En conversación con CNN Íntimo, el luchador grecorromano entregó detalles sobre su decisión de dejar Cuba y radicarse en Chile para perseguir su sueño de triunfar en el deporte. "Yo quería competir fuera del país y ofrecerle a mi mamá algo más, una vida un poco mejor”, sostuvo.
La lucha grecorromana ha sido su pasión desde los 9 años y, cuando llegó a Chile en abril de 2015 para participar en los Panamericanos de Lucha, Yasmani Acosta supo que no volvería a su Cuba natal.
Desde que pisó suelo nacional han pasado 6 años. A fines de 2017, el Senado de Chile aprobó por unanimidad el Proyecto de Ley que le entregó la nacionalidad por gracia.
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Los inicios de su travesía en el país no fueron fáciles. Tras su decisión, tuvo que lidiar con el castigo de la federación de Cuba, el cual lo dejó sin los papeles para poder competir internacionalmente.
En conversación con CNN Íntimo, Yasmani Acosta Fernández entregó detalles sobre el día en que decidió dejarlo todo para quedarse en Chile y perseguir su sueño. Además, habló sobre sus planes para el futuro y las metas que quiere alcanzar.
Los inicios en la lucha grecorromana
Si bien comenzó oficialmente en la lucha grecorromana a los 10 años, para llegar a este deporte primero probó otras cinco disciplinas. “Pasé por el fútbol, béisbol, boxeo y después terminé en la lucha”, detalló.
“En Cuba casi todos los deportes son populares (…) Normalmente, la disciplina más popular es el béisbol, pero si hablas de lucha todos lo conocen”, sostuvo Yasmani, quien también detalló que los niños comienzan en la lucha a los 6 o 7 años.
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Muchos se preguntan cómo Cuba, considerado un país subdesarrollado, ha logrado convertirse en una de las naciones que van a la vanguardia en el deporte a nivel mundial.
Para Acosta, “el secreto está en la base”, ya que existen “escuelas deportivas donde becan a los niños (…) Ellos tienen alimentación, salud y estudian. Entonces, ese niño tiene mucho apoyo desde el comienzo”.
—¿Qué es lo que se necesita para que un deportista se convierta en un buen luchador grecorromano?
—Tienes que ser inteligente, hábil, fuerte y resistente. Son cualidades que tienes que desarrollar y hay otras que tienes que ir entrenando durante el periodo de clases de lucha.
—¿Cuál ha sido el secreto del éxito que has tenido tú?
— Primero que todo, la disciplina. Hay que ser muy disciplinado para la lucha y creo que para todos los deportes. Mucha disciplina, mucho enfoque y también he tenido muy buenos entrenadores durante mi carrera deportiva.
—La lucha grecorromana es un deporte solitario. ¿Has resentido eso a lo largo de la carrera?
—Uno con el tiempo se acostumbra. (…) El entrenador te anima y prepara, pero al final el que se sube al colchón a competir eres tú solo. Me sentí solo al principio, pero hay un punto en el que empiezas a disfrutarlo.
—Este deporte es uno de los más antiguos, pero acá no le hacemos tanta justicia. ¿Qué características tiene?
—Son dos estilos. Se divide en lucha libre y grecorromano. El que practico yo es el grecorromano, en el que solo se hace agarre de la cintura hacia arriba, no se pueden hacer tomadas de las piernas ni ningún punto con las piernas.
El cubano que decidió ser chileno
En Cuba, Yasmani no tenía opciones de competir en los torneos internacionales más importantes, ya que la plaza para estas competencias era siempre para su amigo Mijaín López, uno de los mejores luchadores de la historia.
—En tu equipo estaba Mijaín López. ¿Qué significaba eso en la práctica para ti?
—Un punto a favor es que tenía al mejor jugador del mundo a mi lado y, por ende, tenía la mejor preparación día a día. Entrenaba con él durante las mañanas y también en las tardes, todos los días.
Respecto al punto en contra, Yasmani detalló que, como atleta, “cuando se está bien preparado uno quiere competir”. “Había juegos olímpicos o mundiales y no podía asistir a esos eventos importantes porque ya estaba él como figura”.
—¿En qué minuto te diste cuenta de que estar al lado de él era una dificultad?
—Una vez que pasé a ser adulto, él se convirtió en mi rival directo, pero ahí, primero que nada, lo aproveché. Es el mejor del mundo y yo estaba saliendo del juvenil, por ende, lo aproveché al máximo porque te preparas muy bien con él. Cuando ya estaba preparado para competir y me sentía bien, yo ya quise experimentar o competir con otros atletas de otros países a nivel mundial, pero no podía porque viaja el mejor y él es el mejor.
—¿Qué hacías en Cuba antes de llegar al país?
—En Cuba me dediqué 100% al deporte, desde los 10 años. Allá te becan en una escuela deportiva donde te dan hospedaje, comida y beneficios para poder entrenar y así pasé todos esos años hasta que llegué a Chile.
—Cuando decidiste que tenías que irte, ¿te guardaste para ti la decisión o lo comunicaste?
—Primero que todo, se lo dije a mi mamá. Le comentaba en forma de broma que algún día me iba a ir del país para ver cómo ella pensaba y reaccionaba, pero no me respondía, a veces se ponía triste, pensativa o se iba.
El luchador detalló que, al ver la reacción de su madre, se dio cuenta “de que no le iba a agradar mucho la idea”. “De a poco fui haciéndole ver que yo quería competir fuera del país y ofrecerle algo más, una vida un poco mejor”.
—¿Por qué pensaste en Chile o se dio porque tenías que venir a competir acá?
—Chile fue la oportunidad. Creo que el país fue la oportunidad en ese entonces porque había viajado a otros países, pero nunca lo había pensado así. Creo que en el viaje a Chile tomé la decisión.
—¿Cuáles eran los riesgos de irte?
—Salir de Cuba y quedarme aquí en Chile implica ocho años sin ver a mi familia, ya que son ocho años sin poder entrar al país. Yo salí a competir, me quedé y eso (las autoridades) lo ven como traición.
Ser un “desertor”
En diversas entrevistas, Yasmani ha declarado que el momento en el decidió no retornar a Cuba fue uno de los más difíciles. Por su acción fue tratado como un desertor, lo cual se sumó a la prohibición de entrar a la isla por ocho años.
—¿Tú en esos días tenías este dilema de irte o ya era una decisión tomada?
—Todos los días lloraba. De hecho, me escondía de mis compañeros porque éramos tres por habitación y me escondía de ellos para que no me vieran llorar, porque me iban a preguntar qué me pasaba y no quería decirles.
—¿Sabías que te iban a tratar como un desertor, como un traidor?
—Sí, porque ese es el término que usan cuando uno hace este tipo de acciones. Yo creo que no importa lo que digan de mí, ni quien lo diga, creo que vale más lo que yo sienta como persona y mi criterio.
El luchador sostuvo que “todos en Cuba me conocen; mis compañeros, vecinos y el barrio saben cómo soy y por qué tomé una decisión como esta. Ellos saben que, por la razón que la tome, no significa que sea un desertor”.
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—Cuando llegaste acá, ¿qué hiciste después de tomar tu decisión?
—No tenía ni pasaporte, no tenía nada. Tenía muchas preguntas en mi cabeza (…) pero siempre conté con el apoyo de mis amigos, un grupo de amigos muy unidos que me siguen apoyando incluso hasta el día de hoy.
—¿Cómo ves a un migrante que viene llegando al país?
—Un migrante que viene llegando es un símbolo de valentía (…) No todos tienen la valentía de tomar una decisión así. Han llegado personas buenas y malas, pero ojalá puedan hacer algún filtro de las personas que de verdad quieran ayudar a subir el país y a sus familias.
El sueño del oro olímpico
Yasmani fue uno de los deportistas más destacados durante las olimpiadas de Tokio 2020, pero volvió sin la medalla que buscaba. “Me gustaría alcanzar una medalla olímpica. Es el sueño de cualquier deportista y me gustaría alcanzar ese logro”, reconoció.
—Para la penúltima pelea tú dijiste que el arbitraje no fue el adecuado y te jugó una mala pasada, haciéndote perder la posibilidad de obtener una medalla.
—Todo se estaba dando hasta la semifinal, donde pasaron esas cosas del arbitraje que a veces son injustas, pero son cosas del deporte que uno tiene que superar y para la próxima lucharé; contra el arbitraje y contra el rival.
—Volviste a Santiago después de Tokio y, pese a todo el sabor amargo de las olimpiadas, tuviste que una tremenda alegría. ¿Quién te estaba esperando?
—Llegando a Chile tenía a mi mamá que me estaba esperando. La alegría que no tuve en los Juegos Olímpicos la tuve aquí en Chile. Fueron seis eternos años sin poderla ver y, al final, pude encontrarme con ella y aún estoy con ella acá.
—Para las olimpiadas de París 2024 vas a tener 36 años. ¿Cómo calificarías tu condición deportiva?
—Yo ahora me encuentro física y mentalmente bien. Tengo lesiones, pero son leves y espero llegar bien a París. 36 años para París está bien, mientras sea sin lesiones y bien preparado, lo importante de todo es la preparación.
—¿Te proyectas acá en Chile? ¿Qué te gustaría hacer aquí en el futuro?
—Sí, hasta el momento sí me proyecto en Chile. Tengo pareja, a mi mamá y creo que Chile es un país que me ha acogido muy bien y me siento cómodo (…) Hasta ahora tengo proyectado competir hasta quizás el 2024 y de ahí en adelante quizás me dedicaría a ayudar al deporte chileno, ese es mi proyecto de largo plazo. A corto plazo son los Juegos Olímpicos de París y a largo plazo me gustaría ayudar al deporte chileno apuntando más a los niños, desde la base. Encuentro que hace falta mucho apoyo en la base y, además, tengo proyectos y cosas que quiero implementar y ojalá que me apoyen muchas personas.