mí me da pena, ya que en vez de ser una Constitución de futuro, es regresiva, del pasado.
—Mujeres como Evelyn Matthei y Michelle Bachelet dijeron que iban a salir a la calle si había un detrimento en los derechos de las mujeres y ellas son bastante antagónicas políticamente.
—Por eso digo que el feminismo lo que ha hecho es incorporar en el sentido común, en la cultura, los derechos de las mujeres, que somos sujetas de derecho después de haber sido ciudadanas de segunda. Es cierto que hay cifras importantes de violencia de género y doméstica, etcétera, pero la conciencia y el rechazo desde la sociedad en general es brutal, o sea, el respeto a los derechos de las mujeres es transversal.
—¿Hoy en qué se nota que es un gobierno feminista?
—Desde luego, en los números, en todas partes, si tú tienes que ver la presencia de mujeres y en roles extraordinarios, o sea, tenemos una ministra del Interior absolutamente excepcional, una ministra del Trabajo que está sacando adelante reformas que parecían insacables, y así. Esto va cambiando, ya que va generando modelos e instalando cómo las mujeres representamos las necesidades del colectivo.
—A la ministra Siches no le fue bien, ¿se corría el riesgo, si es que no se ponía a otra mujer, de dejar instalado que las mujeres no eran capaces para un cargo como ese?
—Siempre nos pasa eso, pareciera que una mujer es todas las mujeres. Nos ha costado por años decir ‘las mujeres somos diversas y tenemos distintas capacidades, así como los hombres’. Estamos siempre bajo la lupa, siempre se nos exige más, tenemos que hacer el triple (de todo).
—Participaste en la redacción de la ley aborto en tres causales, ¿cuál ha sido su impacto?
—Se aprobó la ley, nosotros generamos toda la implementación, capacitaciones, redes, derivaciones y cambió el gobierno y vino el de Piñera, donde claramente hubo una ausencia de interés de desarrollarlo, por lo que efectivamente hay un espacio enorme para que las mujeres puedan aprovechar ese derecho. Además, nos cambiaron el reglamento y se cambió lo que era la objeción de consciencia e instalaron la objeción de conciencia institucional, lo que ha significado barrera que están documentadas y eso es muy lamentable.
—Hay diversos tipos de feminismo, ¿dónde se unen?
—(El feminismo) es un movimiento vivo, tienes nuevas experiencias, por ejemplo, las experiencias de las jóvenes en 2018, la tercera ola, ponen sobre la mesa nuevos temas y se articulan a los antiguos (…). Se dan vueltas de tuercas, pero se sigue avanzando sobre la base de las viejas demandas, entonces, hay novedades, porque, además, es un mundo más complejo, con el tema de las comunicaciones, del medio ambiente, por lo que se va especializando y complejizando el movimiento.