El economista y ex superintendente de AFP conversó en Nuevo Pacto sobre las fortalezas y debilidades del actual modelo y planteó su perspectiva respecto a la reforma al sistema de pensiones. "En el caso particular de la seguridad social, que los cambios se puedan hacer por quórums inferiores a los 4/7", dijo.
En la discusión de lo que tiene que ver con el futuro del país tras el 18-O, una de las dimensiones más importantes ha sido el tema económico. De entre las demandas sociales, destaca la necesidad por una reforma al sistema de pensiones, un clamor ciudadano que se ha planteado desde hace mucho tiempo, pero que cobra otro valor en este contexto.
Para abordar este tema y otros relacionados al mundo económico, además de la evolución del proceso constituyente, Sebastián Aguirre entrevistó en Nuevo Pacto a Guillermo Larraín, economista, académico de la U. de Chile, ex superintendente de AFP durante el gobierno de Ricardo Lagos.
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Larraín, además de haber sido coordinador de política económica del Ministerio de Hacienda, ocupó el cargo de gerente de estudios de BBVA Chile entre 2000 y 2003. Su experiencia se extiende también como ex superintendente de Valores y Seguros durante el primer gobierno de Michelle Bachelet.
“Yo creo que lo que tenemos que hacer es tomarnos en serio este reclamo que hay por mayor solidaridad. El sistema de pensiones chileno tiene algunas fortalezas, aunque a la gente le parezca poco creíble, en la gestión financiera de los ahorros. Sin embargo, tiene una gran debilidad, que es la debilidad en solidaridad”, apuntó.
Sobre la reforma al sistema de pensiones, comentó la fórmula que considera más viable. “Si lo que se va a hacer es incrementar las pensiones por la vía solo de mayores impuestos generales a la nación, entonces se trata de un mecanismo débil de sustentabilidad. Es más fuerte cuando uno tiene un mecanismo interno, cerrado, un mecanismo donde se cobra un impuesto al trabajo que luego se utiliza para financiar beneficios que los propios trabajadores gozan una vez que están retirados. Eso es una forma global de un sistema de reparto, y es básicamente lo que se está discutiendo hoy. Creo que ese es un buen compromiso”, explicó.
El ex superintendente reconoció que las Administradoras de Fondos de Pensiones tienen poca legitimidad y deben ser reformadas: “En la medida en que logremos construir un sistema que le de un incremento sustantivo a las pensiones, y que mejore la calidad de vida de nuestros adultos mayores, el sistema va a ir ganando legitimidad. Cuando hablamos de legitimidad estamos hablando del sistema de AFP, no de todo el sistema previsional. Y en el sistema de AFP, efectivamente, hay muchas otras cosas que hacer“.
Para Larraín, una de las grandes fallas de las AFP hoy es que tienen un déficit enorme de representación de los afiliados en el sistema y lo costoso que resulta.
“En muchas partes del mundo, los sistemas de pensiones cuentan con representación de los propios trabajadores que contribuyen a ese sistema. Eso es muy importante por razones de transparencia, y de poder absorber de mejor forma inquietudes que puedan estar en la base del sistema previsional. Entonces, hay un déficit en cuanto a la participación de los afiliados. Por otra parte, hay un déficit porque nuestro sistema sigue siendo caro”, sostuvo.
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El economista también recomendó que las reformas sean periódicas y no permanentes, pero eso no depende del sistema a reformar sino de lo flexible que pueda ser institucionalidad. “Yo perdí la ilusión de que se hagan reformas que duren para siempre, eso no existe. Todas las reformas hay que reformarlas regularmente, siempre. Por eso necesitamos un régimen institucional muy flexible. Yo creo que el mayor problema que tiene la actual institucionalidad chilena, en particular la Constitución, es que rigidiza mucho el dinamismo institucional de todo el resto de las instituciones, específicamente de la seguridad social”.
Del mismo modo, considera que el sesgo ideológico ha permeado las decisiones políticas de una forma negativa. “Yo creo que acá ha habido exceso de ideologismo, y creo que ha sido un exceso de ideologismo fundamentalmente de la derecha, más que de la centro izquierda. Este Gobierno, en sus inicios, lo que decía es que había que darle 4% a la AFP, es decir, el sistema está perfecto y lo que le faltan son más recursos, eso es básicamente lo que proponía este Gobierno al inicio. Yo creo que ese es un diagnóstico completamente errado y sesgado por intereses e ideologías”.
“Lo que tenemos que hacer es generar condiciones para que el país pueda ir avanzando de una forma más pragmática, y eso requiere, en el caso particular de la seguridad social, que los cambios se puedan hacer por quórums inferiores a los 4/7 (…) Eso tiene que ser compatible con una cierta responsable experimentación, para que vayamos testeando si el instrumento que estamos pensando es el adecuado o no”, finalizó.