La diputada del PC en conversación con CNN Íntimo habló de su carrera política, de sus sacrificios personales, la importancia del apoyo de su pareja, Freddy Stock, y recordó un silencioso dolor familiar.
Su mamá es de izquierda, pero no milita y a su papá nunca lo convenció la política. Karol Aída Cariola Oliva tomó la bandera comunista desde la secundaria, convirtiéndose en líder del movimiento estudiantil del 2011, y, además, secretaria de las Juventudes Comunistas.
Hoy con 31 años está en su segundo período como diputada y muchos la ven, por carisma y convicción, como la sucesora de Gladys Marín.
En entrevista con CNN Íntimo, la diputada del PC habló con Matilde Burgos sobre sus convicciones en política, sus sacrificios personales, el apoyo mutuo con Freddy Stock y las figuras familiares que han marcado su vida.
—Tocas guitarra y hasta por eso se hace la analogía con Gladys Marín. ¿Es un peso ser comparada con ella? ¿O ver en uno una proyección de una figura tan potente para el PC como ella?
—Yo creo que Gladys dejó una vara súper alta para la política chilena. Yo siempre veo y reflejo en ella todo lo que uno espera de un político. La consecuencia, la convicción, hacer las cosas porque uno las cree, no por lo que conviene. Ella rompió muchos paradigmas. Para mí es un orgullo que se me compare con ella, a pesar de que somos súper distintas, cada dirigente tiene su propio sello y yo no pretendo ser la segunda Gladys Marín.
—Decías que Gladys había sido una mujer muy importante para el partido. ¿Cuán machista es el PC?
Más que el partido, porque lo conformamos todos y hay una línea feminista muy fuerte que se ha venido desarrollando hace muchos años. Como un reflejo de nuestra sociedad se dan situaciones de machismos que hay que modificar. Yo no creo que haya que decir el PC es machista, pero de que tiene expresiones de machismo en su interior claramente las tiene, al igual que todos los partidos políticos y nuestra sociedad.
—Gladys Marín sacrificó mucho su vida personal por el partido, de hecho, dejó a sus hijos durante mucho tiempo para no exponerlos. ¿Tú estarías también dispuesta a sacrificar tu vida personal?
Ya lo estoy haciendo de alguna manera. Cuando uno entra en política y juegas un rol tan activo son hartas las cosas personales que se sacrifican. Como familia, tiempo (…) Es una pega que no tiene horarios, es 24/7. Bueno, hay que tener una pareja, por ejemplo, que te aguante, te acepte, que reconozca la labor que tú estás jugando, de lo contrario es súper difícil de entender.
—Él sí te apaña, te tiene paciencia…
Freddy me apaña, me entiende. La diferencia de edad yo creo que también ayuda en eso porque tiene una vida un poco más resuelta…
—No te va a presionar por eso
—Exacto. Ese es el punto. Tenemos dos vidas que se complementan harto y él valora mucho lo que hago y eso también, creo yo, lo convoca a acompañarme. Yo sí estoy dispuesta a hacer muchos sacrificios por el partido, y más que por el partido, por la convicción que abrazo. Si yo estoy en esto no es por ninguna otra razón que no sea convicción.
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Mea culpa
—Lo que está súper en boga, que es el tema de Venezuela, porque están llegando muchos venezolanos que no resisten más estar en un país donde efectivamente no pueden tratarse porque no hay medicamentos, donde muchos niños no se están educando, no tienen para comer. Uno conversa con miembros del PC y dicen “eso no es una dictadura”. ¿Alguien que está en el PC puede pensar que sí es una dictadura?
—Por supuesto, lo puede pensar, expresarlo, debatirlo y discutirlo…
—¿Pero dentro del partido?
—Dentro del partido.
—¿Y fuera?
—También lo puede hacer. Cuando uno entra a militar al PC asume un compromiso con el colectivo, y ahí uno “renuncia” a lo individual por sí mismo.
—¿Tú que piensas de Venezuela?
—Lo he dicho varias veces. Lamento mucho lo que está pasando en Venezuela, creo que ha sido tremendamente complejo, doloroso…
—¿Pero lo lamentas o lo condenas?
—Creo que poner las cosas en blanco y negro no corresponde. Claramente hay cosas que condeno, pero lo que más me pasa es que lo lamento.
—¿Pero cuando Chile estaba en dictadura tú esperabas que la gente lo condenara o lamentara?
—En Venezuela hubo proceso democrático. En Chile no hubo elecciones (…) es absolutamente desmesurado tratar de ponerlo en el mismo nivel (…) yo condeno las violaciones a DD.HH. en todas partes.
—Vimos lo que pasó en la elección de Bolsonaro, donde uno puede pensar que la mayor parte de los brasileros no está de acuerdo con la tortura, no es misógino, no es homofóbico, pero elijen a este presidente como legítimo. ¿Tiene sentido hoy hablar de derechas e izquierdas?
—Hay muchas derechas y muchas izquierdas, hay muchas expresiones. A mí me preocupa las expresiones de fascismos que están empezando a aparecer.
—¿Cómo se responde y previene?
—Yo no estoy de acuerdo con esas lógicas y creo que la visión de quienes hemos optado por incentivar procesos democráticos, por profundizar la democracia, ha sido insuficiente. Hemos tenido un problema desde la izquierda chilena, al menos, o América Latina, que no ha sido capaz de establecer una propuesta que sea alternativa en los procesos electorales. Lo que pasó en Brasil es una de las expresiones más clara de eso (…) Te das cuenta de que tenemos una sociedad que pareciera ver que valora elementos que no son los más relevantes para una construcción de sociedad sana. De alguna manera estamos en un problema y hay una sociedad que está enferma donde los antivalores parecieran ser que han escalado más.
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El dolor que vivió en silencio
—He leído de tu abuelo, un obrero que trabajaba en madera y que, quizás, fue el ser más político dentro de la familia directa.
Estaba en el sindicato, votaba por el partido comunista. Me empujó un poco, quizás, a tener más conciencia de lo que pasaba con los trabajadores en Chile. Mi abuelo jubiló, como gran parte de los chilenos, con una jubilación injusta de lo que él había trabajado durante toda su vida. Yo creo que eso fue lo que lo mató finalmente, de pena.
—¿Te alcanzó a ver de diputada?
No, pero sí de dirigente estudiantil y se sentía muy orgulloso que yo estuviera en algo. Me inculcó valores de transformación.
—Tu papá no era el político de la casa, desconfiaba del mundo político, y le salió esta hija política que iba a las marchas. Finalmente te convertiste en diputada y él se enfermó. Tuvo este cáncer y lamentablemente ya no está contigo. Él quiso luchar con este cáncer desde el sistema público, pero tú le pudiste dar la opción de tener un mejor tratamiento. ¿Cómo fue esa parte para ti desde lo personal?
—Siempre me apoyó, a pesar de su distancia con la política, él siempre fue súper respetuoso de mis decisiones y eso se lo agradezco mucho. Efectivamente nos tocó vivir una situación que también viven muchas familias de nuestro país (…) nosotros optamos por el sistema público, fue una decisión de él, pero es evidente que cuando el sistema público empieza a mostrar sus limitaciones. Te dicen: “mira hay otras alternativas, pero no están aquí. Hay medicamentos que cuesta 5 millones de pesos mensuales, pero por otra vía”. Tuve que endeudarme y lo hice, como lo hace miles de familia. Viví esto en silencio, endeudarme muchísimo hasta el día de hoy todavía, porque cuando alguien te dice “tu papá se va a morir y hay una alternativa que podría prolongar su vida”, tú no lo piensas dos veces, al contrario, para mí no tiene ningún valor la plata o el costo cuando se trata de la vida de un familiar cercano, es algo que cualquier persona haría.