La próxima semana la Cámara Baja en su totalidad analizará los cargos y podría dar inicio oficial al juicio político. El Partido Demócrata, es decir, la oposición, tiene mayoría.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está cada vez más cerca de un impeachment. El comité judicial de la Cámara Baja aprobó dos cargos contra él: abuso de poder y obstrucción al Congreso, por la supuesta presión que habría ejercido a Ucrania para que investigara a un rival político.
Probablemente el miércoles el pleno de la Cámara Baja votará sobre ambos cargos, los que muy probablemente también serán aprobados, ya que la mayoría de los representantes son demócratas. Con esto, el camino estaría despejado para que el juicio comience después del año nuevo.
Los demócratas ya pidieron una lista de cuatro testigos cercanos a Trump, entre ellos, su ex asesor, John Bolton.
Según el senador demócrata Chuck Schumer, “estos cuatro testigos tienen conocimiento directo de los hechos, particularmente respecto al retraso de la ayuda a Ucrania”.
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Los demócratas han demostrado que están dispuestos a un juicio largo, a diferencia de los republicanos.
En el comité judicial, los que aprobaron estos dos cargos contra Trump fueron los 23 demócratas que componen el grupo, mientras que los 17 republicanos votaron en contra.
La decisión parece estar tan determinada por los partidos, que hay rumores que un diputado demócrata, Jeff Van Drew, va a renunciar a los demócratas para irse al Partido Republicano y votar contra los cargos presentados contra el mandatario.
La opinión pública está todavía dividida. Según una encuesta de Fox News, el 50% de los estadounidenses quiere que Trump sea sometido a juicio y destituido. 4% piensa que debe pasar por un impeachment, pero no dejar el poder, y 41% se opone a que Trump sea sometido al juicio y a que sea removido de la Casa Blanca.
Casi como hecho, este proceso va a inaugurar el año 2020 en EE.UU.
Experto en política estadounidense y ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos de EE.UU., el cientista político chileno analiza las elecciones presidenciales y su impacto en la relación de EE.UU. con América Latina.
