Joseph Ramos: “La última deuda que se debería condonar es la de los profesionales”
En entrevista con CNN Íntimo, el economista conversó sobre los más de 50 años que lleva en Chile siendo profesor, economista, padre, esposo y pensador. “Yo me siento muy chileno, pero también muy norteamericano, ya que lo tengo en el ADN”, confiesa.
Joseph Ramos es hijo de padres puertorriqueños, pero nació en Filadelfia, Estados Unidos. Vivió en La Habana, Cuba, y terminó su enseñanza básica a los 16 años en el colegio jesuita de Nueva York.
Ramos se graduó con honores como ingeniero eléctrico de la Universidad de Columbia. Sin embargo, su vocación social y su deseo de ayudar a terminar con la pobreza en el mundo lo llevaron hacia un nuevo camino: la economía.
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Su tesis de doctorado era sobre trabajo y desarrollo en América Latina, y, con Eduardo Frei Montalva recién electo presidente de Chile, pensó que viajar a un país en vías de desarrollo era lo ideal. Aterrizó en Santiago en 1965 y no se fue más.
Siempre dedicado a materias laborales y de desarrollo, partió trabajando en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), luego en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y en 1998 se integró a la Universidad de Chile (UCh).
En 2002 asumió como decano de la casa de estudios y le fue entregada la nacionalidad por gracia. Ejerció como profesor hasta 2018, formando a muchos de los economistas que actualmente dirigen el país, y en 2020 fue elegido por sus pares como el Economista del Año.
En entrevista con CNN Íntimo, Joseph Rafael Ramos Quiñores conversó sobre los más de 50 años que lleva en Chile siendo profesor, economista, padre, esposo y pensador. “Yo me siento muy chileno, pero también muy norteamericano, ya que lo tengo en el ADN”, confiesa.
La búsqueda de Dios
En mayo de este año, Ramos publicó su libro Creer o no creer: el misterio de Dios a la luz de la razón, donde vincula el mundo de la fe con la lógica racional. “La existencia de Dios toca los temas existenciales más importantes; el universo, de dónde vengo, qué fin tengo, en qué consiste la felicidad”.
El economista explica que su libro ofrece “una mirada a la luz de la razón”. “No soy tan ingenuo para creer que la gente se convence de estos temas sólo por la razón, pero mucha gente con convicciones religiosas me dice ‘no, si esto es un asunto de fe’, y diría ‘bueno, Aristóteles y Platón creían en la existencia de Dios, pero sin fe’”.
Para el experto, quienes no creen en Dios conciben el mundo como “un hecho casual, donde el universo surgió de la nada, sin causa, sin explicación, no tiene propósito y es absolutamente indiferente a los valores”. “Eso es una visión bastante desesperanzadora”, estima.
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—¿Ha servido esta fe para asumir los dolores de la vida?
—Sí, probablemente. Mis mayores satisfacciones han sido en el trabajo y ciertamente con las amistades, pero tuve una relación matrimonial difícil con mi primera esposa, que en paz descanse. Estuvimos separados dos veces, cinco años la primera, volvimos, seguimos 7 u 8 años, y nos separamos por dos años más.
La vida en Chile
La primera vez que Joseph Ramos aterrizó en el país fue en 1965, la segunda en 1968 y de ahí no se fue más. “Busqué una tesis que me llevara a Chile porque me atraía entonces el gobierno de Eduardo Frei Montalva que prometía ser una tercera vía de desarrollo, la famosa revolución en libertad”, relata.
Ramos agrega que en el ’68 ya tenía su doctorado y quiso venir a América. “La Fundación Ford me ofreció dos trabajos, uno en Chile como profesor visitante y otro en Colombia, pero me tincaba más Colombia porque sentí que Chile ya tenía un buen número de economistas que eran buenos y todo”.
“Sin embargo, un amigo sacerdote jesuita me dijo ‘no, tienes que afianzarte ideológicamente, vente para acá (Chile) un par de años y después vas a otras partes’. Entonces, le dije ‘bueno, ya, eso me suena razonable, puedo ir salvando un país cada tres años’ y me vine al país y luego me casé con una chilena”, agrega.
El economista contrajo matrimonio con la artista visual Gloria Camiruaga, considerada una de las pioneras del video arte en Sudamérica. “Mi señora era muy rompe esquemas y esencialmente anarquista, contraria (…) Era pedagoga, pero se fue un semestre a California a estudiar video y ahí empezó a hacer su carrera”.
Camiruaga, conocida por obras como Las Yeguas del Apocalipsis, Diamela Eltit y La Venda, falleció repentinamente en el año 2006. “Fue un infarto fulminante. En su familia, su padre murió de un infarto a los 53, su hermano mayor a los 43, un sobrino también murió a los 42 de un infarto, por lo que era genético”, explica Ramos.
—¿Y tú ahí miraste el sacerdocio?
—Lo consideré. Fui a un retiro, pero llegué a la conclusión de que lo que me gusta del sacerdocio no es hacer misa, bautizar o casar, sino predicar, y eso lo puedo hacer mucho mejor como un laico que como un cura. Quedó claro que no era para mí y ahí conocí a Gloria Baeza, viuda también.
“Nos conocimos y nuestra relación se desarrolló mucho por carta, porque cuando nos conocimos yo había dejado el decanato y tenía un sabático en Estados Unidos en la Universidad de Notre Dame por seis meses (…). Empezamos a escribirnos por e-mail y ahí se fue armando el cuento de amor. Llevamos 14 años”, detalla.
—En 2002 recibiste la nacionalidad por gracia en Chile, ¿de dónde te sientes hoy?
—Me siento muy chileno, pero también muy norteamericano, ya que lo tengo en el ADN. Me apena lo que está pasando en Estados Unidos, el grado de polarización me parece increíble, no es el país que conocí (…). Me siento muy chileno y también me apena la polarización que se ha producido entre los chilenos, siento que hay demasiada rabia y me gustaría que la gente estuviera un poco más dispuesta a escuchar lo que tiene que decir el otro antes de condenarlo o criticarlo.
Joseph, el formador
Desde la Universidad de Chile formó a muchos de los economistas que hoy dirigen el país, entre ellos el ministro de Hacienda, Mario Marcel, y el de Economía, Nicolás Grau. Sus alumnos lo definían como estricto, pero cercano y humano, tal como queda reflejado en la curiosa tradición que tenía: invitar a comer al final de cada semestre a la mejor y la peor nota del curso.
—Tú has sido formador de grandes generaciones. Algunos de tus alumnos hoy están dirigiendo el país, ¿qué opinión tienes de ellos?
—Marcel es top, un siete. Por su parte, Nico es brillante, fue ayudante mío y presidente de la FECH cuando fui decano (…). Nico fue muy crítico de la Concertación, teníamos muchas discusiones, pero ahora último -yo diría ciertamente desde que asumió y poco antes- ha suavizado fuertemente su crítica.
“Me llamó la atención la decisión del presidente Boric de nombrar a Marcel (como ministro). Él da confianza de que va a hacer un trabajo serio, responsable y, al nombrarlo, en cierta manera, el presidente Boric se limita un poco”, añade.
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—¿Cómo has visto la madurez del equipo y del mismo presidente?
—La gestión del presidente, y sobre todo su presencia, ha sido positiva. Las críticas que le haría -y una crítica amistosa- es que yo habría tirado una de las reformas sustantivas, como la previsional o la de salud, desde los primeros días. Estamos discutiendo la tributación, pero la gente no quiere saber cómo se llena el chanchito, quiere saber cómo se va a vaciar.
—¿Cómo ve la reforma tributaria?
—Esta reforma tributaria es un paquete que tiene muchos componentes y eso es bueno, no se centra sólo en uno. En general estoy a favor de todas las exenciones que se están eliminando (…), aunque tengo dudas de otras especies, por ejemplo, no estoy seguro de que se necesite un 4,1% del Producto Interno Bruto (PIB).
Para el economista, hay algunas “necesidades (…) que no son a mi modo de ver tan prioritarias, como es la condonación de la deuda de los profesionales de Chile, que me parece que es empezar por lo último. La última deuda que se debería condonar es la de los profesionales, lo primero deberían ser las deudas hipotecarias de la gente modesta y después de la clase media”.
—¿Usted cree que se vaya a lograr este 4,1?
—No creo que se vaya a lograr ni creo que se debería lograr (…). Se ha hablado de que esto sólo va a afectar los ingresos del 3% de la población y eso es bueno, pero hay una contrapartida, y es que mientras menos es la gente cuyos impuestos van a subir, mayor probablemente va a ser el impacto negativo sobre la inversión.
“No me puedo imaginar que Matte va a cortar su consumo en cuatro puntos del PIB, más bien lo que va a hacer es, como tiene menos plata, va a invertir menos, le queda menos para invertir. Entonces, mientras más se sube la recaudación, más tenderá a caer la inversión, sobre todo si ya está concentrado en muy poca gente”, detalla.
—¿Cuánto puede afectar a un gobierno el gobernar con inflación?
—No le envidio a nadie esa situación y desafortunadamente todos los gobiernos del mundo lo están enfrentando y Chile es uno de ellos. La inflación por Ucrania ahora último y antes de eso por los retiros y los fuertes apoyos fiscales del año pasado -que el propio Marcel advirtió en su momento que no se deberían hacer- están dando lugar a una inflación que no hemos tenido en 25 años.