En entrevista con CNN Íntimo, la actriz conversó sobre la fama, el éxito y las grandes causas que la mueven. Además, reflexionó sobre las partidas que han marcado su vida: "no sé si le perdí el miedo (a la muerte), pero sé que va a ser un momento muy especial".
El 29 de diciembre, Leonor Varela cumplió 50 años. Nació en Chile, pero la dictadura hizo que sus padres se refugiaran primero en Costa Rica, luego en Estados Unidos y más tarde en Francia, donde se quedó por largos años hasta que nuevamente hizo maletas para partir a California, donde hoy vive.
Hija de Leonor Palma Keller y del destacado biólogo y filósofo Francisco Varela García, cuenta que de niña fue rebelde, que la separación de sus papás cuando tenía 14 años la marcó y que su mayor acto de rebeldía fue irse de la casa a trabajar un verano a Saint Tropez, pese a la negativa familiar.
En entrevista con CNN Íntimo, Leonor Magdalena Varela Palma conversó sobre la fama, el éxito, Hollywood y las grandes causas que la mueven. Además, reflexionó sobre las partidas que han marcado su vida: “no sé si le perdí al miedo (a la muerte), pero sé que va a ser un momento muy especial“.
“Lo di todo y sé que él también”
El 16 de noviembre de 2018, Leonor perdió hijo mayor, Matteo, a días de cumplir seis años. Diagnosticado con leucodistrofia, una enfermedad genética y degenerativa, con él vivió la alegría y el dolor, supo de verdad lo que era sentir miedo, tocó puertas y llegó hasta donde nunca habría imaginado.
Todo esto la llevó a vencer los pronósticos que no le daban más de dos años de vida y a recorrer durante seis un camino de aprendizaje que volcó en su libro Ir al cielo y volver, en su marido Lucas, en su hija Luna y en Vito, el perro que adoptaron para Matteo y que ya es parte de la familia.
—¿Qué significó que el deseo de ser madre viniera cargado de un dolor tan grande?
—Fue super difícil. Me rompió el corazón, pensé que me volvía loca, pero también entendí que la vida es así, te da cosas, y uno pelea o fluye, y había que fluir con ese dolor, sentirlo y armarse porque había un pequeñito que me necesitaba. No me podía quedar en el suelo, me tenía que levantar y darle lo mejor de mí.
—Entrar en esa situación te lleva a posiciones que tú no esperabas, ¿Cómo estuvo Lucas, tu marido?
—Lucas fue mi roca, fue quien me levantaba cuando yo me caía. Nuestro equipo el uno sin el otro no habría funcionado. Hemos sido muy equipo y eso sigue siendo verdad ahora y el hecho que estemos juntos después de un dolor tan grande compartido habla de ello.
—Leucodistrofia, ¿tú habías escuchado esa palabra?
—Jamás, ni sabía que existía (…). En el embarazo jamás hubiéramos pensado que habría un problema así, pero una vez que Matteito llegó me di rápidamente cuenta que las cosas eran muy difíciles, que había muchos problemas y que esos problemas no se iban suavizando, sino que agudizando.
“Tuvimos un diagnóstico a los cuatro meses y nos dijeron ‘tiene un año de vida’, así, tal cual, y ese fue el golpe más duro de recibir. Una vez que eso sucede nos dimos un momento para tener perspectiva y procesar. Por suerte estaban nuestras familias ahí y nos pudieron contener”, detalla la actriz.
—Los médicos te dijeron morfina, la casa, pero para ti nunca fue una opción.
—No. De alguna manera haber sido la hija de mi padre me dio herramientas para poder navegar el mundo médico. (…) Con mi hijo siempre tuve una habilidad de escucharlo sin palabras, de saber lo que él quería (…) y él caminó, fue al colegio e hizo todas las cosas que me dijeron que no haría, no porque yo lo empujé, sino que porque yo pude escucharlo a él.
—Mateo nunca habló, ¿cómo lo escuchabas?
—Una sabe como mamá en su corazón lo que el niño, tu hijo, quiere, y él me lo decía muy claramente y me lo dijo muy claramente también cuando quería partir. (…) No era algo que quería escuchar, pero me lo dijo tan claro que, si bien no lo pude verbalizar, le dije que lo respetaría y me dediqué el tiempo que me dio a poder dejarlo ir de la mejor manera que podía, con amor y diciéndole que iba a estar bien, que la familia iba a estar bien y que se fuera tranquilo, igual como se fue mi papá, en paz.
—¿Sientes que lo hiciste todo?
—Sin duda. Yo no dejé nada bajo la manga, lo di todo y sé que él también.
—¿Cómo fue la relación con Luna que vino después?, ¿Cómo hicieron para que ella no sintiera que toda la energía estaba con su hermano enfermo?
—Ella nace poco menos de dos años después de Matteo y nace también de una petición de él. (…) Creo que quería que yo no me quedara sola cuando él se fuera o quería vivir ese amor, ya que ellos se adoraban. Él podía estar con mucho dolor, muy incómodo, pero entraba ella y se le iluminaba todo su ser y ella le acariciaba la carita.
Varela afirma que siempre tuvo su tiempo con Luna, quien hoy tiene ocho años. “La amamanté hasta casi los dos años, la acostaba todas las noches y pasaba tiempo sola con ella todos los días. Es verdad que mi energía estaba mucho más abocada a mi hijo, pero nunca dejé de darle a Luna un espacio“.
—Esto fue un terremoto, ¿Cómo sobrevivieron con Lucas?
—Eligiéndonos una y otra vez todos los días. Respetándonos que nuestro dolor y procesos de pena iban a ser diferentes.
—¿Si te hubieran dicho que ser mamá traía todo esto?
—No habría cambiado anda.
Vida nómade
Leonor estudió actuación en París, la casualidad la llevó al cine y su talento la consolidó en la pantalla grande, donde compartió escena con destacados y destacadas intérpretes. Es la chilena que más lejos ha llegado en ese mundo glamoroso y competitivo de Hollywood, pero a Leonor no la desvive la fama.
En el mundo del cine “hay limitaciones, expectativas y juicios sobre una mujer que cumple 50 años, pero me las paso un poco por donde no te digo, porque creo que la mujer hoy en día no está ni ahí con esas cosas. (…) Tengo la gran suerte de ser mujer en este tiempo y creo que es un gran lujo que me doy, que quizás mi abuela o madre no tuvieron”, señala.
En esta línea, sostiene que llegar a los 50 años es un punto de inflexión. “Hay como un despojar de la imagen o de la carrera, de esta aspiración de hacer cosas, ya que como que me defino más libremente y por eso es tan rico madurar, porque uno va obteniendo una sensación de que no te importan tanto las cosas y lo esencial se vuelve más claro“.
—Cumplir 50 años que te resuena más, ¿Hacer una revisión o ver qué es lo que quiero hacer en la próxima mitad?
—Lo segundo. Estoy en gestación, presiento que tiene que ver con aliar el arte, que es lo que me mueve a nivel de alma, (…) y el servicio, ya que junto con ser madre, mujer y amiga, son las dos cosas que más me mueven la tripa y me emocionan, así que ahí estoy viendo si es más por la escritura o las campañas ambientales. Hay mucha gestación, aún no sé con certeza.
—Hiciste Cleopatra a los 25 años, ¿cómo fue vivir el glamour y el éxito en esa época?
—Fue vertiginoso y cuando uno lo está viviendo tampoco dimensiona. Ahora con el tiempo dimensiono lo impactante y lo loco que fue todo. Yo en ese minuto solo sentía que la máquina iba demasiado rápido y que necesitaba que bajaran las revoluciones. (…) Yo no tenía idea de nada de Hollywood (…) y no dimensioné ese peak de fama. Fue demasiado intenso para mí.
—Había abusos, competencia, ¿cómo pasaste eso?.
—En aquel entonces uno normalizaba. Yo normalizaba muchos comportamientos que hoy en día los enjuiciamos y no los aceptamos (…) Estuve bajo contrato con los Weinstein, hice una (película) y luego nunca más porque no jugaba el juego. Para mí no era una opción estar en un terreno que comprometiera mi integridad.
—¿Los sueños profesionales ahora donde están?, ¿con quién te gustaría compartir escenario?
—Quiero trabajar con gente que me inspire, que admire, con la cual conecte, con gente de una calidad humana buena, con historias que tengan relevancia, que muevan la aguja en términos de la conciencia de la gente, que toquen, que emocionen, que sean historias que tengan sentido, que hablen de algo.
—¿Qué es el éxito?
—El éxito es tener una coherencia entre lo que uno siente y lo que uno hace. Significa ser parte de lo que te rodea, ser parte de un todo, estar en coherencia con tu entorno.
—¿Le perdiste el miedo a la muerte?
—Al tener algo tan preciado al otro lado, hay una parte como de expectativa del reencuentro con mi hijo. Entonces, no es como que no hay nada, hay algo muy preciado para mí al otro lado. No sé si le perdí al miedo, no lo anticipo, pero sé que va a ser un momento muy especial.